«Los alemanes no son conscientes del soberano esfuerzo que está afrontando la sociedad española. De cualquier forma, culpan a la banca de esta dolorosa situación y desde luego a los maravillosos políticos», explica el avilesino Carlos Díaz sobre cómo perciben sus ahora compatriotas la complicada situación económica que atraviesa España.

«La Alemania de hoy me recuerda a la Asturias del 2002-2004 pero desde luego que no es la España de la "barra libre" de entre 2005 y 2007. El alemán mira más la cartera que antes, pero continua consumiendo porque tiene claro que es la única vía para que funcione el sistema. Además, los alemanes cuidan mucho de sus empresas y de sus negocios. Por ejemplo, apenas hay tiendas de chinos», explica el empresario.

Poner en marcha un negocio en el país de la Selva Negra no es tarea fácil, según la experiencia del avilesino. Lo argumenta así: «No existen atajos, todo es por el libro. La ley está hecha para tener que depender de abogados y asesores (a un mínimo de 100 euros la hora). No existe la visita espontánea ni la información vía teléfono o correo electrónico. Aquí se trabaja con "termines" (citas) en todos los casos, la primera con la IHK (Cámara de Comercio) de tu localidad».

Y hace falta dinero. «Tienes que partir de un capital inicial importante, sólo las inmobiliarias se llevan un porcentaje del precio del alquiler y hablamos en todos los casos de un mínimo de cuatro cifras al mes. Por ley, cualquier negocio de hostelería no puede vender bebidas alcohólicas durante los seis primeros meses de actividad e incluso hace unos años tenías que comprar como mínimo al Rathaus (ayuntamiento) dos plazas de parking para las licencias de tu negocio a 24.000 euros cada una. El empresario o autónomo paga a la Seguridad Social a razón de lo que gana y el empleado, por término medio, pasa por ejemplo de un bruto de 2.600 a un neto de 1.600 euros. Incluso en nómina descuentan unos 28 euros por mes para la antigua DDR (la extinta Alemania Oriental)».