Antonio Ceferino González es, sobre todo, un amante de la bicicleta. Este jubilado de Arcelor-Mittal se enamoró perdidamente de su biciclo cuando se jubiló en 2007 a los 60 años. Comenzó a realizar pequeñas rutas y escribir crónicas de sus andanzas y a tomar fotografías de sus salidas a Pirineos, a los Alpes y a un buen número de puertos y llanuras de Asturias, pero sobre todo, europeas. Después de siete años describiendo sus etapas, decidió reunirlas en el libro "Abu está en las montañas. Marchas cicloturistas por Pirineos, Alpes y Dolomitas", compuesto por 350 páginas y cuatrocientas fotografías. Este cicloturista convencido comenzó a dar sus primeras pedaladas contadas cuando formaba parte del club de Ensidesa. Ahora, es el secretario del Club Ciclista de Trasona. "La verdad es que el club de Trasona fue un hallazgo", remarca González.

En cada uno de sus relatos, este deportista jubilado da pinceladas históricas, aporta apuntes personales y describe cada uno de los lugares que visita montado en su bicicleta. "Hablo, por ejemplo, de las luchas italo-francesas, del santuario de Lourdes, del idioma ladino, que se habla en un valle del norte de Italia; de las navajas Opinell de Francia?", relata. Y añade: "En el libro figuran la subida a 127 puertos distintos incluyendo las siete veces del Tourmalet, de los cuales 43 de ellos tienen más de 2.000 metros de altura".

El título del libro, "Abu está en las montañas", es cosa de su nieto Gonzalo, que actualmente tiene 7 años. "Cuando la gente le preguntaba ¿dónde está el abuelo? Él decía 'Abu está en las montañas', porque solía andar en bicicleta subiendo algún puerto", cuenta Antonio Ceferino González.

"Las personas que no realizan cicloturismo no saben lo que se pierden, es una manera diferente de viajar. En Asturias, por ejemplo, me encanta el Suroccidente, tiene mucho encanto y poco tráfico, también los Picos de Europa, respiras aire puro, haces deporte ¿Hay algo mejor? Y además, aprendes. Hay un lanchero en el pantano de Grandas de Salime, es un chaval majísimo y mucha gente no sabe ni que hay un lanchero en esa zona", relata con entusiasmo este hombre que ha visitado Francia, Italia, Andorra y ya tiene previsto ir a Suiza en próximas fechas, eso sí, acompañado de su inseparable bicicleta de carretera.

El libro que escribió entre 2007 y 2014 es una guía de viajes en bicicleta con sesenta y tres rutas con el más mínimo detalle. "Cuando fui a los Alpes, saqué quinientas fotos, muchas salieron mal. En definitiva, que tengo material de sobra", recalca González, que defiende el cicloturismo a capa y espada "porque incluso hasta se gasta poco". "En mis viajes nunca gasté más de setenta euros al día en hoteles, es una muy buena manera de hacer turismo", recalca.

Ha subido puertos de más de dos mil metros de altura en decenas de ocasiones y ha descubierto lugares en los Alpes donde incluso se cerraba el puerto para el uso exclusivo de los ciclistas. "Eso sí, de ocho a once de la mañana", matiza. Tiene guardadas en su memoria millones de relatos vinculados con el ciclismo, como la muerte de Tom Simpson en el año 1967, que falleció en plena carrera tras consumir anfetaminas, alcohol en una jornada de mucho calor. "Eran otros tiempos y de aquella no había controles antidoping", indica. Esas y otras historias aparecen en su libro, en el que se entremezclan sus visiones personales subido a una bicicleta, la ruta del viaje, con hechos vinculados con los espacios que va recorriendo.

Este praviano, natural de Selgas, montó en bici cuando era joven para trasladarse de su aldea natal a la capital del concejo, pero poco más. "De los sesenta a los ochenta, apenas monté en bici", apostilla. En 1984 comenzó a "tontear" con el biciclo y dos años más tarde se inscribió en el Club Ciclista Ensidesa. En 2008, cambió de club y se fue al de Trasona para realizar más rutas internacionales. "Ahora suelo salir entre semana, y al año, debo hacer unos 14.000 kilómetros, que no son muchos", afirma.

El libro puede adquirirse a través de la página web www.artgerust.com, en la sede del Club Ciclista de Trasona los jueves desde las ocho y media hasta las diez de la noche y en una conocida tienda especializada en ciclismo de la calle Pruneda de Avilés, a un precio de 22 euros.