La clave de uno de los misterios más intricados del último siglo y medio puede estar en Asturias. ¿Qué sucedió para que las diez personas que viajaban a bordo del «Mary Celeste» abandonasen el bergantín de manera precipitada, dejando la mesa puesta del desayuno, una mañana de perros del otoño de 1872? El periodista Francisco García Novell ha dado con una noticia publicada en el periódico «El Imparcial» en mayo de 1873 que arroja algo de luz sobre el suceso. En la primera semana de mayo, es decir, seis meses después del hallazgo del navío a la deriva en medio del océano Atlántico, unos pescadores de Candás descubrieron en alta mar dos barcas llenas de cadáveres. En una de ellas ondeaba la bandera de los Estados Unidos. ¿Aquellos náufragos habían dejado atrás el «Mary Celeste»? García Novell cree que sí y trabaja ahora en hallar la solución definitiva.

Según contaba el corresponsal de «El Imparcial» en Gijón hace 140 años, varios pescadores candasinos acudieron en auxilio de dos balsas a la deriva y al alcanzarlas encontraron en una de ellas, con la bandera de los Estados Unidos en lo alto del mástil, a un hombre atado y en la otra, cinco cadáveres «en completa descomposición». Pese a todo, los candasinos remolcaron las dos barcas hasta el puerto de Gijón. Era la primavera del año 1873. «El Imparcial» dio cuenta del macabro hallazgo en su edición del día 8 de mayo. A los pocos días, la prensa de media España se había hecho eco de la noticia. El día 16 el «Liverpool Daily Albion» publicaba la noticia, pero con una errata que agrandó el misterio: hablaba de Baudas y no de Candás.

García Novell halló en un ejemplar de «El Imparcial» custodiado en la Biblioteca Nacional la noticia del hallazgo de los náufragos: una nota enviada a la redacción por el corresponsal en Gijón de la cabecera madrileña. «La presencia de la bandera americana es la que despierta mi curiosidad. ¿Aquellos náufragos eran del "Mary Celeste"? El barco era norteamericano y había salido de Nueva York y en aquellas fechas no se conoce otro caso de naufragio qu el del"Mary Celeste"», explicó el periodista y colaborador del programa «Cuarto Milenio», del canal Cuatro.

El bergantín «Mary Celeste» es todavía un misterio sin resolver: un navío encontrado a la deriva sin tripulación, un cabo deshilachado y ni un solo cadáver. «Barcos fantasmas los hubo antes y los hubo después. ¿Por qué destaca este?» García Novell tiene la respuesta: el escritor escocés Sir Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes, promovió la leyenda cuando publicó el relato «La relación de J. Habakuk Jephson», una ficción a cuenta de un buque fantasma llamado «Marie Celeste», una trasposición ficticia evidente del «Mary Celeste».

¿Fueron los náufragos rescatados por los pescadores candasinos miembros de la tripulación del barco fantasma? García Novell está convencido de ello. Sin embargo, no ha encontrado aún una prueba documental que avale esta presunción al cien por ciento. «Pero sigo buscándola», insistió. García Novell ha estudiado la deriva de las corrientes marinas desde la Azores y hasta el mar Cantábrico. «Según he podido saber, es absolutamente posible que una balsa de abandonada a su suerte en las aguas del archipiélago portugués pueda ser descubierta meses después en el golfo de Vizcaya», explicó el periodista, autor de la novela «Naufragio», una reconstrucción del hundimiento del «Príncipe de Asturias», el «Titanic» español.

El periodista se ha sumergido en los archivos de la Marina de Ferrol, de Viso del Marqués (Ciudad Real), en el archivo municipal de Carreño, de Avilés, ha solicitado ayuda de la asociación de Amigos del Museo de Anclas de Salinas... «Sé que es buscar una aguja en un pajar, pero el hecho de que no encontrar nada acerca de lo que cuenta "El Imparcial" no hace más que incentivar mi trabajo», advierte.

El «Mary Celeste» salió del puerto de Nueva York el 4 de noviembre de 1872 con destino a Génova. Era un bergantín de 30 metros de eslora. Viajaba cargado con 1.700 barriles de alcohol y con una tripulación formada por siete personas. El capitán Benjamin Spooner Briggs comandaba la nave y estaba acompañado por su esposa Sarah y por su hija Sophia, que tenía dos años. Es decir, cuando el «Mary Celeste» dejó los muelles de Nueva York lo hizo con diez personas a bordo. En la nota de «El Imparcial» se habla de seis personas, pero el hallazgo de las dos balsas por los pescadores de Candás se produjo seis meses después del suceso que convirtió al bergantín en un buque fantasma y en una leyenda.

