Margarita Costales, "Margot" y Silverio Menéndez se conocieron el 2 de abril de 1960 y desde entonces no han parado de trabajar. Ese ha sido unos de los motivos por los que la asociación de hostelería de Gozón ha decidido concederles el "Bonito de oro" de 2015. Su esfuerzo tanto en la cocina como detrás de la barra tiene premio. Después de media vida al frente de Casa Margot, nombre popular que recibe su restaurante de Moniello, Costales y Menéndez no pierden la sonrisa y el buen humor. "No cerramos nunca, ni en vacaciones ni nada, nunca", remarca Costales.

Esta pareja abrió su negocio en 1970 cuando en Moniello "solo había artos y raposos" y no disponían ni de agua ni de luz para poner en marcha su primer local, un chiringuito a pocos metros de la cala de este pueblo próximo a Luanco. "Y mientras, los sábados y domingos hacíamos nuestra casina", afirma la propietaria de Casa Margot.

Silverio Menéndez tenía conocimientos de albañilería y eso le sirvió para construir su vivienda y, años después, levantar lo que hoy es el restaurante La Barquera. El chiringuito solo abría en verano mientras que en el invierno, la pareja, como buena parte de los vecinos de la zonas costera de Gozón, se dedicaban a la recogida de ocle. Después de años y años con la misma rutina -chiringuito en verano y ocle en invierno-, los hosteleros reunieron dinero para abrir su restaurante. "Tenemos que estar agradecidos a mucha gente que nos ayudó", remarca Margot, una mujer que no pierde la sonrisa y que cocina con el mismo cariño un llocántaro que un plato de patatas con huevos fritos. "Eso sí, lo más rico que me sale es la caldereta de marisco y el virrey al champán. Silverio es un especialista en cortar jamón", añade.

Costales pasó algunas noches enteras sin dormir para preparar sus creaciones gastronómicas, como su "plato especial", el bonito en rollo con salsa de llámparas. Silverio es el encargado del jamón y también de la barra aunque alguna vez también colabora en los fogones. "Despacho 160 jamones al año. Al principio, teníamos un jamón normal y decidí traer ibéricos y pata negra y ahora, el tiempo me da la razón, de hecho hay mucha gente que viene a comer jamón", señala Menéndez. En ocasiones, el hijo de la pareja, Jesús, les echa una mano detrás de la barra. "Somos como una gran familia, hay veces que hasta los clientes cogen las bebidas de la nevera", señala Costales. Marcelino Fernández y Aurelio Gutiérrez, dos clientes de siempre, asienten con la cabeza y no dudan en afirmar: "Si hay que hacer de camarero un rato, se hace sin problemas".

Casa Margot no es un restaurante de pueblo al uso. Es un lugar de charlas amistosas, de sonrisas, y también de juegos de cartas. En invierno, toca jugar a la brisca y si pinta, también en verano. Silverio Menéndez y Margarita Costales ya superan los setenta años y tienen ganas de jubilarse y descansar después de toda una vida entre fogones. Eso sí, el día de su retiro no llegará hasta que consigan traspasar el local. "Nuestra vida es de película, empezamos de cero y mira lo que tenemos: un bar y el cariño de la gente", señala Costales, que añade con sorna: "Silverio y yo estamos todo el día riñendo pero luego dormimos en una cama de 1,05".

La pasada semana, el presidente de la asociación de hosteleros de Gozón, Ramón Menéndez, telefoneó a Margarita Costales para anunciarle que tanto ella como Silverio serían los galardonados con el "Bonito de oro" de 2015. "Cuando me lo dijo se me caían las lágrimas de emoción, estaba nerviosísima y le dije a Ramón, 'con nosotros, como siempre, contar para todo', queremos que el pueblo siga adelante porque así nos beneficiamos todos", afirma la hostelera, que desde que comenzaron a celebrarse las jornadas gastronómicas en Gozón ha participado en todas. "Somos amigos del pueblo", concluye.