A nadie se le escapa que la figura de Pablo Iglesias se ha convertido en un auténtico fenómeno sociológico y psicosocial en España. A pesar de las dudas, peros y tachas que se le puedan e incluso se le deban poner, el discurso de este hombre y su indudable coraje para afrontar un reto político y social de la envergadura del que tiene frente a sí, está encontrando un inesperado, sorprendente y masivo eco en el sentir colectivo de la nación española, mucho más allá de posicionamientos ideológicos al uso o de adhesiones políticas previas.

Cabría preguntarse si frente a la gravísima crisis moral de nuestro tiempo, no es el mismísimo inconsciente colectivo de este país, quien está respondiendo mediante intuitivo reconocimiento ante un genuino liderazgo arquetípico -la emergencia mítica del héroe en tiempos de caos y extrema necesidad- meritoriamente conquistado en el cotidiano escenario mediático español, por parte de la personalidad de Pablo Iglesias, un aparentemente insignificante David confrontado a las contrafiguras del "héroe", titanes de un ya insoportable carrusel político en el que giran y palabrean sin cesar, la práctica totalidad del resto de sus adversarios políticos.

Una importante mayoría de la población parece estar respondiendo y reaccionando desde un trasfondo de emotividad inconsciente, sobreactivada por grises horizontes de desesperanza, impotencia y miedo, ante la cruda realidad de un engranaje político y social ya caduco e insostenible, en un país que grita un unísono "no", mientras eleva el tono del "sí", ante la emergencia social de esta nueva potencialidad encarnada y representada por el Podemos de Pablo Iglesias.

Aunque todo el mundo conoce por inmediata experiencia que el sistema de creencias de una persona no siempre ni necesariamente resulta congruente con su personalidad y realidad psicológica, cabría situarse en la hipótesis de que el imparable e in crescendo apoyo de los españoles a Pablo Iglesias, esté siendo motivado y se justifique satisfactoriamente, en una respuesta emocional colectiva, casi desesperada, ante un alienante sentimiento de impotencia e indignación, al que se suman graves problemas económicos a los que muchas personas se enfrentan, así como a las trágicas consecuencias que a menudo se derivan de los mismos.

Quienes lean estas líneas acaso se pregunten, ¿por qué hablar de inconsciente colectivo y no únicamente de un sumatorio de reflexiones racionales y conscientes, convergentes entre muchas personas en torno a la lamentable realidad social y política española? C. G. Jung observó y anunció la acción de arquetipos en el comportamiento humano individual y colectivo, moldes o patrones estructurales innatos e inconscientes que animan la vida psíquica y natural del hombre -el alma humana-, al modo de contenidos y dinámicas comportamentales que determinan -incitando, motivando y propiciando-, experiencias y situaciones capaces de garantizar y sostener la totalidad del despliegue y desarrollo de una vida humana, en sus propios y específicos términos.

En un contexto de indignación y desesperanza social como el que se vive en España, la respuesta colectiva podría estar siendo originada y secundada por dichas estructuras inconscientes, arcaicas o primordiales, en una especie de "uncion" o "sello mágico" otorgado por el sentir colectivo, cada día con más fuerza y generalización, en la figura de Pablo Iglesias, contra-figura del poder establecido, tanto en sus aspectos formales, aparenciales, de discurso, como en cuanto a su lenguaje y comportamiento no verbal.

La propia apariencia de Pablo Iglesias, desenfadada, informal, no uniformada, carente de pretenciosidad, su aspecto aparentemente frágil y "desprotegido" aunque enérgico frente a la "seriedad" y formalidad de sus oponentes, la calma y frescura juvenil de su sonrisa, su eficaz gobierno de la palabra, el temple desde el que sostiene y soporta habitualmente las tensiones generadas en los debates en los que participa, a menudo desarmando a sus interlocutores, ha ido calando en un amplísimo sector de la población española y encontrando el "simpático eco" que todo líder precisa para encarar espiritualmente -psíquicamente-, la correspondiente tarea colectiva encomendada.

Y es aquí donde queremos hacer el oportuno y decidido hincapié: Pablo Iglesias y el significante linguístico colectivo que lidera, Podemos, no alcanza el inusitado respaldo social con el que hoy en día cuenta, meramente por incorporarse racionalmente a la oferta política actual, sino que es el propio sentir de buena parte de la sociedad -como expresión de lo inconsciente colectivo activado-, el factor -en su acepción etimológica de 'hacedor'-eficaz en "seleccionar" e "identificar" un adecuado candidato sobre el que depositar la necesaria energía psíquica colectiva capaz de mover y conmover la palanca de una transformación radical del panorama social y político español, mediante un oportuno e histórico giro, de dimensiones y calado sin precedentes en las últimas décadas.

Para ello, lo inconsciente colectivo precisa de un único y esencial ingrediente en el candidato, una cualidad o estatus que no puede ser impostado por propia definición: autenticidad, congruencia entre consciencia e inconsciente, entre el Yo y su Ello, entre el discurso pretendido y la personalidad que lo sostiene.

Las Unidades de Acción (AU) propuestas por Ekman para dar cumplida cuenta de las expresiones faciales de las personas, así como la gestonomía observable en Pablo Iglesias, permiten apostar desde el análisis del comportamiento no verbal, por la mencionada cualidad de autenticidad, esto es, por la congruencia entre el discurso racional, intencional, estratégico y las emociones que tienen su escenario corporal y reflejo fisionómico en expresiones, gestos, proxémica y prosodia, procedentes del psiquismo natural, autónomo e inconsciente de Pablo Iglesias, desde una involuntaria puesta en escena independiente y ajena a todo engaño intencional.

Sonrisa verdadera -sin rastro de la tan común pseudo-sonrisa de Duchenne-, expresiones faciales de gravedad y sostén asertivo, mirada firme, grave, en ocasiones severa, alegre o indulgente, en sintonía y perfecto alineamiento e integración con el contexto interactivo en el que se halle. Inteligencia verbal y admirable versatilidad y riqueza en la fluencia léxica, lenguaje preciso, prosodia sugestiva y eficaz, adecuada vocalización y sabio manejo de los tiempos en la comunicación, tanto en el monólogo expositivo de su propio discurso como en el diálogo frente a sus interlocutores.

Su posible ingenuidad y falta de experiencia sobre ciertos temas socioeconómicos, así como la pretensión de justificarlo todo desde una impecabilidad imposible; la agresividad que parece activarse frente a rivales o adversarios que tantean un jaque a la estatura y cualificación moral de tan inesperado y "juvenil" contertulio, podrían ser otros tantos atributos identificables en el espectro actitudinal de Pablo Iglesias.

Y sí, a pesar de las no pocas dudas iniciales, tras observación y análisis del hombre Pablo Iglesias y sus expresiones, discurso, significantes habituales, gestonomía y expresiones faciales (AU), prosodia y proxémica..., mi conclusión es esta: estamos frente al hombre de mañana, no en un sentido retórico ni figurado, sino relativo a la manifestación de un nuevo modelo de político más acorde con la conciencia y sentimientos (inconsciente) de gran parte de las nuevas generaciones, acaso una realidad emergente bien avenida con las reflexiones del investigador político neozelandés, James R. Flynn, quién llamó la atención sobre el hecho de que cada nueva generación evidencia un cociente intelectual (C.I.) varios puntos por encima del promedio de la década precedente, - el denominado "efecto Flynn"-, lo cual no deja de constituir ciertamente, un dato esperanzador.