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Tragedia en el litoral castrillonense

El jefe de socorrismo considera que la playa de Salinas es la más peligrosa del concejo

Ignacio Flórez, con casi veinte años de experiencia, achaca a la pérdida de arena el aumento de la fuerza de las corrientes

Marcos Rodríguez, el socorrista de Salinas fuera de servicio que ayudó a bordo de una tabla de surf a rescatar el martes a los bañistas atrapados por la resaca en El Espartal, intentó ayer volver a la normalidad de su vida, si bien se sentía abrumado por la indeseada popularidad y las felicitaciones y entristecido por el fallecimiento de la mujer a la que rescató ya inconsciente del agua. Irma Collín

La playa de Salinas pasa por ser, a ojos de los expertos locales en socorrismo, la más peligrosa del municipio de Castrillón habida cuenta de que combina dos factores que, unidos, se vuelven explosivos: sus condiciones naturales y la masificación que registra, pues se trata con mucha diferencia de la playa castrillonense más concurrida: 446.000 usuarios el último verano, el 50 por ciento de todos los que pasaron por las siete playas del concejo que cuentan con servicio de socorrismo.

Esa peligrosidad que subrayan autoridades en la materia como el coordinador local de socorrismo, Ignacio Flórez, quedó patente, una vez más, el pasado martes por la tarde, cuando un grupo de bañistas dominicanos se vio atrapado por la resaca en la zona del Espartal y su rescate entrañó graves dificultades; una mujer de ese grupo acabó perdiendo la vida horas después de su rescate debido a las complicaciones derivadas de la parada cardiorrespiratoria sufrida tras su ahogamiento.

La razón de la peligrosidad de la playa que se extiende a lo largo de los tres kilómetros de largo que mide la bahía de Salinas está, según Flórez, debajo el agua. El relieve arenoso sobre el que toman altura y rompen las olas no es uniforme y en las acanaladuras con menos arena se forman los temidos "chupaderos", zonas traicioneras con fuertes corrientes de resaca de las que resulta muy difícil salir incluso para los nadadores experimentados.

Para colmo, el proceso erosivo que sufre la playa de Salinas y que le hace perder volumen de arena desde hace años ha venido a agravar el problema de las corrientes. "Yo conozco la playa desde hace décadas como aficionado que soy al surf, como socorrista en tiempos y desde hace ocho años como coordinador de salvamento y no tengo ninguna duda: las corrientes cada vez son más fuertes", afirma Ignacio Flórez.

Otro factor que contribuye a incrementar la peligrosidad del arenal más visitado de Castrillón es su orientación hacia el noroeste, precisamente el punto cardinal de donde más habitualmente viene el oleaje. Esto significa que Salinas es una playa caracterizada por un oleaje directo y enérgico, a diferencia de playas situadas al este de Peñas que se benefician de un oleaje más amortiguado por el saliente más prominente de la costa asturiana.

La playa de Salinas sólo tiene marcadas tres áreas autorizadas para el baño, una en cada ala (La Peñona y San Juan) y otra en el centro, a la altura de la escalera 9; esta última es la más "complicada", en palabras de Flórez, por la inestabilidad de los bancos de arena de la zona. El jefe de salvamento subraya la importancia de respetarlas; es decir, bañarse sólo dentro de las zonas balizadas porque son las más seguras y, además, están vigiladas en los horarios de salvamento de forma permanente por dos o tres socorristas.

Fuera de las zonas autorizadas de baño trabajan las corrientes o existen otros peligros como piedras o pozos. Mejor no aventurarse incluso en ausencia de bandera roja. De las banderas, los indicativos que informan a los bañistas del estado de la mar para el baño, se puede decir que también ellas dan idea de que la playa de Salinas es extremadamente exigente en términos de seguridad: durante el presente mes de julio la verde sólo lució tres días y medio en la zona de Salinas, medio día en San Juan y otro tanto en el Espartal; la roja se izó medio día en San Juan, dos días y medio en el Espartal y una jornada completa en Salinas. El resto del mes lució la amarilla.

Al respecto del cumplimiento del código de colores de las banderas, Flórez asegura que "el 99 por ciento de los bañistas son obedientes". Por si acaso, la megafonía de la playa se encarga de recordar cada cierto tiempo la bandera de turno y lo que significa la misma. Aún así hay eventualmente incumplidores que deben ser advertidos de la infracción que están cometiendo y algún caso se ha dado de bañistas persistentes en la desobediencia a los que tuvo que sacar del agua la Policía Local. En estos casos se abre un parte y se instruyen diligencias por si procede aplicar sanciones en virtud de la ordenanza local de playas, que estipula la pena por bañarse con bandera roja: multa de 151 a 600 euros. La peor consecuencia de jugarse la vida por un baño siempre será, no obstante, el riesgo de perderla.

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