"Don Cefe siempre está dispuesto a todo y nunca nos dice que no; es como un abuelo, que aunque quiera enfadarse con nosotros, no sabe; es un gran maestro, es el maquinista de tren de nuestra vida", lisonjearon ayer los niños de la catequesis de la parroquia de Illas durante la misa en la que se conmemoraba el medio siglo de predicación de Ceferino Suárez. La iglesia de La Callezuela se quedó pequeña para homenajear al cura de Illas, que se vio rodeado de amigos y familiares para conmemorar una vocación que le llegó cuando apenas tenía seis años.

"A los siete años mi amigo Enrique ya escuchaba las misas que yo le decía por los prados", recordaba el párroco tras la lectura del Evangelio por parte del vicario de zona, Manuel Antonio Díaz. Ceferino Suárez agradeció a sus padres, que en 1954 le llevaron al seminario de Covadonga, aunque durante unos meses "de hambre y penuria" pensaron en concluir su estancia en el Real Sitio. "Y ahí se obró el primer milagro de mi vida": un matrimonio decidió sufragarle la carrera. El cura de Illas se ordenó sacerdote el 14 de marzo de 1964 y entonces inició su periplo por varias parroquias asturianas, como Faedo, Ventanielles, La Tenderina o Somiedo. "Merecen especial atención los 35 años en Madrid y el encuentro con mi familia", cuatro niños de nombres Pablo, Carlos Loli y Raúl, a los que adoptó tras el fallecimiento de sus padres: "Con ellos descubrí un mundo en pequeño; me hicieron ver que las cosas más fundamentales son las más elementales. Me dejé guiar por el corazón y ellos me facilitaron las cosas".

De su etapa madrileña también recordó su estancia en el Centro Asturiano de Madrid, "un hogar durante 24 años", y las parroquias de Santa Teresa y Santa Isabel, en Chamberí: "Allí me enseñaron lo equivocado que era en tiempos de crisis exiliarse en el retiro interior". Y de Madrid a Illas, donde decidió retirarse, un concejo donde "se acaricia la paz y la concordia". "Por eso, en un clima humano como el de hoy (por ayer) me atrevo a abrir el libro de mi vida. Hoy veo con más claridad lo mucho que vosotros habéis escrito en él. Con vosotros a mi lado siento una abundancia sobrecogedora. Sin embargo, el sentido de mi vida no depende sólo del final o de actos como éste sino que tiene forma de sinfonía: cada momento es decisivo", concluyó Ceferino Suárez.

En la misa de acción de gracias participaron los párrocos de la zona, como José Manuel Feito o Daniel Fernández, y sentados en los bancos, amigos, familiares y vecinos -incluido el alcalde de Illas, Alberto Tirador- que no dudaron en trasladar su afecto y cariño al párroco. Tras la misa, todos se trasladaron a un restaurante de Cudillero donde, sin duda, se vivieron momentos felices.