La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

MIGUEL MANZANO | Compositor, estrena el sábado la obra "Lucernario" en la Semana de Música Religiosa de Avilés

"Es un disparate por parte de la Iglesia haber suprimido la figura del organista"

"En las catedrales es donde menos música suena, y sobre todo música histórica compuesta para gran órgano"

Es una figura de renombre en el mundo de la música española. Organista, etnomusicólogo y compositor, Miguel Manzano Alonso (Zamora, 1934) estará el sábado en Avilés para asistir al estreno de la primera parte de su obra Lucernario que interpretarán el Coro de Cámara de la Universidad de Salamanca y los organistas Judith Helvia García y Delia Manzano en el marco de la Semana de Música Religiosa que se celebrará en la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery.

-¿Qué es Lucernario?

-Es una colección de himnos de canto gregoriano, algunos del siglo VI, que apenas se oyen. El gregoriano se canta escasamente y no deja de ser la fuente y origen de todo lo que la música occidental ha sido desde el siglo X.Volver atrás supone regresar a las raíces de una música que no se oye y a la vez incluir elementos de lo que ha progresado hasta la actualidad. Eso me influyó a mezclar sonidos gregorianos, corales y de órgano, instrumento que acompaña en el templo.

-¿Cómo nació la obra?

-Los dos primeros himnos -tiene doce- los hice para un congreso en el 2013 en Salamanca que conmemoraba los 500 años del comienzo de la construcción de la catedral. Son músicas para oír, para estar en silencio, para meditar. Tienen disonancias y algunos atrevimientos. Tanto la gente creyente como la no creyente dicen que es música para descansar, para poner de fondo. Están pensados para una catedral o iglesia amplia, para que resuenen y reboten.

-Esta composición recupera una vieja tradición. ¿En qué consiste?

-Los versus de órgano, una pieza corta, de aproximadamente un minuto, que el organista improvisaba al cabo de una estrofa de un himno; hacía una exposición breve sobre lo que acababa de oír.

-También es autor de Los salmos para el pueblo que canta medio mundo en las iglesias.

-Son el extremo contrario a los himnos. Cuando los escribí, hace unos cuarenta años, pensé en meter el ritmo y la guitarra en las liturgias parroquiales domésticas. En los Salmos hay algunas raíces gregorianas y sonoridades antiguas además de una armonía rica. Supone volver a otra música, para disfrutar de otra manera.

-¿Cómo valora la trayectoria de este tipo de obras con las que participan los fieles dentro de la misa?

-Entre las miles de canciones que se han hecho desde el Concilio Vaticano para acá quienes han fomentado las obras son las editoriales de discos. Hay material de sobra para elegir 300 canciones y ponerlas en el episcopado pero como no hay control, en la iglesia de oyen barbaridades. Las obras que cantan los fieles en la liturgia no son buenas porque no lo quiere la Iglesia.

-¿Considera que la Iglesia reconoce el valor de la música de los siglos XVIII y XIX?

-Como músicas son de lo más bello, pero desde el punto de vista participativo son un desastre. Para oírlas en un concierto en la iglesia, sí, pero no tienen sentido de participación en el asamblea. Estudié liturgia en Francia y mis profesores eran cabezas de un movimiento que combinaba la intervención de un coro con un organista y una asamblea que participaba con el coro. En España la cultura musical no llegó nunca a este punto. Los conciertos de música religiosa son simplemente históricos: la gente va a escuchar temas magníficos pero sin participar ni entender el texto. Si no hay una pedagogía del concierto, mal van a entender. El texto hay que exponerlo antes. Afortunadamente se empiezan a explicar las obras. Cuando el director tiene un mínimo de interés por el contenido, sitúa la obra y el público disfruta.

-Usted es organista, figura que desapareció de las iglesias. ¿Qué opinión le merece?

-Un disparate por parte de la Iglesia. Cada órgano debería tener su titular pagado para que ningún instrumento quedara sin sonar, por lo menos los de las grandes capitales. Se ha dejado morir este sonido . En las catedrales es donde menos música suena y sobre todo música histórica compuesta para gran órgano.

-Ha sido profesor en la Universidad de Salamanca. ¿Cómo ha visto evolucionar la enseñanza?

-Durante diez años fui profesor de música popular; partía de las melodías que están en los cancioneros para explicar su material musical y que se entendieran bien los sistemas melódicos. A diferencia de entonces, hoy, los etnomusicólogos estudian todo lo que no es música de la música popular, lo que son las circunstancias étnicas que rodean a la música. Es absurdo, se estudian los significados pero no la música en sí.

Compartir el artículo

stats