La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La tormenta perfecta de Los Telares

Un cúmulo de decisiones desafortunadas, una crisis de consumo sin precedentes, la tibieza en los recortes y unos gestores polémicos hundieron la compañía

Una pancarta alusiva a los problemas de Los Telares, delante de la sede. R. S.

Como la gran empresa y sociedad próspera que fue, Los Telares resistió lo indecible antes de ser declarada técnicamente inviable y carne de liquidación. En concreto fueron seis años de agonía, el tiempo que transcurrió desde el estallido de la recesión económica a hoy. Porque Los Telares, como el conjunto del sector comercial de españa, sintió la punzada de la crisis y se resintió de una caída del consumo que el fundador de la firma, Julián Rus, calificaba hace unos años como "la peor jamás vista". Para ese entonces, a Rus ya se la habían abierto los ojos lo suficiente como para apreciar en toda su dimensión el impacto de un problema que hundió las ventas de las tiendas de Los Telares en toda España y que provocó algo hasta la fecha inaudito: las colecciones de temporada volvían para el almacén casi con tantas prendas como habían salido del mismo. Y ahí fue cuando sonaron las primeras alarmas.

"¿Qué hicimos mal? Pues probablemente muchas cosas, pero ninguna decisoria o que explique por sí sola el hecho de haber llegado a este triste fin", reflexiona un exresponsable del grupo textil, testigo en primera persona durante años de las interioridades de la compañía. A juicio de este excolaborador de Julián Rus, el "jefe" pensó más "con el corazón que con la cabeza" las medidas de ajuste que convenía tomar cuando a finales de 2012 la empresa diseñó un plan de recortes para hacer frente a la que se le venía encima. "Cerramos diez tiendas, que bien podrían haber sido cuatro o seis más, pero Julián Rus se opuso. Jamás estuvo de acuerdo con cerrar, aquella decisión le resultó dolorosísima y se negó en redondo a considerar la posibilidad de ampliar su alcance", rememora un directivo que participó en las reuniones celebradas para definir por dónde se iba a meter tijera.

¿Hubiera solucionado algo ampliar el tijeretazo a la estructura de Los Telares, que llegó a tener una red de 120 tiendas en su momento de mayor apogeo? "Estoy convencido de que la película hubiera acabado igual; el verdadero problema, el torpedo que acabó por hundirnos fue de tipo financiero; es verdad que la caída de la cifra de ventas fue dañina, pero lo que nos fulminó fue la falta de acceso al crédito", afirma el antiguo directivo.

Los Telares empezó a perder dinero a chorros durante 2012, el "annus horribilis" de la empresa. Tanto fue así que en diciembre de ese año el propio Julián Rus insta el concurso de acreedores empujado por las adversas circunstancias y una deuda que, según los administradores concursales que entrarían posteriormente en liza, rondaba los 34 millones de euros. Ni siquiera la buena voluntad de los trabajadores, que aceptaron una bajada de sueldos, pudo contener el derrumbe. Los "números rojos" carcomían a la empresa, a la que se le amontonaban los problemas en forma de requerimientos de pago y dificultades para hacer compras de mercancía con la calidad deseada para tener éxito entre la clientela. "Aquí tuvieron problemas desde El Corte Inglés a Inditex, pasando por nosotros y también la tienda de la esquina. La diferencia es que a nosotros nos faltó músculo financiero para resistir el palo de la crisis", insiste el directivo con el que contactó LA NUEVA ESPAÑA.

Durante 2013 y los primeros meses de 2014 Julián Rus picó a todas las puertas imaginables para salvar a su empresa de la quiebra; renegoció rentas, aplazó deudas, consiguió que los acreedores aceptasen una quita y buscó financiación. En esto último tuvo poco o ningún éxito. Al parecer nadie daba un duro por Los Telares y, para colmo, las ventas seguían sin levantar cabeza. El hierro ardiendo al que cogerse cuando todo parecía perdido fue el fondo de inversión Gryphus Partners, formado por capitalistas residentes en Suiza, Francia y Gran Bretaña y cuya cabeza visible es el ciudadano británico de origen pakistaní Zahid Ali Hussain Kasim. Julián Rus se lo pensó al menos cinco meses, pero acabó firmando con esa sociedad en noviembre de 2014 un convenio de administración que incluía una cláusula de venta de sus acciones a Gryphus, una enajenación condicionada al cumplimiento de varios requisitos, entre ellos que Los Telares fuera reflotada.

Los nuevos administradores tomaron el mando, generaron ilusión y nombraron a un equipo gestor propio; lo que no hicieron fue poner, a diferencia de lo que algunos esperaban, una tacada de millones encima de la mesa. Tampoco desvelaron en ningún momento, si es que de verdad lo tenían, el plan de viabilidad que varias veces mentaron. Lo más parecido a ese plan fueron unas declaraciones de la persona que contrataron para hacer las veces de portavoz y que esbozó el desarrollo de un proyecto para utilizar la firma Los Telares como gancho de la "marca España" para vender ropa en países del Este de Europa a través de tiendas "on line" de internet.

"Ni eso de la venta por internet siquiera era una idea suya; hace años que Los Telares trabaja en esa idea, concebida como una vía de diversificación del negocio; pero para llevar a cabo semejante proyecto, como cualquiera puede entender, lo primero que hace falta es disponer de ropa que vender, justo lo que los gestores apenas proporcionaron en los meses que estuvieron al frente del negocio", comenta un exempleado de Los Telares que convivió durante los últimos meses con los administradores designados por Gryphus. En la plantilla pocas dudas hay sobre cuál era la naturaleza de las intenciones de los gestores de última hora y consideran que el futuro de la marca era lo que realmente menos les importaba. La tormenta perfecta que acabó por hundir a la emblemática empresa avilesina deja un mar de náufragos: 600 empleados en España, 170 de ellos en Asturias. Eso y un poso de tristeza en Avilés, donde Los Telares labró su fama.

Compartir el artículo

stats