La iglesia de Taborneda se convierte una vez al año en un pequeño zoológico de animales de compañía. La misa en honor a San Antón, un monje ermitaño considerado el protector de los animales, congregó ayer de nuevo a decenas de personas que no dudaron en bendecir a sus mascotas. Perros y gatos, sobre todo, pero también conejos o tortugas fueron algunos integrantes de la particular procesión que a mediados de enero atrae a Illas cada vez a más curiosos.

Los asistentes a la bendición echaron en falta a la persona que durante los últimos años ungía a las mascotas con gran regocijo. El párroco Ceferino Suárez se vio obligado a ausentarse en la celebración por motivos de salud. Fue sustituido por un sacerdote salesiano del colegio Santo Ángel, que puso buena cara a una jornada protagonizada por la lluvia y el viento. Previo a la bendición, ofició una misa

El mal tiempo, no obstante, no fue óbice para que la ermita de San Antón se llenara de fieles, o no, de todas las edades. Grandes y pequeños querían ser los primeros en recibir el agua bendita. Algunos ya eran veteranos en la celebración; otros, decidieron acudir a la localidad de Illas tras conocer la festividad por el boca oreja o por haber decidido, en el último año, llevar una nueva mascota a sus casas.

Los grandes protagonistas, los animales, soportaron estoicamente la espera y el frío. Algunos de las mascotas, sin embargo, iban ataviadas para la ocasión con algunas de sus mejores galas, por lo que la baja temperatura fue el menor de sus problemas.

La festividad de San Antón se celebraba hace años en la iglesia de La Magdalena, donde el entonces párroco, Julián Ron, bendecía a los animales siguiendo la doctrina del monje ermitaño cuyo currículo también incluye el cargo de patrono de los tejedores de cestas, de los sepultureros y de los fabricantes de cepillos. En Taborneda continúan la tradición que, por lo visto hasta ahora, tiene visos de perdurar muchos años.