Autor de «Pequeño diccionario de cinema para mitómanos amateurs»

Saúl FERNÁNDEZ

El escritor Miguel Cane (Ciudad de México, México, 1974) es el autor del «Pequeño diccionario de cinema para mitómanos amateurs» (Impedimenta, 2013). Lo presentó anoche en el palacio de Valdecarzana: un acto organizado por la Asociación de Libreros del Principado de Asturias. Unos minutos antes del bautizo atendió a LA NUEVA ESPAÑA.

-Dice en el título eso de «mitómanos amateurs», pero me parece que se equivoca. Usted es un profesional.

-Es posible, aunque, claro, empecé como todos: siendo un aficionado al cine. Tan «amateur» como el que más.

-¿Qué debe tener un mito para que pueda recibir las atenciones de usted?

-Pues no lo sé. Si hago caso al libro me doy cuenta de lo dispares que son las entradas. Se lo diré: no tengo la más remota idea de qué es lo que convierte a un artista en un mito. No me había puesto a pensar en ello. Quizás es ese «quelque-chose» que te atrapa y te pone al filo del asiento y no te olvidas nunca. Sea un movimiento físico, un gesto, una interpretación...

-La lista que defiende es muy heterogénea: sale Anne Hathaway, que acaba de empezar, como quien dice.

-Es cierto, es una actriz en vías de... Pero se nota que es materia prima para acabar como un monstruo sagrado. Lleva poco tiempo -apenas trece años-, pero hace lo posible para no convertirse en flor de escándalo. Creo que cuenta con toda la sustancia para convertirse en una verdadera estrella.

-Uno que no sale en su libro es Tom Cruise.

-Es, quién lo duda, una estrella de cine. Este diccionario se pone a disposición de mi galería de monstruos sagrados. Los míos, los personales. Desde que tengo uso de razón, siento una profunda aversión hacia Cruise. No sé si fue por cómo se portó con Nicole Kidman o porque considero que sigue interpretando a Maverick, el de «Top Gun», pero con más edad. Yo le llamo «ese hombre».

-Usted es muy de Nicole Kidman.

-Sí, claro.

-¿Pese a «Los bicivoladores»?

-Todos tenemos que empezar en algún sitio. Nicole Kidman está muy arrepentida de todo el «botox». Sólo con su trabajo en «Dogville» y «Las horas» merece la pena estar en este diccionario.

-Me parece que este libro suyo es algo así como su propia biografía.

-Es probable. Nunca me planteé hacer un libro como este. Surgió en una cena. Estábamos Enrique Redel, el editor de Impedimenta, y unos amigos. Surgió entonces una cuestión: ¿por qué Olivia de Havilland y Joan Fontaine se odiaban tanto? Respondí: «Porque eran hermanas». Mi compañero de mesa pensaba que eran hermanastras. Lo expliqué con detalle y, entonces, me di cuenta de que tenía a todos mirándome. Y me dio pudor y me dijeron que escribiera el libro.