Juan Prim y Prats fue tiroteado en la calle del Turco el 27 de diciembre de 1870. Tres días después murió como consecuencia de una septicemia causada por las balas. Prim era la persona más importante del país en aquel momento: presidía el consejo de Ministros, dirigía la cartera de la Guerra, era capitán general de los Ejércitos y ostentaba tres títulos nobiliarios ganados en batallas. Pero, ¿quién mató a Prim? Fernando Álvarez Balbuena, presidente de honor de la Sociedad de Amigos del País de Avilés y Comarca, aseguró ayer en La Granda, donde participó en la última jornada del curso dedicado al estadista decimonónico, que «conocer al tirador carece de importancia». La charla de Balbuena se centró en desentrañar a los inductores y el estudioso, avilesino de adopción, apuntó directamente al general Serrano y al duque de Montpensier, «que nunca dejó de conspirar para ser rey», según indicó Balbuena.

El asesinato de Prim, en opinión de Balbuena, «cambió el porvenir de España» puesto que «no se pudo desarrollar su proyecto de monarquía democrática». Prim fue quien diseñó la entrada en España de la casa de Saboya en la persona de Amadeo I, que era duque de Aosta. «Los enemigos de Prim eran muchos: los liberales, los republicanos, los azucareros de Cuba... Sin embargo, todo hace pensar que los que encargaron el asesinato fueron Montpensier y Serrano». Balbuena señaló que el duque «quería ser rey y Serrano, regente».

El magnicidio de Prim tuvo lugar al final de un período convulso en la política española: después de la Revolución de 1868 que permitió la caída de Isabel II y que colocó al país en un período de indefinición formal. Sin la reina, los republicanos se hicieron un hueco en la palestra política y, asimismo, los carlistas... Montpensier, Antonio de Orleans, hizo todo cuanto pudo por heredar la corona y fue apresado por no jurar adhesión a Amadeo, que apenas pudo resistir la presión de un país que no aceptó su jefatura del Estado.

«¿Fue José Paúl y Angulo el ejecutor del asesinato?», se preguntó Balbuena. Resultó implicado en el asesinato el jefe de la escolta de Serrano, que fue el primer presidente del consejo de Ministros de Amadeo, una persona que tampoco puso interés en investigar el asesinato.

«El magnicidio de Prim, sí, guarda cierta semejanza con el de Kennedy, pero también con el de Julio César: una conspiración enorme de distintos enemigos con el fin de acabar con la vida del político. El resultado final es que con su muerte España no se subió al tren de la modernidad. Porque la Restauración no fue tampoco un período digno de aplauso. El turno pacífico de Cánovas y Sagasta no era democrático», apuntó Balbuena.

La organización de los cursos de La Granda se adelantó un año a la celebración del bicentenario del nacimiento del general Juan Prim, que lo fue todo en el siglo XIX y que cayó víctima de los tiros inducidos por dos grandes conspiradores: Montpensier y Serrano. Prim logró el aplauso de media Europa porque su idea de modernizar el país seguía los pasos del continente.

El profesor Juan Velarde, que este año es el organizador principal de los cursos de La Granda, se encargó de cerrar el seminario dedicado al general Juan Prim con motivo del bicentenario de su nacimiento. Velarde se encargó de explicar la economía en el segundo tercio del siglo XIX, «precisamente, el período que coincide con el reinado de Isabel II», aseguró. En su intervención señaló el período isabelino como el del comienzo «del libre mercado, una herencia que venía de las Cortes de Cádiz».

En el análisis de la economía explicó que fue en Cádiz donde derogaron el ordenamiento gremial del mercado. «Sin embargo, esto no se consolidó hasta bien entrado el año 1836», apostilló. Durante la época isabelina, recordó Velarde, se organizó la agricultura tradicional. «Se ha dicho que más del 50 por ciento de la riqueza del país provenía de la agricultura. Yo estoy en condiciones de decir que ese tanto por ciento llega al 80 por ciento», recalcó Juan Velarde. «La fórmula agraria ensayada en la época de Isabel II se mantuvo hasta 1950», aseguró el Premio «Príncipe de Asturias».