La última anotación en el cuaderno de bitácora está fechada el 24 de noviembre de 1872, es decir, veinte días después de su partida del puerto de Nueva York. El capitán Briggs apuntó: Latitud 36º 56' N. Longitud 27º 20' W. «Es decir, a 110 millas al oeste de la isla de Santa María de las Azores, la más al sur del archipiélago», apunta el periodista García Novell. «Muy cerca de los islotes Formigas, entre las islas de San Miguel y de Santa María», añade. «La siguiente anotación ya no está en el cuaderno de bitácora. Briggs apuntó en la pizarra al día siguiente que el "Mary Celeste" estaba entonces a 6 millas Sur Suroeste de la isla de Santa María. Después de este apunte no hay más noticia del bergantín norteamericano», concluye García Novell.

El 5 de diciembre de 1872 el «Dei Gratia» -otro bergantín, aunque con bandera canadiense, que había salido de Nueva York unos días después del «Mary Celeste»- encontró el navío del capitán Briggs a la deriva, equidistante a 400 millas entre Portugal y las Azores, es decir, había avanzado 500 millas desde la última anotación del capitán Briggs, el 25 de noviembre. El «Dei Gratia» estaba comandado por el capitán David Reed Morehouse. Se da la circunstancia de que él y Briggs eran amigos íntimos. «Morehouse reconoció muy pronto al barco que se movía errante por las Azores», apunta García Novell.

El primer oficial del «Dei Gratia», Oliver Deveau, y dos hombres más de la tripulación canadiense abordaron el «Mary Celeste». Los tres hombres de Morehouse inspeccionaron el bergantín y descubrieron la mesa del comedor lista para el desayuno, el cuaderno de bitácora en el puente de mando y las joyas de Sarah Briggs en el camarote. ¿Qué había sucedido? Inspeccionaron la cubierta y no encontraron los botes de salvamento. «Se desconoce si faltaba uno o dos y se desconoce esto porque no consta con cuántos salió el "Mary Celeste" de Nueva York», asegura García Novell. «Lo que sí hallaron fue un cabo deshilachado, como roto, que golpeaba la cubierta», apunta el periodista.

El «Dei Gratia» arrastró el bergantín fantasma al puerto de Gibraltar. En la colonia inglesa las autoridades judiciales celebraron un juicio para determinar qué pasó para que las diez personas que viajaban a bordo del «Mary Celeste», incluido el capitán Briggs, dejaran el bergantín deprisa y corriendo. «Los jueces valoraron dos hipótesis: un asalto pirata o un acuerdo entre Briggs y Morehouse para hacerse con la indemnización por el salvamento de la nave», señala el periodista García Novell.

La piratería se descartó rápidamente: la presencia de las joyas de Sarah Briggs echaba por tierra esta posibilidad. La segunda posibilidad también quedó descartada: la indemnización total era de 1.770 libras y si había acuerdo entre las dos tripulaciones -la del «Mary Celeste» y la del «Dei Gratia»- el dinero captado iba a ser escaso. ¿Qué sucedió?

«El juicio de Gibraltar determina qué fue lo que no sucedió, no lo que sucedió, porque eso no se pudo saber», explica Francisco García Novell. El desconocimiento absoluto de lo acontecido y el relato de Conan Doyle reverdecieron la imaginación popular: ¿un kraken? ¿una abdución extraterrestre? García Novell es partidario de la «explicación más razonable».

«El buque viajaba cargado con vasijas llenas de alcohol. Según he podido comprobar con el servicio meteorológico de las Azores, en la noche del 24 al 25 de noviembre de 1872 se vivió un temporal de primera envergadura. ¿Una tormenta? ¿Un huracán? ¿Un terremoto? Las teorías son variadas. Cuando el primer oficial del "Dei Gratia" abordó el "Mary Celeste" encontró un cabo deshilachado. La teoría es la siguiente: la tripulación aquella noche de perros tenía miedo de que pudiera incendiarse el barco cargado de alcohol. Por eso tiraron al mar el bote o los botes y se refugiaron en ellos hasta aguardar la calma. Según esta teoría, los tripulantes ataron las balsas al bergantín y, en un momento dado, estas balsas quedaron a la deriva», explica el periodista. ¿Terminaron su derrota en la costa asturiana? «Es muy posible», concluye Francisco García Novell.