Para proteger un ecosistema y a las aves que lo frecuentan no hace falta cortarle las alas a una parroquia «con muchas posibilidades de futuro» en la que viven alrededor de medio millar de personas. Con esa filosofía por estandarte, los vecinos de Laviana (Gozón) llevan tiempo protestando contra las «excesivas restricciones» con las que conviven desde que la ensenada de Llodero y la charca de Zeluán -una zona con destacables condiciones para albergar poblaciones de aves limícolas migradoras- fueron declaradas Monumento Natural en el año 2002. «Toda la vida hemos compartido espacio con los pájaros y nunca ha pasado nada, pero ahora no podemos ni vivir a gusto en nuestro propio pueblo. No nos dejan hacer nada, todo ha cambiado a peor desde que los ecologistas, con el beneplácito del Principado, aparecieron por aquí a imponer sus condiciones y a campar a sus anchas», asegura Manuel Iglesias, uno de los vecinos del entorno que se declara harto de «tanta restricción a cambio de nada».

Los denunciantes aseguran que las prohibiciones llegan a tal punto que están suponiendo «un freno al desarrollo de toda la zona», según destaca Iglesias. «Cada vez son más habituales los baños en la ría de Avilés porque ha mejorado mucho la calidad del agua, especialmente en las áreas de Zeluán (Llodero) y San Balandrán; se ha visto durante el pasado verano sin ir más lejos. Pues bien, ellos (los responsables de colectivos como Mavea) se oponen a que la gente disfrute de las playas porque supuestamente se molesta a las aves», afirma Manuel Iglesias.

Jesús Magadán, que regenta un bar situado cerca de San Balandrán, recuerda como el arenal -en el que hoy por hoy todavía no está recomendado el baño- fue en su día un motor para la zona. «Yo vine hace 45 años y la playa estaba llena. Venía mucha más gente y por lo tanto vendíamos más», asegura. Ahora, según denuncia Francisco Fernández, «nos tienen atados de pies y manos, no podemos ni movernos». Fernández puso un ejemplo: «El otro día había dos niños jugando con un arco de juguete y los echaron de la playa».

Uno de esos niños, Daniel López, dice que las restricciones le impiden pescar «donde lo había hecho toda la vida», concretamente «desde la parte derecha del embarcadero de San Balandrán hasta Zeluán». El otro menor, José Antonio Magadán, protesta porque «la charca y la ensenada están descuidadas y toda la zona parece una selva». Los adultos comparten la opinión de los pequeños y añaden alguna que otra guinda al pastel de las quejas. «Desde que todo esto está protegido hay más suciedad que nunca. Aquí todo el mundo va con ínfulas de salvaguardar el medioambiente, pero nadie se agacha para limpiar la porquería que se acumula por doquier», denuncia Mari Flor Álvarez.

Todos los vecinos consultados hacen especial hincapié en «los métodos dictatoriales y abusivos» que supuestamente practica la organización ornitológica Mavea, el grupo que este verano denunció la masiva presencia de personas en el entorno de la charca de Zeluán dedicadas a actividades «incompatibles» con la protección medioambiental. «Aquí en el pueblo, los de Mavea son personas "non gratas"; están jugando con las cartas del diablo. Si quieren hacer un cortijo y mandar en él, que lo paguen de su bolsillo», recalca Manuel Iglesias.

Los denunciantes explican que, por ejemplo, los vecinos no pueden pasear el perro por la zona protegida «cuando son los propios ecologistas los que traen los suyos», dicen que no tienen permitido «pasear hablando por esa zona (la que linda con el monumento natural) porque se supone que molestamos a las aves» y sostienen que no están autorizados «para cortar ciertas especies vegetales que se meten hasta en las casas». Por todo eso, «seguiremos luchando para conseguir que no dejen libres, como siempre hemos sido», asegura Francisco Fernández. «Somos los más interesados en que todo esté limpio, en que haya aves y en que esto sea un sitio del que poder enorgullecernos, pero lo que estamos soportando es demasiado», protesta Fernández.

Junto a los vecinos de Laviana que atendieron a este diario estuvo el presidente de la Asociación de Caza de Gozón, Pedro Cuervo, quien afirma que «los problemas con los ecologistas» son algo «generalizado en todo el concejo». Él habla de su caso: «Nosotros teníamos un coto de 7.500 hectáreas desde hace más de 35 años y hace dos nos lo dejaron en 6.000. Nos quitaron toda la margen izquierda de la carretera que va desde Endasa a Luanco por el Faro de Peñas, donde están zonas tan importantes para la caza como la península de Nieva, Molín del Puerto, la reserva del Faro de Peñas o Muniello. Todo eso supuestamente por "ecologismo", pero fuimos nosotros los que repoblamos la zona con perdiz, faisán común y liebre europea», asegura. Para Pedro Cuervo, «ellos (los ecologistas) se apropian de todo por lo que luchamos los demás».