La Guardia Civil recibió hace cuatro semanas una denuncia singular: en una explanada situada en el borde de la carretera de Solís a La Cruciada, en el concejo de Corvera, había una cabra decapitada con las patas delanteras atadas. Este animal fue encontrado igualmente junto a dos gallinas, una de ellas, al menos, también sin cabeza. Los investigadores asociaron esta escena a un rito satánico.

Según pudo saber este periódico, la cabeza de la cabra decapitada fue identificada por el crotal, donde consta un número que se adjudica a cada res al nacimiento de forma única y que permite conocer el nombre y la dirección de la explotación a la que pertenece. Los agentes han sabido que el animal que fue sacrificado en Solís fue robado a un ganadero de la parroquia de Cancienes. Por el momento, se desconoce si las gallinas también fueron robadas.

Los sacrificios de los tres animales se produjeron en las cercanías del lugar donde un vecino descubrió hace dos años a una mujer desnuda y maniatada que salía del bosque, presuntamente, tras haber participado en un juego sexual.

Hace meses los agentes de la Guardia Civil también intervinieron en la investigación de otro presunto rito satánico también en Corvera, concretamente, en la fosa común de La Consolación, donde el pasado 14 de abril se inauguró un monolito que recuerda a los fallecidos durante la Guerra Civil y la posguerra. Entonces lo que se descubrió fueron restos quemados de animales.

Los rituales de magia satánica, sin embargo, no son monopolio del concejo de Corvera. En 2007 el municipio de Mieres fue escenario de varias ceremonias satánicas que, si bien inicialmente se relacionaron con la santería, los expertos se limitaron a catalogar como extraños, incluso como simples juegos de mal gusto. El caso más llamativo se produjo en febrero de aquel mismo año, cuando aparecieron dos cabras y varias aves de corral todas ellas mutiladas, en una finca próxima a Les Escueles. Esto causó cierta alarma entre los vecinos del valle de San Tirso. Profanaciones en el cementerio y la aparición de pintadas satánicas en la parroquia de La Peña constituyeron el balance de unos meses de extraña actividad esotérica. Los investigadores suelen atribuir estos ritos satánicos a grupos de jóvenes sin un verdadero fin religioso o mágico.