La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Reconocimiento a un doctor de casa

Julio Vallina, médico en Llano Ponte, recibe hoy un multitudinario homenaje que le ha pillado por sorpresa: "Me siento halagado; ni me jubilo ni estoy enfermo"

El médico de familia Julio Vallina, en su consulta. MARA VILLAMUZA

"Me siento halagado por este homenaje que me impulsa a mejorar mi capacidad de trabajo; la gente se merece que sea mejor", señala Julio Vallina, médico de familia del centro de salud de Llano Ponte, ante la cena-celebración que le han organizado sus pacientes en reconocimiento a su trayectoria profesional. Confiesa que le "asusta" este homenaje "porque está fuera de lo normal ya que ni me jubilo ni estoy enfermo, como puede parecer".

Afable y extrovertido, el doctor Vallina se ha ganado el afecto de cuantas personas acuden a su consulta. Escucha a sus pacientes y pone todos los medios a su alcance para resolver con agilidad los problemas que le plantean. "La gente necesita empatía. Los médicos tenemos que ayudar a los pacientes a mejorar su calidad de vida, incluso a veces interviniendo en conflictos familiares o laborales", indica este profesional nacido en La Felguera y originario de Noreña. Durante su juventud residió en Málaga y Gijón; actualmente vive en Villaviciosa "aunque me gustaría vivir en los alrededores de Avilés" para así evitar recorrer los 49 kilómetros que separan su casa del centro de salud.

Vallina lleva 26 años en Avilés, "más de media vida", dice. En este tiempo tuvo la oportunidad de cambiar de destino pero rehusó hacerlo porque "conozco a mi gente y estoy rodeado de buenos profesionales". Llegó a la ciudad en 1989 para formar parte de la plantilla del viejo ambulatorio de Llano Ponte. Tras una década en aquellas dependencias sanitarias pasó al centro de salud del Quirinal donde fue nombrado coordinador. "Había 26.000 personas y 13 médicos. Funcionaba muy bien, con un equipo de enfermería muy joven. Fue un centro puntero en Asturias, el primero sin humo", comenta al anotar "los formidables recuerdos que guardo de esa etapa. Había unos profesionales magníficos". Con la construcción del actual edificio que se asoma a la ría regresó a Llano Ponte, igualmente de coordinador, "por la plantilla; integrada por gente joven, entusiasta y con ganas de trabajar".

Se siente orgulloso de su quehacer diario y reconoce estar "enamorado de mi empresa y de la profesión pública. Asturias cuenta con uno de los mejores sistemas públicos de España", resalta. Si bien apuesta y defiende la gestión del Sespa (Servicio de Salud del Principado de Asturias), le gustaría que la mayor empresa de Asturias elaborara indicadores de calidad: "Utiliza los de gasto y no los de eficiencia. Los médicos somos gestores, nos tiene que preocupar que trabajamos con dinero público, pero en cuestión de eficiencia, el sistema no premia a quien lo es ni castiga a quien no lo es", añade aún reconociendo que "no hay sistema de incentivar que no sea perverso". De hecho, afirma que "la gran meta del médico de familia no es ahorrar; es recetar bien. Ser eficiente y accesible. Se trata de ser lo más efectivo posible en el menor tiempo y con el menor gasto"

A la hora de echar una mirada atrás y analizar las diferencias entre el antiguo médico de cabecera y de familia, Julio Vallina ensalza, antes de nada, la calidad humana y profesional de muchos médicos que le precedieron, hoy en día jubilados. Recuerda alguno de ellos, a los que dirige palabras de admiración, y el tiempo que compartieron durante sus primeros años en Avilés: "No teníamos ni electro; sólo hacíamos recetas y partes; la burocracia era tremenda". También habla del alto volumen de pacientes que había entonces: "Veíamos entre 60 y 80 en dos horas y media. Para hacer las historias tenía que esperar a los meses de verano en los que bajaban las consultas. Era una medicina injusta y antidiluviana", afirma. Por el contrario, el actual médico de familia "tiene competencias más grandes, están más habilitados. También disponemos de más medios, tanto informáticos como de sistemas de diagnóstico: ecógrafo o espirómetro", dice. Pero para este profesional, el gran cambio de la medicina de otro tiempo a la actual "es el tiempo de dedicación a los paciente, aunque seguimos estando masificados". Y aunque Llano Ponte no es un centro con demasiadas cartillas, apunta, diariamente pasan por su consulta entre 30 y 50 personas, número que varía en función de la estación del año. El tiempo de dedicación media es de seis minutos. "A veces nos sobra tiempo; en otras, en cambio, al paciente no le da tiempo ni a vestirse".

El doctor Vallina reconoce que algunos ciudadanos "abusan del sistema sanitario". Aún así, considera que instaurar el copago por consulta "es perverso" Cree que estos excesos se combatirían en parte mediante la puesta en marcha de campañas de educación sanitaria. No obstante, asegura que "quienes tienden a los abusos son personas con problemas psicosociales a los que no hay que excluir". Además de los crónicos y los mayores, un elevado número de pacientes que acuden a los centros de salud padecen patologías psíquicas, según apunta. En estas dolencias, "el médico de familia se implica mucho. No puedes remitirlos a psiquiatría cada dos por tres. El peso de atención primaria es fundamental".

Modificar los hábitos de vida de la población es uno de los retos a los que se enfrentan los médicos de familia "porque elevan el grado de salud. Pero tenemos en contra a la caja tonta (en referencia a la televisión) que echa abajo toda la estructura racional de la vida. Tenemos que instruir a los niños en el trabajo, la responsabilidad y la vida", concluye quien hoy recibe el cariño de sus pacientes con una cena en Casa Alvarín (22.00 horas) en la que participarán más de una centena de comensales.

Compartir el artículo

stats