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La huella de la industrialización en el concejo

Templos industriales y penitencias

Arquitectos e historiadores defienden operaciones que pongan en valor el patrimonio fabril avilesino y que éste se asimile para dirigir la política urbanística del futuro

Templos industriales y penitencias

La comarca avilesina está salpicada de "templos" industriales, "catedrales" antaño consagradas al trabajo que ahora son una penitencia para sus gestores, bien públicos, bien privados. Algunos símbolos del Avilés siderúrgico que se salvaron del desmantelamiento han sido reutilizados como almacenes o talleres, pero otras piezas han tenido peor suerte y la falta de partidas presupuestarias destinadas a su conservación las aboca a su desaparición. Son muchos los expertos en distintas disciplinas que claman por el mantenimiento de la herencia industrial. Igual que nadie imagina París sin la torre Eiffel o Londres sin la "Tate Gallery", pocos entienden Avilés sin los vestigios de Ensidesa.

Nuevas voces "conservacionistas" se levantaron recientemente a favor del edificio conocido popularmente como la "Telefónica". El llamamiento fue tal que el viejo Centro de Comunicaciones de Ensidesa se ha librado de la piqueta por indulto del Gobierno central. Antes desaparecieron del mapa tres altos hornos, una acería, las sedes de empresas auxiliares y un gasómetro. De la cabecera de la "fabricona" apenas queda ya nada, pero la huella siderúrgica aún es destacable. Las piezas que se mantiene sin uso, eso sí, tienen un estado de dudosa conservación. "Hace falta impulsar una operación emblemática que ponga de manifiesto las ventajas de este tipo de edificios", manifiesta el arquitecto José Ramón Fernández Molina. Defiende además la "conservación preventiva". "Proteger es más barato que hacer un edificio nuevo", agrega.

Molina es consciente de que la crisis económica dificulta el mantenimiento del patrimonio industrial. El arquitecto considera que hace falta tiempo para que las sociedades sean capaces de digerir los valores que tienen. Para el historiador avilesino Antonio Martín Rodríguez , documentalista en el Museo del Pueblo de Asturias, los avilesinos deben asimilar su patrimonio industrial para dirigir su política urbanística de los próximos años como, a su juicio, se hizo con la ría de Avilés donde ahora luce el Centro Niemeyer. Uno de los siguientes pasos para la puesta en valor de los vestigios industriales pasa, a su modo de ver, por el nombramiento de Llaranes como "Pueblo ejemplar de Asturias" teniendo en cuenta, precisa, su idiosincrasia industrial y su valor arquitectónico como barrio obrero diseñado de acuerdo a los parámetros de ciudad-jardín promovido durante el desarrollo industrial del régimen franquista.

Rodríguez defiende así el patrimonio cultural como algo que va más allá de lo material: "Son numerosos los bienes pertenecientes a aquel pasado industrial memorable como, por ejemplo, el ya restaurado camión `Mofletes´. También es destacable el patrimonio inmaterial, un ámbito totalmente marginado por los proyectos de recuperación y puesta en valor que hacen que elementos como la toponimia, las costumbres y celebraciones sociales, como la jira del embalse de Trasona, o expresiones del bron de los caldereros, vayan quedando en el olvido".

El historiador avilesino, como otras tantas voces "conservacionistas", lamenta el derribo de algunos vestigios industriales y el descuido de otros tantos, como la azucarera de Villalegre, de la que únicamente se conservan algunos ladrillos de la chimenea. Avanzado estado de deterioro presentan también, por ejemplo, las naves de Balsera, aunque los propietarios de los viejos almacenes de ultramarinos de la ría anunciaron días atrás que estos serán rehabilitados y se transformarán en un espacio "de ocio y disfrute". "En estas naves sería fabuloso hacer un centro de recepción de visitantes similar al existente en Vigo", propone el arquitecto Fernández Molina, que destaca que una prueba de que se puede conservar con éxito el patrimonio fabril avilesino es La Curtidora, ahora convertida en hotel de empresas.

En pie, aunque reconvertidos para otros usos, aún se mantienen el taller eléctrico, la nave de la LD-II, la chimenea del sínter o el antiguo parque de bomberos, este de propiedad municipal. La acería Martín Siemens continúa también con uso, igual que laminación oeste. Los hornos de fosa se emplean actualmente como almacén de Arcelor-Mittal, el taller de fundición es a día de hoy la nave central de la factoría y el taller de calderería tiene triple uso: almacén, oficinas y comedor. Estos tres últimos edificios tienen uso industrial y son propiedad de Arcelor. Desde abril de 1995 ya no forman parte del patrimonio industrial de la extinta Ensidesa, que pasó a manos de la SEPI, algo que no ocurrió con la "Telefónica" entre otros edificios.

"El patrimonio industrial no solo debe de servir como fuente del conocimiento de la historia más inmediata sino que también puede ser un conjunto de estructuras que, con una correcta reeducación estructural y funcional, puedan coexistir en las ciudades o poblaciones del momento generando en estas una auténtica convivencia de pasado y presente, que no solo otorgará más solera y personalidad a las propias urbes sino que simbolizará un claro respeto por la historia y por factores de la sociedad ya casi extintos", concluye Antonio Martín, quien cuenta con un blog sobre el patrimonio industrial avilesino.

Con 2015 distinguido como Año del Patrimonio Industrial Europeo, muchos expertos defienden, pues, la conservación de esas "catedrales" del trabajo, colosos que reflejan la historia y que a veces llegan al final de su vida entre nubes de polvo después de una detonación.

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