De la existencia del «Ribero» (sic) da cuenta el Libro de Acuerdos del Ayuntamiento de Avilés en la página referida al 6 enero de 1485: «Reunidos en Ribero, arrabal de la villa de Avilés...» La cita alude al camino que llevaba a la capital de Asturias y que también era -y es- parte del Camino de Santiago, razón por la que fue en esta zona donde en 1515 se levantó un hospital de peregrinos costeado por el poderoso eclesiástico avilesino Pedro Solís. El albergue sucumbió a la piqueta en 1948 pero eso no detuvo el paso por esta calle de los peregrinos que avanzan camino de Santiago de Compostela.

La denominación «Ribero» -hoy cambiada a Rivero- hace alusión, según explican varios historiadores locales, a un vallado que se construyó en el pasado para contener el agua que arroyaba por los prados del hoy parque de Ferrera. El vínculo de la calle con el líquido elemento no se detiene en ese apunte histórico, pues la rúa cuenta entre sus atractivos con los Caños de Rivero, una fuente aneja a la capilla del Cristo que lleva el nombre de la calle y cuyos fieles integran una de las cofradías más importante de la Semana Santa de Avilés.

El arrabal del Ribero se convirtió en calle con todas las de la ley allá por el siglo XVII y desde entonces no dejó de ganar edificios, comercios y negocios hosteleros, despuntando en varias etapas de su historia como uno de los lugares preferidos por los avilesinos para «chatear» y alternar.

Esta calle de tanta solera es la que inspiró la acuarela del pintor Valentín del Fresno que LA NUEVA ESPAÑA de Avilés entrega hoy de forma gratuita a sus lectores y que se añade a la colección de los rincones más típicos y pintorescos de Avilés.