La plantilla de Alcoa volvió a recibir ayer, esta vez en Galicia, un multitudinario respaldo ciudadano en su protesta contra la amenaza de cierre de la multinacional sobre sus plantas de Avilés y La Coruña. Tras el éxito rotundo de la manifestación de Avilés la tarde del jueves, ayer la reivindicación de una solución al problema eléctrico de la multinacional recorrió las calles de La Coruña, pero esta vez bajo los paraguas. Miles de personas (10.000 según el presidente del comité de empresa, 4.500 según la Policía) partieron de la plaza de A Palloza tras una pancarta en la que se leía el lema "No al cierre. Energía solución", hasta la Delegación del Gobierno.

A diferencia de lo que ocurrió en Avilés, la de ayer no fue la más numerosa de las celebradas los últimos años en La Coruña, pero sí la más ruidosa. Los más jóvenes de la planta coruñesa sacaron a la calle un completo arsenal de bengalas, botes de humo, petardos, bombos, tambores y gaitas que calentaron el ambiente.

Al grito de "Soria, escoita, Alcoa está en loita", los empleados de la factoría de A Grela lanzaron varias bengalas y potentes petardos que hicieron que el eco de la protesta llegase mucho más allá de Linares Rivas. De cumplir su amenaza, la multinacional estadounidense dejará en la calle a 400 empleados coruñeses y a otros tantos asturianos en cuanto empiece 2015 y amenazará la continuidad de la fábrica de Lugo, que con 1.200 trabajadores, tiene en las plantas menores de la multinacional su principal cliente.

Hubo alusiones al Ministro de Industria al grito de "Soria, cobarde, Coruña está que arde", entre otras proclamas. Por detrás de los empleados de Alcoa en A Coruña desfilaron los más de cien trabajadores desplazados desde Avilés en autobuses y coches particulares, ataviados con camisetas amarillas. Precisamente fueron un conjunto de avilesinos quienes protagonizaron una de las escenas más emotivas de la protesta, cuando la marcha acababa de arrancar y en medio de las nubes de humo provocadas por las bengalas se escucho un potente grito: "No se cierra, no se cierra. ¡Hay que ir a muerte!", tras el que emergió una decena de trabajadores de Avilés, que se unían en ese momento a la manifestación y recibieron un sonoro abrazo.

El hermanamiento de los trabajadores de las dos plantas fue visible de principio a fin. Tanto que al final, en tierras gallegas, cerró la marcha un emotivo y cantado al unísono "Asturias, patria querida".