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Crisis en la flota palangrera

"Subirá el precio del pescado", alertan los armadores de altura, obligados a amarrar

Madrid solivianta a los pescadores al prohibir salir a pescar a los barcos que faenan en aguas comunitarias por el supuesto agotamiento de los cupos

Los armadores afectados por el amarre forzoso de barcos, reunidos ayer en la rula avilesina. Mara Villamuza

La práctica totalidad de la flota palangrera asturiana que pesca en aguas comunitarias (caladeros de Gran Sol y Golfo de Vizcaya) -lo mismo que la del resto del Cantábrico y Galicia- está amarrada a puerto desde el pasado viernes en cumplimiento de una inesperada orden de la dirección estatal de Pesca que prohíbe a los barcos hacerse a la mar en tanto no se repartan los derechos extraordinarios de pesca que Bruselas concedió a España para su uso en el último trimestre del año; el cupo ordinario asignado a principios de año está agotado, según Madrid. La orden de amarrar los barcos, a tenor de lo oído ayer por la mañana en una agitada reunión de armadores celebrada en la rula de Avilés, ha enfurecido al sector. El colectivo protesta por una medida que considera "gravemente dañina" para sus intereses y alerta de que con la flota palangrera paralizada "el precio de la merluza subirá como la espuma". Esa subida puede además inducir a una subida generalizada de otras especies al aumentar la demanda, encareciendo la cesta de la compra.

La flota palangrera comunitaria es la artífice de que cada mes lleguen a la rulas asturianas entre 100.000 y 150.000 kilos de merluza y pescadilla, una especie que constituye la columna vertebral de la actividad comercial de las principales lonjas asturianas y muy especialmente la de Avilés, donde se vende el 70 por ciento del pescado comercializado en la región. "Con nuestros barcos parados habrá menos oferta de merluza y el precio tenderá a subir por simple lógica de mercado; de hecho, ya se ha encarecido en los últimos días. ¿Quién se va a beneficiar de esto? Pues cuatro importadores que colarán remesas de pescado congelado procedente de vaya usted a saber dónde y los barcos franceses que faenan en las mismas aguas que nosotros, pues ellos pueden seguir pescando cuanta merluza quieran y abastecer nuestro mercado", explicó uno de los armadores afectados por la paralización de la flota asturiana.

La repentina paralización de la flota asturiana de altura deja en tierra a una docena de barcos y de brazos cruzados a doscientos marineros. Los armadores hicieron cábalas ayer sobre sus pérdidas a la vez que advirtieron de que si la situación se prolonga muchos días "será la ruina". Los empresarios exigen a los responsables ministeriales de pesca una solución urgente y la misma no pasa precisamente por la esperada asignación de 2.370 toneladas más de derechos de pesca de merluza en el caladero de Gran Sol y 1.650 toneladas en el golfo de Vizcaya: "Esas cantidades, una vez repartidas entre los 150 barcos que trabajamos en aguas comunitarias se quedan en nada, menos de 27 toneladas por buque. Con eso no tenemos para lo que falta de año ni siquiera para lo que resta de mes". Lo que los armadores esperan son noticias que despejen su futuro a medio y largo plazo: "Éramos la "flota de los 300", ya sólo quedamos la mitad y a este paso sobrevivirá medio centenar".

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