«En Asturiana de Zinc (Azsa) parece existir un riesgo de exposición a mercurio insuficientemente controlado». Esta es una de las conclusiones establecidas en el informe que el Instituto Asturiano de Prevención y Riesgos Laborales ha realizado a propósito del accidente por mercurio más grave de los producidos en el mundo desde 1993: en las instalaciones que la compañía Asturiana de Zinc posee en San Juan de Nieva. Este accidente afecta, por el momento, a 51 ex trabajadores de la empresa Ingeniería Montajes del Norte (Imsa) y a alrededor de noventa empleados de Azsa. El siniestro se detectó el 3 de diciembre pasado y fue ayer -cuatro meses después de los hechos- cuando el informe trascendió.

El documento de Prevención cuenta con 427 páginas y se sustancia en 56 entrevistas realizadas a personas relacionadas con Imsa (incluidos el director y el gerente de la compañía); 17 entrevistas realizadas a personas relacionadas con Azsa (no está en la lista el director de Operaciones Metalúrgicas); dos entrevistas a técnicos de Fremap; cinco más, a técnicos de Unipresalud; cinco, a representantes de CC OO; cuatro, de UGT y 18 más a representantes de las empresas auxiliares relacionadas con la obra en los intercambiadores III-A y IV de la planta de tostación número 4 de la fábrica de San Juan de Nieva. Asimismo, la documentación analizada es extensa y variada: desde informes químicos a artículos de LA NUEVA ESPAÑA. Con todo esto, Prevención redactó un primer informe circunscrito únicamente al accidente de la parada técnica y aún trabaja en la determinación de la causa de la afectación de los trabajadores de Azsa (no vinculados al trabajo en los intercambiadores).

Falta de previsión

El 17 de enero, el doctor José Villalaín aseguró en Oviedo: «Algo falló en la prevención». Esta apreciación ha sido prácticamente la única ocasión en que la empresa Asturiana de Zinc (Azsa) se ha manifestado públicamente sobre el accidente por mercurio producido en sus instalaciones (las otras dos comunicaciones públicas fueron para anunciar el fin de las analíticas). El informe de Prevención corre parejo a las palabras de Villalaín: «...resulta evidente que no se previó la elevada cantidad de contaminante que a nuestro juicio existía de forma indubitada». El documento deja entrever cierta dejación de funciones por parte de Azsa a la hora de advertir a la empresa que había contratado (Imsa) sobre los riesgos de los metales pesados. «En el informe básico de obra (IBO), facilitado por Azsa, sólo se informa de forma somera de la presencia de metales pesados, sin más especificación». Y añaden los investigadores más: «...en el procedimiento de trabajo elaborado por Imsa, y aprobado por Azsa, no se establece la necesidad de efectuar mediciones, ni de emplear protecciones respiratorias frente al mercurio más que durante las operaciones "en caliente" (corte con radial, oxicorte y "botado" de tubos), muestra de la escasa importancia que se dio a la posible presencia de mercurio y otros metales pesados».

Los encargados de dilucidar las causas del accidente de San Juan de Nieva concluyen: «... entendemos que se aceptaba la presencia de mercurio, realidad innegable al existir en la materia prima, al estar dotadas las instalaciones de equipos para su eliminación y al aceptarse una determinada presencia del mismo en el ácido sulfúrico que se genera a partir de los gases que pasan por el intercambiador, pero en cantidades poco preocupante; de ahí, entendemos, el escaso énfasis puesto en la información al respecto facilitada a la contrata y en la insuficiencia de las medidas preventivas contempladas en el procedimiento de trabajo».

A esto los investigadores suman las características de los trabajos realizados y las condiciones en que fueron llevados a cabo. «Al citar las características de los trabajos nos referimos a circunstancias como el alto número de tubos sustituidos, unos 3.800: jornadas de trabajo largas, de 12 horas; y método generador de aerosoles y vapores de mercurio, al emplear radiales, otras herramientas de desbaste, oxicorte y soldadura». Cuando hablan de las condiciones, los investigadores señalan las atmosféricas: la mucha lluvia que cayó en los días en que se realizó la obra más peligrosa de Azsa.