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El aniversario de una visita estelar

El día que Pitt fue arquitecto en Avilés

La visita del actor de Hollywood para conocer los proyectos urbanísticos de la ciudad, hace cinco años, fue el momento más deslumbrante del "efecto Niemeyer"

Brad Pitt, hace cinco años, en la explanada del Niemeyer, entonces en construcción. NARDO VILLABOY

Brad Pitt estuvo en Avilés, y con él llegó el momento más deslumbrante del "efecto Niemeyer", hace ahora cinco años. Las fotos de Pitt en traje de faena visitando las obras de un centro cultural que entonces estaba aún en pañales dieron la vuelta al mundo por lo insólito de la escena y lo inverosímil del destino elegido para empaparse en el arte del padre de la arquitectura brasileña. Envuelta en el misterio como ninguna otra de las actividades del Niemeyer de Natalio Grueso, la visita de Brad Pitt quedará para los anales como una manera de hacer espectáculo: por sorpresa, sin aviso previo y sin casi opción para que los ciudadanos de a pie echaran un vistazo a la estrella.

Fue, quizá también, el momento de mayor esplendor del proyecto de Natalio Grueso. A partir de aquél día nadie pudo desconfiar de que los contactos que atesoraba no estaban al alcance de cualquiera. Hasta los más incrédulos se lo pensaron antes de criticar los gastos, desconocidos, de la visita. Y aún no había entonces un centro cultural en funcionamiento que gestionar, del que pagar facturas y tener al día con una actividad constante. Sólo había fuegos artificiales de indudable efectividad, bajo el paraguas de estrellas internacionales y distribuidos al alimón por el calendario de un Avilés ávido de novedades.

Y sin embargo Pitt no tuvo nada que ver con la programación de eventos. El visitante más famoso de la ciudad vino por motivos empresariales. Ni cantó, ni bailó ni presentó una exposición de pintura, como otras estrellas que vinieron precisamente a exhibir sus habilidades más desconocidas. Pitt vino como representante de una firma de arquitectura, interesado en el proyecto de regeneración urbana ligado al Niemeyer: la Isla de la Innovación.

Según fuentes conocedoras de los entresijos de aquella visita, Natalio Grueso le contó el proyecto y las posibilidades de construcción que se abrían en los antiguos terrenos siderúrgicos. Al actor, amante de la arquitectura, que ha hecho sus pinitos en ese campo, le pareció que podía ser una oportunidad para su obra. Y acudió a conocer de primera mano las condiciones técnicas y económicas, saludó al entonces Presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, y a su hijo, se paseó con algunos concejales y disfrutó de la gastronomía.

La visita a las obras del Niemeyer fue el acto central de su rápida visita a Avilés. Con el casco de obra puesto, gafas de sol y camisa blanca, recorrió todo el recinto, se subió a los andamios, tomó fotografías y preguntó datos. Después aseguró estar "entusiasmado".

De las aspiraciones arquitectónicas de Pitt ya no fue posible tener más noticia. El proyecto de la Isla de la Innovación, que después sería objeto de un disputado concurso de arquitectos para realizar su planificación, está actualmente en dique seco. La falta de apoyos del gobierno socialista avilesino para tramitar el plan de la nueva centralidad, la crisis y los recelos del Gobierno central lo llevaron a esta situación. El PSOE avilesino intentará, antes de que acabe el mandato, quemar los cartuchos necesarios para recuperar un proyecto que la oposición ve demasiado fantasioso para este tiempo.

Las estrellas siguieron llegando un tiempo, aunque -quizá con la excepción de Woody Allen- no alcanzaron la misma repercusión. Después se presentarían los conflictos políticos y también las investigaciones sobre gastos impropios y facturas falsas, que acabarían alejando a Grueso a buscar los garbanzos en otras tierras.

A Brad Pitt no le esperaba nadie en una ciudad en plena resaca de las fiestas de San Agustín y que languidecía una tarde de domingo. Difícil era reconocer al actor paseando por la ciudad, por lo insólito. Después la noticia se extendió y vino la locura. El palacio de Ferrera, donde estaba alojado, quedó en estado de asedio, y un saludo mínimo desde la ventana fue la recompensa para los fans. Y las apenas 24 horas que Pitt pasó en Avilés le bastaron para entrar en la historia local.

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