El encuentro de la Venia reunió ayer a centenares de personas en el entorno de la playa de La Ribera. Los vecinos y visitantes no querían perderse esta tradicional procesión que simboliza la resurrección de Jesucristo y el reencuentro con su madre, la Virgen. El fuerte viento que hizo su presencia durante la mañana de ayer no impidió a César Menéndez, abanderado de la procesión, realizar con maestría los tres giros de pendón a ras de arena por quinto año consecutivo. Como suele ser habitual, Menéndez movió la bandera de la Cofradía de pescadores sin tocar el suelo, lo que derivará en un buen año para los marineros locales, como manda la tradición que rodea al encuentro de la Venia desde el siglo XVIII.

La procesión fue puntual. Minutos después del mediodía, la comitiva de la Virgen, cubierta por un manto negro que simboliza el luto por la muerte de su Hijo, partió de la capilla de La Concepción con destino a la playa de La Ribera. Al mismo tiempo, la comitiva de Jesús Resucitado hizo lo propio desde la iglesia de Santa María de Luanco hasta el arenal luanquín. Mientras tanto, decenas de vecinos y visitantes se iban colocando o bien en el paseo marítimo o bien a ras de arena para no perderse detalle del encuentro. Algunos tomaban fotografías de los momentos previos a la llegada de la procesión para calentar los disparadores de sus cámaras antes de la llegada del encuentro de la Venia.

La comitiva que acompañó la imagen de Jesús Resucitado fue la primera en llegar a la playa de La Ribera desde la iglesia en compañía de las autoridades locales entre las que se hallaba el alcalde, Ramón Artime, y otros ediles del gobierno municipal. Momentos después, hacía lo propio la comitiva de la Virgen enlutada acompañada por el abanderado César Menéndez, entre otros. Ambos pasos se reunieron en la arena de la playa pasadas las doce y media de la mañana. Fue entonces cuando César Menéndez se separó unos metros de la imagen de la Virgen enlutada y sus costaleros y dio pequeños pasos en dirección a la figura de Jesucristo.

Con gran solemnidad realizó tres genuflexiones y movió el pendón rojo de la Cofradía de pescadores en otras tantas ocasiones y sin tocar la arena. En ese momento es cuando se produce la Venia y los costaleros que portaban la imagen de la Virgen le retiraron su mantón negro para que pudiera admirar a su Hijo por primera vez tras su fallecimiento unos días atrás.

Los asistentes sacaron de nuevo sus teléfonos móviles y sus cámaras de fotos para retratar este momento que entremezcla el fervor religioso con la tradición marinera.

La Banda de San Martín del Rey Aurelio, casi imprescindible en las celebraciones religiosas de Luanco, fue la encargada de animar el encuentro con su música. Tras producirse la Venia, la agrupación tocó el himno de España y, posteriormente, "La Virgen milagrosa" para acompañar a las dos imágenes y ambas comitivas en dirección a la iglesia de Santa María de Luanco, para celebrar una misa solemne que marca el fin de la Semana Santa en el municipio gozoniego.