Las propiedades inmobiliarias de la empresa Los Telares están hipotecadas y tienen, por tanto, difícil venta. Esto lo confirmaron ayer los representantes de los trabajadores de la empresa textil que fundó el industrial avilesino de origen astorgano Julián Rus. Aseguraron que se enteraron el jueves por la noche de que los actuales gerentes de la cadena -el fondo suizo Gryphus Partners que dirige Mauriq Taufiq- habían decidido liquidarla después de admitir que eran incapaces de seguir gestionándola.
Según fuentes consultadas, las hipotecas sobre naves y tiendas anclan la posibilidad de pagos a los acreedores de la compañía y es que es de ahí de donde el posible administrador concursal que vaya a nombrar el juez podría tirar para tratar de hacer caja. Lo demás que se puede poner a la venta es la escasa ropa que aún se mantiene en tiendas y en el almacén, el mobiliario de las oficinas y de locales, los equipos informáticos y las marcas. Con todo esto, según fuentes consultadas, la empresa puede hacerse con "cash", para solucionar parte de sus deudas, "pero nada más".
La primera fase del concurso de acreedores va, pues, por la búsqueda de dinero para pagar deudas. La ley determina el orden de cobro: los trabajadores, la administración pública, los gestores judiciales (el administrador concursal) son de los primeros en cobrar. Los trabajadores tienen la posibilidad de hacerlo a través del Fondo de Garantía Salarial (Fogasa), pero, en este caso, de manera limitada.
En la segunda fase del concurso es el juez el que toma cartas en el asunto. Es el que debe determinar la responsabilidad de la quiebra. Esta responsabilidad puede ser, bien fortuita, bien culpable. De la segunda se pueden derivar responsabilidades penales. La labor del juez de lo mercantil concluye en este punto.
Los representantes del fondo de inversiones Gryphus Partnernotificaron a las autoridades judiciales su intención de cerrar Los Telares. Un portavoz de la empresa que controla Mauriq Taufiq acusó "a unos pocos" de ser los responsables de este cierre. No dijo nada, sin embargo, de que la singular gestión de Gryphus Partners no hacía más que sembrar dudas: primero en los trabajadores, después en los responsables políticos avilesinos y asturianos y, al final, en toda la sociedad. Entre los hechos tachados de singulares estuvo la presentación en abril de un expediente de regulación de empleo temporal para reducir la jornada una cuarta parte a cada uno de los trabajadores sin decir nada del plan de viabilidad reclamado hasta la saciedad. La consecuencia de esta solicitud fue el rechazo de los sindicatos a seguir adelante y el pago del 12,5 por ciento de la nómina de abril a los empleados (la última vez que recibieron dinero). Otro ejemplo fue el de la presentación de una propuesta de ERE que nunca fue detallada y, finalmente ayer, rechazada. Se da la circunstancia de que, según el comité de empresa, los abogados de los nuevos gestores se pusieron en contacto con ellos el fin de semana, es decir, "que hace cuatro días todavía seguía abierta la posibilidad de negociar".
La situación actual es que ni el comité de empresa, ni los mandos medios de la compañía tenían ayer conocimiento oficial del cierre. "Estamos esperando a que alguien se digne a comunicar qué va a pasar", se lamentaron los trabajadores, quienes aseguran que ni Zahid Ali Hussain Kasim -delegado de Gryphus Partners-, ni ningún otro nuevo directivo "se le ha visto por Avilés en más de una semana".
