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YERAY MENÉNDEZ | Fotógrafo, premio "Corverano ejemplar" 2015

"Quiero hacer fotos que permitan ayudar a entender un poco mejor el mundo"

"Me interesan los trabajos que pueden durar desde varios días hasta meses o incluso años, aunque aún no se ha dado"

Yeray Menéndez, durante la entrevista en la redacción. RICARDO SOLÍS

Yeray Menéndez (Avilés, 1982) es uno de los galardonados con el premio "Corveranos ejemplares" que cada año otorga el Ayuntamiento de Corvera. Es fotógrafo y aunque solo lleva tres años en ese sector profesional ya ha recibido varios premios importantes -incluido el de Mejor Fotógrafo Europeo 2015 en la categoría de reportaje- a los que intenta quitar hierro durante la entrevista en la redacción de LA NUEVA ESPAÑA.

-¿Cómo sienta ser un corverano ejemplar?

-Me sorprendió mucho. Me llamó el Alcalde diciéndome que me había propuesto y yo le dije: ¿Qué me dices? ¿A quién voy a dar yo ejemplo? Aún así, estoy muy contento. Nadie es profeta en su tierra, por lo que estas cosas son de agradecer.

-¿Cómo empezó en la fotografía?

-Antes era diseñador gráfico y, de forma paralela, me empecé a interesar por la fotografía.

-Y a los siete meses de empezar recibió el Goya de fotografía en estilo libre.

-En este tipo de premios solo se valora una fotografía y no a la persona. Me lo tomo como algo bueno, pero muchas veces me da una satisfacción mayor que un cliente decida contratarme porque valora mi trabajo en conjunto.

-Está especializado en fotografía deportiva y publicitaria. Dos cosas muy diferentes.

-Sí, lo que más me interesó desde el principio es el deporte. Incluso antes de dedicarme de manera profesional me iba a la playa, a eventos de surf y skate... y al final me empecé a meter por el tema del triatlón. Luego empecé a enfocar eso al tema de la publicidad.

-Y ahora está metido en la fotografía documental.

-Sí. Se podría decir que me aburro rápido de las cosas (risas). Enseguida busco un reto. La fotografía publicitaria es más rígida, no me permite tanta libertad. El tema documental es lo contrario; algo personal, una historia que tú quieres contar y buscas la forma de hacerlo.

-Casi como el fotoperiodismo.

-Sí, pero lo que me interesa no es ese fotoperiodismo del día a día, sino los trabajos que puedan durar desde unos días hasta meses o incluso años, aunque eso no se ha dado aún porque soy muy joven (risas). Quiero hacer algo que pueda ayudar a entender un poco mejor el mundo y de paso, cambiar algo si se puede.

-¿Algún proyecto en mente en este sentido?

-Me lleva tiempo apeteciendo hacer algo en Ucrania. La idea sería empezar con los niños que vienen cada verano y, en algún, momento, hacer el viaje. Querría hacerlo desde una perspectiva social más que ir a la primera línea del frente.

-Aunque no en primera línea, sí estuvo en Madagascar.

-Sí, la ONG Agua de Coco me propuso dar un curso de fotografía en el hogar social que tienen con niñas entre 14 y 18 años, una edad muy complicada porque pueden caer en el tema de la prostitución. Me animé aunque no hablo francés, ni malgache, eso por descontado (risas). Con unas palabras que fui aprendiendo y gracias a un chico que venía conmigo que sí hablaba francés lo conseguimos.

-¿Tiene pensado volver?

-Quizás algún día, pero toda África me llama la atención. Es el origen de todo y va siendo hora de que tenga voz en el mundo. Estamos cargándonos África indirectamente; mismamente, comprándonos un móvil promovemos la guerra del coltán. Todos tenemos un poco de responsabilidad y, en ese sentido, sí me gustaría involucrarme con la gente de África con ayuda de la fotografía.

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