Las nuevas presuntas irregularidades detectadas por la Fundación del Niemeyer en la contabilidad del centro en los años de la anterior gestión bajo el gobierno de Areces pueden acabar convirtiéndose en un arma de doble filo para el PSOE. También para el PP. La Consejería de Cultura ha mantenido hasta ahora firmeza en la indagación de las cuentas de la etapa en la que Natalio Grueso, hoy programador cultural en Madrid para Ana Botella, ejercía como director del complejo de la ría avilesina. Pero el hallazgo -revelado esta semana por LA NUEVA ESPAÑA- de que en las facturas de viajes del Niemeyer se cargaron vacaciones de familias asturianas que ya las habían pagado introduce un nuevo matiz en una historia en la que desde el principio se enredaron los intereses políticos. Personal de la Agencia Tributaria trabaja ya en la documentación remitida por la Fundación al juzgado con el fin de detectar si existe algún tipo de delito fiscal.

La Consejería de Cultura ha iniciado un proceso judicial en el que persigue probar que los anteriores gestores del centro «elaboraron las cuentas tomando como base facturas falsas, gastos ajenos a la fundación y documentos manipulados», según consta en la primera denuncia formulada en diciembre de 2012. El enunciado tiene un claro mensaje subyacente: los patronos desconocían totalmente la realidad contable del Niemeyer.

A raíz de esa acusación, el juez ha llamado a declarar en calidad de imputados al ex director del Niemeyer, Natalio Grueso, a su ex mujer, J. P. P., y a J. M. V., ex empleado de la agencia de viajes que facturaba prácticamente en exclusiva la actividad del Niemeyer. En concreto, hubo pagos presuntamente irregulares a la agencia por valor de 437.000 euros.

La siguiente fase, como adelantó este periódico, ha sido la presentación de una ampliación de la denuncia en la que se incluyen más irregularidades por valor de unos 130.000 euros. El cotejo de las facturas que obran en el Niemeyer con las de la contabilidad interna de la agencia de viajes revela que hubo viajes falseados: viajaba en realidad cierta persona, pero se facturaba al Niemeyer como si el beneficiario fuese un empleado del centro cultural.

Ante esa comprobación, la agencia de viajes expresó a Cultura que asumía como «indebidos» cargos por valor de 24.000 euros. En ese paquete se encuentran los viajes de al menos cuatro familias asturianas, según pudo contrastar LA NUEVA ESPAÑA. «Estamos alucinados. Nadie pagó nuestras vacaciones, lo hicimos nosotros», aseguró a este periódico un matrimonio ovetense cuyas vacaciones en Canarias acabaron cargadas de forma duplicada al centro cultural. No obstante, medios consultados aseguran que también hay viajes que ya habían sido pagados por particulares entre las facturas no reconocidas como indebidas por la agencia. Constan además, por ejemplo, unos cuarenta viajes efectuados por la ex mujer de Grueso que se facturaron como realizados por personal del Niemeyer, con otro nombre. O uno del ex juez Baltasar Garzón a Colombia acompañado de otras dos personalidades. Los tres participaron en esa fecha en un acto que no guardaba relación conocida con la actividad del Niemeyer.

¿Estaban ya esos viajes previamente abonados? ¿Por qué se «camuflaron» esas facturas? Las opciones son varias. Cabe un reiterado error contable en la facturación, aunque el volumen de facturas hace que la Fundación descarte esa posibilidad. También sospecha la Fundación que algunos viajes fueron «deliberadamente ocultados» con el fin de «engañar sobre la naturaleza del gasto, en perjuicio todo ello de la buena fe de los patronos y con el agravante de constituir las subvenciones públicas la principal fuente de ingresos», señala la primera denuncia de los actuales gestores del Niemeyer.

Pero una tercera posibilidad, apuntada por medios próximos a los anteriores gestores arroja más sombras: la de que facturas ya pagadas y luego falseadas constituyesen un mecanismo de crédito encubierto para un Niemeyer acosado por la falta de liquidez. El PP de Avilés no tardó, ante esa alternativa, en asegurar que las irregularidades en la pasada gestión «huelen a caso Marea». El PP (el mismo que contrató a Grueso en Madrid) ve «la sombra de las prácticas de Areces», la sospecha de un perverso método de financiación encubierta a la Administración a través de proveedores.

La única respuesta podrán darla los ahora imputados. Natalio Grueso se ha limitado a afirmar que nunca recibió críticas de los patronos a su gestión; al contrario: «sólo me daban felicitaciones», declaró ante el juez. Y añadió que despachaba casi a diario con las anteriores consejeras de Cultura y la alcaldesa de Avilés los asuntos del centro. No trascendió si también explicó que con quien discutía muchas de las cuestiones internas del centro era el propio Álvarez Areces.

¿Conocían los patronos la existencia de una doble facturación en el Niemeyer o su falta de control real sobre los detalles de la gestión hizo que permaneciera oculta? ¿Por qué el Gobierno de Areces dio por válida en su día la justificación de las subvenciones ahora en entredicho? El juez del juzgado número 2 de Avilés tendrá la última palabra, aunque medios jurídicos señalan que cabe la posibilidad de que todo el problema se reduzca a desajustes contables y una más que evidente falta de control y pésima gestión, pero sin que pueda calificarse de delito. El desorden en el Niemeyer está claro: la cuestión es si los ex gestores obraban en solitario o los bailes de facturas eran conocidos o asumidos por quienes debían tutelarlos.