Jennifer Terriña trabaja de camarera en uno de los locales más próximos a la playa de La Ribera, uno de los que fue destrozado durante los temporales de mar de febrero y marzo de 2014. Terriña temía que durante la tarde del pasado martes las olas volvieran a inundar esta cafetería. Por suerte, el oleaje apenas afectó al paseo de La Ribera y tan sólo se saltaron varias tapas de alcantarilla, que serían repuestas durante esa misma tarde del primero de los dos días de temporal de la pasada semana. Los dueños de establecimientos de Luanco de la zona más próxima a La Ribera y la calle San Juan aprendieron la lección y han puesto medidas para que sus locales no se inunden como ocurrió el pasado año en una decena de negocios. Los comerciantes ya colocan tablones ajustados con silicona en los márgenes para intentar que entre el menor agua posible a sus locales. Otros establecimientos han colocado protectores metálicos en las ventanas con el mismo fin.

Por suerte, el oleaje de la semana pasada estaba controlado. Las olas apenas alcanzaron los cuatro metros, nada que ver con los diez que se registraron en las jornadas de temporal de febrero y marzo del pasado año. "Este temporal es normal", afirmó el concejal encargado de Protección Civil, Manuel Alberto Martínez Matías, que activó el operativo de seguridad pese a ser consciente de que el fuerte oleaje apenas afectaría a la fachada marítima de Luanco. Tan sólo se registraron pequeñas inundaciones en la planta baja del centro de mayores, algo casi habitual en los días cuando la marea sube más de la cuenta.

"Si hubiera llovido con fuerza, habría más problemas, pero estando así, todo está controlado", añadió Martínez Matías mientras conversaba con los voluntarios de Protección Civil por el "walkie-talkie". La red de aguas de esta parte de Luanco funcionó a las mil maravillas durante la tarde del pasado martes. "Está drenando bien, si llueve hubiera sido peor", recalcó el concejal popular.

Una de las claves que tienen los luanquinos para saber si el temporal afectará o no a la fachada marítima está en el puerto viejo. Si el mar cubre la cabecera del muelle, entonces habrá problemas. Eso mismo ocurrió en los temporales de febrero y marzo de 2014, no así en el de la semana pasada. "Es una marea alta dura, pero no peligrosa", indicó Cayetano Pelayo, uno de los pequeños empresarios de la calle San Juan, que también protegió la entrada de su local con tablones "por si las moscas".

Lo mismo hizo María José Palos y buena parte de los negocios que lindan con la playa de La Ribera. Otros mantuvieron el local cerrado a cal y canto en la parte más próxima a la playa y siguieron desde las ventanas las olas que superaban el muro pegado a este arenal. Tras los desperfectos generados el pasado año, los luanquinos han aprendido la lección y ahora están preparados contra el temporal. "Pero mejor que no haya más y que la mar nos respete", concluyó un vecino.