Esta luz de la vida a qué se debe? ¿Por qué despiertan hoy las rosas tan radiantes? ¿Quién se encarga, temprano, de verter la belleza? ¿Qué fluye en mi interior con aspecto de bruma? ¿Qué empaña mis sentidos? ¿Por qué esta terquedad, por qué esta obsesión mía en apagarme? Abre el hermoso día con su canto de pájaros. Noto al alrededor mío formas, volúmenes, trazos mucho menos fingidos que mi cuerpo, mucho más duraderos que mi carne. ¿A quién le pertenece esta mirada? ¿De quién son estas manos que avalan lo que ocurre? ¿Por qué vuelco en mi sombra la piel que me define, el breve albor de mí? ¿Adónde he de llegar sin ser lo que detesto? ¿Cuándo seré capaz de hacerme frente, oírme, sentirme y aceptarme?

Y el tiempo? ¿quién dirige sus bridas inflexibles? ¿Hasta dónde conducen sus ansias insondables? ¿Por qué perdura más la llaga de su huida que la plata posible de su actualidad? ¿En qué se fundamenta su tarda prontitud? ¿Por qué recuerdo tanto lo que no hemos vivido? ¿Por qué añoro mañana lo que ahora aborrezco? ¿Cuándo es muy pronto o ya, definitivamente, tarde? ¿Por qué voy hacia atrás, quién me llama a menudo; qué resplandor es ese que se derrumba allá, como un alud inmenso de memoria? ¿Es esta la manera de no asentirme nunca? ¿La más honesta muestra de mi desconfianza? ¿Acaso una condena tal como la costumbre, el tedio, la indolencia, la angustia o el carácter?

¿Cómo sé cuánto amor me queda junto a ti? ¿Cómo inserto más yo en las causas que te hacen desearme? ¿A quién elevo el resto de la voz que te he dado? ¿Podremos terminar a la vez el trayecto? ¿Por qué no nos revelan el fin desde el principio? ¿Y si así fuera, entonces te admiraría más hondo, sabedor de la marcha? ¿Te encontraría de nuevo, incluso mucho antes? ¿El adiós nos limita; nos condiciona esta precaria permanencia? ¿Percibimos el aire, conscientes de la asfixia? ¿Evocamos el humo cuando se desvanece? ¿Contorna nuestros ojos la muerte inevitable?

Tantas incertidumbres para tan nimio lapso. Tanto dolor intenso en tantos corazones. Tan grande humanidad con tan poco coraje? ¿A quién interrogar? ¿A quiénes requerir que rindan cuentas? ¿De dónde esta negrura, este incesante acoso quién lo nutre? ¿Quién abastece el mundo con su maleficencia? ¿Quién hay? ¿Qué es este silencio? ¿Quién lo escribe en mi nombre? ¿Qué señales debiera pronunciar su mudez? Nadie responde. Nadie.