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El Nodo está que arde

Los vecinos del Poblado de Pescadores, planificado para dar techo a las familias marineras, asisten estupefactos al intento de la Cofradía de desahuciar a una veintena de inquilinos

Vista panorámica del Poblado de Pescadores. Ricardo Solís

El Poblado de Pescadores de Avilés, que fue durante décadas una enseña social y la joya de la corona del otrora abundante patrimonio de la cofradía "Virgen de las Mareas", se ha convertido en los últimos años en una pesadilla para los rectores de la institución y en un infierno para las familias que viven en precario en unas casas concebidas originalmente para dar techo a los marineros y que hoy son pasto de la polémica debido a la falta de recursos económicos de la entidad propietaria para mantener en condiciones el barrio.

Hasta la sombra de los desahucios -algo impensable cuando la Cofradía iba boyante- sobrevuela el poblado; quien más y quien menos ruega por un "milagro" en forma de intervención política o inmobiliaria, pero los partidos se lavan las manos de momento y como corren malos tiempos para el ladrillo lo que pudo haber sido hasta en tres ocasiones -el desarrollo de un proyecto integral de reconstrucción- se antoja ahora imposible.

Los avilesinos de mediados de la pasada centuria bautizaron a aquellas 270 casas construidas por el Instituto Nacional de la Vivienda a las afueras de la ciudad como "El Nodo" porque cuando las autoridades franquistas hicieron entrega de las casas, allá por la década de los años cincuenta del pasado siglo, vinieron los camarógrafos de Noticiarios y Documentales y grabaron el acto para difundirlo a mayor gloria de la propaganda del régimen en los cines españoles.

En su día el barrio tuvo el oropel de lo nuevo; hoy languidece y va tirando a trancas y barrancas. Estos días se masca una tragedia: el desahucio de una veintena de ocupantes de viviendas que según la Cofradía, la entidad propietaria de las casas, carecen de derechos para ocuparlas; y como la soga de las deudas aprieta y mucho a la entidad, hay que hacer caja con la venta de los inmuebles o con la fijación de rentas menos simbólicas que las de antaño (5 euros) y más acordes a los tiempos (de 250 a 300 euros, según el tamaño de cada casa).

Tanto se ha enredado la madeja que nadie es capaz de pronosticar cómo acabará el culebrón del Nodo. Desde la Cofradía mantienen su voluntad de desahuciar a los inquilinos que estatutos en mano no tienen derecho a vivir en las casas; esto incluye a los descendientes de marineros y a los "okupas" -así llamados en la jerga de la Cofradía-, personas que se "colaron" un buen día en las casas y que allí siguen. Persiste intacto, eso sí, el derecho de ocupación de las viviendas para las viudas de pescadores y los jubilados de la mar, así como para los profesionales de la pesca en activo.

El patrón mayor de la Cofradía, Jesús Galindo, tiende la mano a "entendimientos amistosos" con el colectivo conflictivo, acuerdos que pasan por la compra de la casa o el alquiler de la misma conforme a un contrato moderno y, por tanto, con renta actualizada. Hubo, de hecho, una veintena de personas que durante el pasado verano regularizaron su situación, pero queda otra veintena -el número exacto es una incógnita- en un limbo y ésas son las amenazadas de desahucio. Entre ellas, hijos y nietos de pescadores que tienen más edad que ingresos, personas que advierten de que sólo saldrá de la casa en la que vivieron sus abuerlos y padres "con los pies por delante".

Venta de las casas

Cuando la Cofradía tomó el acuerdo de "poner orden" en el caos residencial del Nodo fijó una serie de objetivos: poner las casas en venta a precios teóricamente por debajo del valor de mercado para favorecer su compra por parte de los inquilinos -y así se vendieron unas 120 viviendas-; actualizar las rentas y hacer partícipes a los vecinos del pago del IBI y los gastos de mantenimiento; y desalojar a las personas carentes de derechos para ocupar las casas. A este respecto, la anterior directiva de la Cofradía aplicó un criterio subjetivo y respetó en principio a los inquilinos que tenían algún tipo de vínculo de sangre con el mundo de la mar. Esa consigna está ahora en entredicho y la amenaza del desahucio aparenta ser general. De ahí la psicosis que recorre el Nodo y la preocupación por el futuro que pueden correr algunos de los pobladores del barrio.

Así las cosas, el Poblado de Pescadores riza el rizo y añade un nuevo y tortuoso capítulo a su historia reciente, intensa en polémicas. El culebrón empezó cuando trascendió que la Cofradía, entonces presidida por el difunto Clemente Jesús Muñiz Guardado, había hipotecado el Nodo a cambio de 250 millones de pesetas -la cantidad siempre estuvo sujeta a especulaciones porque la entidad pesquera se guardó muy mucho de concretar la cifra exacta- para lograr financiación con la que mantener en pie los negocios pesqueros que gestionaba la entidad, fundamentalmente la rula y la fábrica de hielo.

La hipoteca resultó ser una losa demasiado pesada para la Cofradía, que vio cómo se torcían los asuntos comerciales y aumentaban sus deudas. La falta de cintura de los gestores para corregir la deriva económico de la Cofradía la hizo encallar y fue entonces cuando se multiplicaron los problemas: los vecinos del Nodo exigieron en vano la entrega gratuita de las casas, como había ocurrido en todos los demás puertos marineros de España; los promotores inmobiliarios trataron de entrar en juego y plantearon proyectos de derribo y reconstrucción del Nodo (con realojos incluidos) al calor del "boom" que vivía entonces en España el negocio del ladrillo y los gobiernos socialistas de Avilés (con Santiago Rodríguez Vega en la alcaldía) y Asturias (siendo presidente Vicente Álvarez Areces), dieron el golpe de gracia a la Cofradía con la ayuda del Puerto (presidido entonces por Manuel Ponga).

El principio del fin

La negativa a ceder las viviendas gratis a los vecinos (malamente se podía hacer esto toda vez que estaban hipotecadas) rompió la paz social entre la Cofradía y los vecinos del Nodo; los cortejos inmobiliarios fracasaron hasta por tres veces debido en todas ellas a las excesivas apetencias económicas de la Cofradía y con ellos se frustró la posibilidad de hacer un Nodo nuevo; y la intervención del PSOE, partidario de descabalgar a la Cofradía de la gestión de la rula, tuvo dos efectos: dividir a los pescadores en dos bandos irreconciliables (los partidarios de echarle un pulso a los socialistas y los que preferían avenirse a la nueva "doctrina" pesquera). Al final, ni unos ni otros: la gestión de la nueva rula pasó a manos públicas y la Cofradía perdió su última fuente de ingresos y con ella la posibilidad de salvar el Nodo.

De entonces para acá, todo han sido parches: venta indiscrimada de viviendas en el Nodo para "ir tapando agujeros" y medidas a cual más impopulares para obtener ingresos de los inquilinos a fin de financiar los gastos básicos de mantenimiento del poblado. La agonía del barrio marinero, sin embargo, parece no tocar a su fin. Aún queda por sustanciar el futuro de la veintena de inquilinos amenazados de desahucio, los viales del barrio están pendiente de traspaso al Ayuntamiento (el trámite está bloqueado por culpa de las cargas que gravan las infraestructuras públicas del Nodo) y la liquidación de anual del IBI sigue siendo una tortura para la Cofradía debido a que no está hecha la segregación catastral del poblado y el Fisco gira un único recibo que la Cofradía se ve negra para pagar por la consabida falta de ingresos. Así es que, como advierte el patrón mayor, "el Nodo se va a pique"; o alguien echa pronto un cabo al que asirse o esto se hunde.

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