Doctor en Geografía e Historia y Derecho

Emilio de Diego, de 65 años, es doctor en Geografía e Historia y Derecho. Además, es miembro de la Real Academia de Doctores de España. Este historiador, natural de Segovia, pasa la mayor parte de su tiempo en Madrid, donde imparte clases en la Universidad Complutense. Apasionado de la historia, es un buen conocedor de la figura de Gaspar Melchor de Jovellanos.

-¿Qué es lo que más le atrae de la figura de Jovellanos?

-Como historiador, lo que más me llama la atención es la dimensión de Jovellanos en relación con la Historia. Sobre todo sus afirmaciones de que no se puede gobernar un pueblo si no se conoce su pasado, más si cabe por el nivel de desconocimiento histórico que tienen nuestra sociedad y nuestros gobernantes. Es imprescindible, por eso, aprovechar este legado jovellanista en el sentido más operativo, hacer una llamada para recuperar el conocimiento de nuestra Historia.

- ¿Fue Jovellanos un adelantado a su tiempo?

-Indudablemente. Lo fue en el sentido de entender que los extremos en cualquier terreno, pero sobre todo en el político, son dos caras de una misma moneda. Fue un hombre en un tiempo de frontera, que formuló un programa de reformas no sólo en el plano teórico sino que a la vez se involucró en las mismas. Intelectual, educador y a la vez impulsor del proyecto reformista.

-¿Qué pensaría entonces Jovellanos de la actual Europa?

-Pensaría seguramente algo negativo. Porque Europa es sobre todo una idea dinámica, un universal de la superación, un ámbito de cultura y eso está lejos de ser la Europa de hoy. Esa Europa que se ha construido sobre algo totalmente necesario como es el ámbito de la economía, pero que no puede ser el principio y el fin de todas las cosas. No hemos creado una conciencia de Europa, no hemos educado al europeo, debemos superar ese déficit para llegar a la verdadera idea de Europa. En suma, la idea de un ilustrado como Jovellanos está bastante alejada de la Europa institucionalizada de hoy.

- ¿Vivimos sometidos al dictado de la canciller Angela Merkel?

-No podemos simplificar y hacer una lectura maniquea en la que los malos son los alemanes dirigidos por Merkel y los demás, desde Grecia a Portugal, somos los buenos; no es así. El problema es que no tenemos una política común, cada uno ha hecho una política nacional acorde con sus objetivos. Hay que reconocer lo que hemos hecho mal. Tenemos un gobierno que no se sostiene, no hay voluntad política de hacer una reforma. Uno de los grandes problemas de España es el de la Administración, absolutamente sobredimensionada, solapada en muchas competencias e ineficiente por tanto.

- Como historiador, ¿es posible lograr una Europa unida en el futuro?

-Al menos es una necesidad. A pesar de que tengamos ahora algunos espasmos aldeanos con eso de las naciones, eso es del año mil. La historia probablemente no es un hilo continuo, pero lo que tenemos que evitar es el salto atrás como proponen algunos nacionalismos. Europa es el futuro o no seremos prácticamente nada. Ahora mismo Europa ejerce un papel muy secundario en el concierto mundial, incluso las grandes naciones como la Alemania de Merkel. Europa es una necesidad.

-¿Qué opinaría Jovellanos de la actual corruptela política de nuestro país?

-Probablemente le supondría el mayor impacto negativo de tipo espiritual, porque de Jovellanos hay una trascendencia ética sin la cual el resto de las cuestiones carecen de sentido. Está claro que lo que está pasando en algún aspecto de la vida política española le produciría un escándalo insuperable. Estamos ante unas instituciones políticas que no responden a lo que los ciudadanos quieren y dan la imagen de que la política que no funciona.

-¿Hay diferencia entre los políticos de la época de Jovellanos y los de ahora?

-También en la época en la que vivió Jovellanos hubo escándalos. Hay diferencia en cuanto al número, ahora hay muchas más vocaciones políticas. España es un país de vocaciones y cuando la religión no da para vivir nos encauzamos por la política, firme y vitalicia. Ese es uno de los problemas del país.