A Carmen Herrero le intimidan los focos y las preguntas de los periodistas. Lo suyo es hacer queso en su tranquilo Tielve, igual que lo elaboraban su abuela y su madre, Iluminada y Ana Ballesteros. La quesería cabraliega de la que se hizo cargo hace ya 22 años, El Duje, se alzó ayer en la Feria del queso, el vino y la cerámica de La Magdalena, con el premio anual que concede la asociación de cata Pláganu, la hoja que sirve de logotipo a la Denominación de Origen Cabrales. Y es el segundo reconocimiento que recibe Herrero en la última semana. El Duje se llevó la plata en el Concurso Internacional de Quesos Azules que se celebró en Cantabria el pasado sábado.

Para la quesera ganadora, la crisis tiene cuadra patas. «El negocio va bien, lo peor son los lobos. El ganado tenía que estar en las alturas, pastando, y está en la cuadra. Con eso de que estamos en un Parque Nacional (el de los Picos de Europa) son todo impedimentos. Hay que ordeñar, eso como siempre, pero no podemos soltar el ganado. No nos queda otra que cebar en las cuadras. Así estamos en Cabrales, igual que en Onís», lamenta.

Carmen Herrero y su hijo Rubén no prueban su premiado Cabrales. Eso es cosa de su marido, Daniel García, y de su pequeño de quince meses, Daniel, que no hace ascos pese a su corta edad al que es considerado el mejor bocado del año. Su queso obtuvo 80 puntos sobre 100. El presidente de Pláganu, José Jiménez, explica qué les conquistó: «Como todos los cabrales, es un queso de pasta azul blanda, muy fundente, con poca o nula adherencia. Aroma y sabor en perfecto equilibrio, con algo de picor, y un regusto persistente. Estamos ante una quesería de tres generaciones, artesana, cuyo producto se cura cuevas naturales».

Participaron en el acto de entrega del premio, además, la concejala de Ferias y Mercados de Avilés, Ana Hevia, y el presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Cabrales, Juan José Bada, que reconoció que «la elaboración de este queso es cada vez más dura». «En un Parque Nacional todo es más complicado. Las normas impiden acceder a los pastos, la mitad del territorio de Cabrales tiene una pendiente superior al 50 por ciento... Pero el queso no morirá nunca, a partir de las trabas», apuntó.

Tras el acto, Pláganu organizó una cata del queso ganador a cargo de Andrés Navarro y un maridaje con el vino dulce húngaro Tokay que comentó Juan Luis García.