"Si ponen eso aquí, emigro. No quiero una chimenea delante del focico emitiendo arsénico". Así de contundente se mostró ayer un vecino de la parroquia de Solís en la reunión que mantuvo anoche el alcalde de Corvera, Iván Fernández, con los residentes en la parroquia sobre la que sobrevuela la posible construcción y puesta en marcha de una fundición de cobre. Asistieron una veintena de personas, si bien entre ellas había un grupo de concejales. Fueron varios los participantes en el encuentro que manifestaron su rechazo al proyecto industrial por el gran impacto, principalmente ambiental, que puede tener la fundición.

Fernández, que ya se había reunido con la asociación de vecinos la semana pasada para anunciarles el interés empresarial por la cantera de Solís, detalló a los asistentes cómo se han ido desarrollando los acontecimientos desde que trascendió la posible inversión hasta que surgieron las dudas acerca de su autenticidad. Los vecinos que intervinieron en el encuentro de ayer, que se celebró en las antiguas escuelas de Solís, manifestaron su rechazo al proyecto de la fundición, y parecen cruzar los dedos porque finalmente quede en agua de borrajas . "No creo que el pueblo de Solís quiera esa fábrica aquí. Lo de los puestos de trabajo es un arma de doble filo, ¿a qué precio los queremos, desarrollando enfermedades? Y necesitarán a gente cualificada, ¿a cuántos de Solís podrían contratar, a dos?", apuntó uno. "En España no existe una normativa específica para ese tipo de actividad. Las fundaciones de cobre chilenas están teniendo problemas por restricciones en la normativa, ¿y si prefieren venir aquí porque en España hay una laguna legislativa? Y no hablemos de las emisiones, estamos hablando de arsénico, plomo, ácido sulfúrico. Eso va a ser un infierno. Si yo, que soy un papanata, encuentro todo eso por internet, ¿qué no pondrá encontrar un servicio jurídico de un Ayuntamiento? Hay que analizar cómo nos podemos oponer si sigue p'alante", planteó otro.