Cada seis minutos se produce un ictus en España y cada catorce fallece un español víctima de esta patología que provoca la primera causa de dependencia en el territorio nacional y la segunda de demencia tras el Alzeimer. A su vez, es la segunda causa de muerte en los países desarrollados. De esta grave dolencia habla esta tarde la doctora Lorena Benavente, miembro de la unidad de ictus del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). La charla da comienzo a las 19.30 horas en el Centro de Servicios Universitarios de la calle La Ferrería. La entrada es libre hasta completar el aforo.

-¿Es lo mismo ictus que accidente cerebro vascular (ACV), embolia o trombosis?

-Con la palabra ictus, que es un término más moderno, abarcamos todos los citados y se incluye la vertiente de infarto cerebral y la hemorragia cerebral coloquialmente conocida como derrame cerebral.

-Hay factores que pueden aumentar las posibilidades de padecer un ictus, unos son controlables y otros no. ¿Nos describe ambos?

-No podemos controlar la edad (se asocia a la tercera edad), el sexo (afecta más a las mujeres), la predisposición genética o la raza. En cambio, hay factores de riesgo que son modificables, como la hipertensión, la diabetes, la hipercolesterolemia o los hábitos tóxicos (tabaco y consumo excesivo de alcohol o drogas). Ante los factores de riesgo no modificable no podemos hacer nada, pero frente a los que son modificables podemos actuar tanto desde el punto de vista de la prevención primaria con hábitos saludables (dieta, ejercicio moderado, consumo moderado de alcohol, evitar el tabaco y otras drogas) como controlar esos otros factores (diabetes, tensión y colesterol) mediante tratamientos farmacológicos.

-¿Cómo se manifiesta?

-El ictus reúne múltiples síntomas neurológicos, algunos de los cuales son muy claros si aparecen de forma brusca: alteración del lenguaje, desviación de la boca, parálisis facial, pérdida de fuerza del brazo o brazo y pierna o adormecimiento de la mitad del cuerpo (brazo o pierna del mismo lado).

-Una vez manifestados estos síntomas, ¿hasta qué punto es importante la rápida actuación?

-La intervención rápida es primordial cuando se tiene un ictus isquémico agudo; la parte del cerebro que se queda sin riego sanguíneo es capaz de estar vivo pocas horas si no recuperamos el flujo sanguíneo en esa zona del cerebro. Existe un margen de cuatro horas y media desde que comienzan los síntomas hasta que intervenimos. Por lo tanto, hay que avisar y acudir rápido al hospital para diagnosticar un ictus de tipo de infarto cerebral, desobstruir la arteria afectada y recuperar el riego sanguíneo.

-¿Cómo es la recuperación de esta patología?

-No todos los pacientes se recuperan al cien por cien porque hay un trozo de tejido que inexosablemente se infarta. Y a medida que pasa el tiempo, esa parte de tejido que sufre la falta de riego es mayor. Siempre va a haber algo que inevitablemente se deteriore, se muera, aunque no siempre haya secuelas. Si actuamos a tiempo éstas pueden ser nulas y por tanto la recuperación de las funciones puede ser completa.

-¿Estamos hablando de una patología muy grave?

-Así es y tiene una alta tasa de mortalidad y de dependencia. Cada seis minutos se produce un ictus en España y cada catorce muere un español por esta patología. En el HUCA se atienden 900 ictus al año, entre isquémicos y hemorrágicos, el 80% u 85% de los cuales son isquémicos.

-¿Cómo son las secuelas?

-La tasa de dependencia de los ictus isquémicos es muy alta; hasta el 50% de los afectados padece una discapacidad moderada, con pérdida de movilidad, capacidad de hablar y razonamiento. También se asocia al deterioro cognitivo y a la demencia y resta calidad de vida porque quita independencia a la persona, además de ser un grave componente de depresión.