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SANTIAGO ÁLVAREZ GARCÍA | Profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo

"El impuesto de sucesiones y donaciones no acaba con la concentración de riqueza"

"Asturias, Cataluña y Andalucía están a la cabeza en cuanto a presión fiscal; lideran el ranking de los tipos impositivos en España"

Santiago Álvarez García, ayer, en La Granda. IRMA COLLÍN

Las diferencias de fiscalidad entre Asturias y otras comunidades autónomas centraron la conferencia que ofreció ayer Santiago Álvarez García en el marco de los cursos de La Granda. El profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo habló de las singularidades del sistema tributario español y de la alta presión tributaria que soportan regiones como el Principado, Cataluña y Andalucía.

-¿España es un rompecabezas en temas fiscales?

-Si, la disparidad es cada vez mayor y Asturias, junto con Cataluña y Andalucía, están a la cabeza en cuanto a presión fiscal; lideran el ranking de los tipos impositivos en el IRPF, patrimonio, sucesiones y donaciones.

-¿Qué comunidades son las más afectadas por esta brecha tributaria?

-Hay tantas medidas tributarias distintas en los diferentes impuestos que al final es un rompecabezas. Si lo medimos en los tipos impositivos que tienen mucha mayor incidencia que las deducciones, Madrid y La Rioja son las comunidades con menores tipos impositivos en el bloque conjunto de renta, patrimonio y sucesiones. Por contra, Cataluña, Andalucía y Asturias son las que los tienen más elevados.

-¿Qué efectos provocan estas diferencias?

-La diferencia de los impuestos que paga el contribuyente según viva en una comunidad autónoma u otra se nota cada vez más. Por ejemplo, los hijos de un señor que muere en Cantabria no pagan prácticamente nada. Si fallece en Asturias, a sólo diez kilómetros, el pago de impuestos puede ser considerable. Y en el impuesto de donaciones, esta disparidad se ve aún mejor. Una persona hace una donación a dos hijos que viven en autonomías distintas; uno puede tener que pagar en impuestos cuarenta veces más que el otro.

-¿Cuales son las consecuencias?

-A medida que aumenta la disparidad en los impuestos que hay que pagar entre comunidades empieza a ser interesante fijar la residencia en otra comunidad por motivos fiscales. Como consecuencia, las regiones no sólo pierden la potencial recaudación que puede derivarse de las sucesiones, sino que el contribuyente tiene que tributar la renta ahí ya que se debe que trasladar el domicilio al menos con cuatro años de antelación. Por otra parte, la inversión extranjera directa, la que se materializa en inmuebles y en cuentas bancarias -la no empresarial-, se está concentrando en Madrid al ser la comunidad que da mejor tratamiento a este tipo de operaciones.

-¿Estamos ante una huida de personas y de capitales?

-Sí, existe un fenómeno de deslocalización. Hasta ahora es difícil de cuantificar porque es relativamente frecuente; no obstante, en algunos casos comienza a ser llamativo. Se sabe que personas con grandes fortunas de Cataluña han trasladado a Madrid su residencia. De mantenerse en el tiempo esto puede tener repercusiones importantes. Por otra parte, un ejecutivo que lo trasladen de Madrid a Asturias y tenga un salario que supere los 90.000 euros sabe que lo que vaya a ganar por encima de esta cantidad pagará un cuatro por ciento más de impuestos. Si puede elegir dónde situarse o este cambio significa un coste mayor para su empresa, probablemente por motivos fiscales pueda preferir otro destino y no Asturias. En definitiva, están aflorando unas diferencias de tributación difíciles de mantener.

-¿Qué impuestos acentúan estas diferencias fiscales?

-Fundamentalmente, los impuestos de sucesiones y donaciones. Hasta 2011 aquí se situaban las diferencias más conocidas, aunque ahora también existen en el IRPF y en patrimonio. Por su parte, en transmisiones patrimoniales empieza a haber diferencias aunque el coste económico es menor. Asimismo existen disparidades sobre los hidrocarburos por la posibilidad de subir el tramo autonómico y también en la matriculación de vehículos.

-Los elevados impuestos de sucesiones están llevando a las familias a rechazar herencias.

-Creo que el impuesto de sucesiones debería replantearse a nivel global, no solamente autonómico. El problema surge en una herencia que sea de inmuebles, por ejemplo, o bienes que no sean fungibles a corto plazo. El heredero puede que no tenga liquidez para aceptar la herencia, no pueda vender los bienes a corto plazo o quizás renuncie a ella porque su coste no sea asumible. Como en el impuesto sobre sucesiones y donaciones están prácticamente excluidas de tributación la vivienda habitual y las participaciones empresariales con fines de control, es un impuesto que se concentra en los patrimonios medios, no en las herencias altas. Se penaliza la transmisión sobre todo de propiedad inmobiliaria.

-¿Qué medidas considera necesarias emprender?

-Estamos ante un problema acuciante. Penalizar el ahorro y la inversión de manera fiscal no es la mejor solución. Creo que el impuesto de sucesiones tendría que tener unos tipos impositivos mucho más bajos. En cuanto a las herencias entre padres e hijos, hay buenos motivos para que no tributen. El impuesto de sucesiones y donaciones no es equitativo ni redistributivo, no sirve para acabar con la concentración de riqueza. Es un gravamen sobre las clases medias. Por otra parte, también habría que reconsiderar los valores catastrales que se toman en este impuesto. Antes de la crisis, los valores de mercado eran muy superiores a los actuales. A día de hoy hay gente que tiene que vender la vivienda por mucho menos de lo que va a tomar como valor para tributar en el impuesto sobre sucesiones o patrimonio. Los valores no se han actualizado.

-Estas diferencias fiscales entre regiones, ¿se dan también en otros países ?

-En los países descentralizados existen dos modelos: Estados Unidos, donde hay una gran disparidad ya que cada estado establece su impuesto de renta, sociedades, sobre el consumo... y Alemania, que tiene una armonización muy grande. Suiza es un caso intermedio. La descentralización y autonomía financiera implica diferencias de fiscalidad, pero hay que ver hasta qué punto es necesario acotar esas diferencias. Dar competencias muy amplias en materia impositiva sólo se defiende si se tiene la perspectiva de entrar en una competencia fiscal. Y esta práctica va a hacer bajar los impuestos.

-¿País Vasco y Navarra son las grandes privilegiadas en materia fiscal?

-Así ha sido. Al tener impuestos concertados han tenido una capacidad tributaria de la que careció el resto de las comunidades autónomas. Pero esto no significa que la gente pague menos impuestos. En estos territorios, el nivel de presión fiscal global es probablemente el mismo que en otros lugares, pero siempre han podido aplicar medidas selectivas.

-¿Urge una reforma fiscal?

-La política fiscal habría que contemplarla como una reforma en su conjunto, que considerada no sólo los tipos impositivos. Pretender aumentar la recaudación subiendo únicamente los tipos impositivos no es una buena medida. De hecho, los primeros países que aplicaron impuestos duales sobre la renta fueron los nórdicos, que son los que tienen un mayor estado de bienestar. Fueron también los primeros en plantearse que era más eficiente redistribuir vía gasto sanidad, educación y prestaciones sociales y utilizar los impuestos para financiar el gasto público. Esto no quiere decir que la carga tributaria se tenga de distribuir de una manera injusta; quiere decir ser equitativos.

-¿Cómo sería el sistema ideal?

-Un sistema más armonizado y con unas diferencias que no sean tan sensibles entre las diferentes regiones.

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