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El declive del sector pesquero asturiano

Los pescadores profesionales urgen que se persiga la pesca deportiva del calamar

La escasez de capturas del popular cefalópodo, el furtivismo y la competencia desleal hacen tambalear la economía de la flota de bajura

Cajas de calamar en la rula de Avilés, en una imagen de archivo. RICARDO SOLÍS

El kilo de calamar fresco de potera ronda los 22 euros, el doble que hace tres años. ¿La explicación? El inicio de la costera del calamar está siendo desastroso en cuanto a número de capturas, pero la demanda del popular cefalópodo sigue al alza. El desplome de capturas ha llevado a los pescadores profesionales a reivindicar que aumenten las medidas de control de la pesca deportiva de calamar y se persiga el furtivismo, factores que hacen tambalear su ya maltrecha economía.

"Estamos sufriendo competencia desleal por parte de gente que no es profesional. Si hay poco calamar este debe ser para quien vive de esta pesquería, no para quien sale a divertirse al mar", manifiesta el patrón mayor de la Cofradía de Cudillero, Salvador Fernández, que cada día rastrea la costa de Luarca a Avilés en busca de pequeños cefalópodos con poca suerte. Mientras hubo buenas cifras de capturas nadie se ocupó de la existencia de furtivos o intrusos; había calamares para todos. Ahora los profesionales urgen al Gobierno medidas paliativas que les favorezcan.

Los pescadores deportivos, según el decreto regional regulador de la pesca marítima recreativa, pueden capturar cinco kilos de especies piscícolas y cefalópodos, permitiéndose dentro de este cupo dos pulpos con un peso mínimo de un kilo. "Aunque estas personas no pueden vender los calamares sabemos que lo hacen", aseguran los profesionales. Coinciden a la hora de criticar la venta directa a restaurantes o particulares por parte de algunos aficionados con licencia, un documento que les da derecho a faenar siempre y cuando las capturas se destinen al autoconsumo.

"La pesca deportiva hace daño a la costera", reiteran los profesionales. Los más afectados por la falta de calamar tienen sus lanchas en puertos pequeños como La Arena o Cudillero. En Avilés apenas se rula calamar: en junio se subastaron solo 396 kilos. "Si hubiera grandes desembarcos tendríamos más subastas, pero lamentablemente no es así", asegura el responsable de la rula avilesina, Ramón Álvarez. El precio del chipirón supera los veinte euros, el kilo. Los principales damnificados de este encarecimiento en el producto son los usuarios finales; es decir, los hosteleros y las familias. Aunque la costera se prolonga habitualmente hasta el mes de octubre, la campaña se presenta complicada. "Los deportivos están pescando más que nosotros estos días", precisa Eloy Sopeña, patrón mayor de la cofradía de pescadores "San Juan Bautista" de San Juan de la Arena (Soto).

Sopeña realiza viajes a veces de más de dos horas -hasta Cerrón, a la altura de Luarca- en busca de calamares y regresa a casa con las bodegas vacías. Los pescadores de bajura que cada día salen al mar para calar las poteras con las que se pescan los chipirones están, pues, cabizbajos. Temen una disminución de sus ingresos. "No se pescan calamares ni de noche ni de día, y si seguimos así esta costera va a ser peor que la del año pasado, que fue horrible", manifiesta Fernández, que al igual que sus colegas espera que la administración realice los controles oportunos para evitar la competencia desleal. "Nosotros vivimos de pescar y en tiempos de escasez los recursos deben ser para quien necesita la pesca para comer, no para quien se divierte en la mar", concluye el patrón mayor de los pescadores pixuetos, uno de los colectivos que más sufre la falta de chipirones este verano.

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