Las historias de la orden de San Francisco de Asís y la del concejo de Avilés corren parejas al menos desde hace siete siglos y medio. Las obras de ampliación de la cripta de la iglesia de San Nicolás de Bari han permitido fechar con claridad el momento de construcción del antiguo monasterio de San Francisco del Monte, en la misma calle de San Francisco. Según el análisis del carbono 14 de los restos vegetales del carbón hallado en un antiguo horno de campanas descubierto en el interior del actual templo, el convento franciscano estaba en obras en el año 1260. Esta es, al menos, la fecha de interceptación que sale del análisis, es decir, la fecha promedio más clara que prueba un culto cristiano en los antiguos arrabales de la villa, limitada por la muralla a la altura del actual edificio consistorial.

«El horno de campanas tenía que estar fuera del templo», indicó Ángel Garralda, el antiguo párroco de San Nicolás de Bari y principal promotor de las obras de la cripta. «No parece natural que forjasen las campanas bajo techo», añadió el ex párroco. La parte más antigua de la iglesia de San Francisco corresponde al acceso a la sacristía desde el claustro de la actual iglesia, el patio de juegos del colegio.

Francisco de Asís, «Il Poverello d'Assisi», fundó su orden mendicante en el año 1209. Falleció en 1226 y dos años después fue canonizado. El papa Inocencio III aprobó la regla de una hermandad inclinado por la vida ciudadana. Una de las primeras decisiones de Francisco fue el que sus seguidores viajaran de dos en dos con el fin de predicar el Evangelio.

En 1214, precisamente, está fechado un viaje casi legendario del futuro santo de Asís al sepulcro del Apóstol Santiago. El catedrático de Historia Medieval Javier Fernández Conde escribió en un artículo publicado en 1989 por el Instituto de Estudios Asturianos que el de Asís pasó por Oviedo. «En el grupo de discípulos y compañeros de peregrinación enviados por Francisco a distintas regiones para abrir casas de frailes menores figura un tal Pedro Compater o Compadre, a quien el Padre de Asís habría encomendado la fundación del convento de Oviedo. El hecho podría ocurrir en 1214. Dos años más tarde el venerable religioso moriría en la ciudad asturiana donde recibiría también sepultura». ¿Es posible esto? «En principio, no», añadió Fernández Conde. El caso es que la presencia de los franciscanos en Asturias es muy temprana. Llegaron a Oviedo en la década de 1230 a 1240. «...todo nos hace suponer que los pretendidos orígenes del gran monasterio ovetense, tal como los recoge la tradición que vincula el cenobio a los primeros viajes de San Francisco y a los comienzos del franciscanismo en España, responden, seguramente, a una operación de prestigio», concluyó Fernández Conde.

¿Y qué sucedió en Avilés? Fernández Conde analiza los documentos y se fija, concretamente, en una manda testamentaria firmada por el arcediano de San Salvador de Oviedo, Fernando Alfonso, en 1274. En la manda habla por primera vez de «los frayres de Abilles». El mismo Alfonso no los menciona en 1267 en un documento similar. De ahí que Fernández Conde ofrezca la horquilla de 1267-1274 como probable llegada de los frailes a Avilés.

¿Por qué en San Francisco del Monte? Por la cercanía a la ciudad que contaba con un fuero que organizaba la vida de los vecinos desde finales del siglo XI.

Los frailes mendicantes vivían en el siglo, es decir, tenían relación con la vida ciudadana, pese a estar regidos por la regla aprobada por el papa Inocencio III. La ciudad, los vecinos de la ciudad, eran los que se tenían que encargar del sustento de los frailes. En Avilés, hasta la desamortización de Mendizábal. En1835 los frailes dejaron el concejo y volvieron en 1920. Hoy sólo son dos los frailes que mantienen viva una tradición de siete siglos.