Las reacciones a las declaraciones vertidas ayer por el presidente de Alcoa España, Rubén Bartolomé, en las que aseguró que ni una buena subasta eléctrica garantizaba el futuro de la factoría aluminera avilesina, no se han hecho esperar. Tanto partidos políticos como sindicatos han mostrado su rechazo a esta posibilidad, y achacan a la multinacional no haber apostado fuertemente por sacar adelante la fábrica de Avilés.

"Instamos a Alcoa a que presente un plan industrial de futuro dotado de inversiones y que no siga poniendo parches como hasta la fecha. La compañía debe responder con gestos al apoyo que le ha dado el gobierno", ha asegurado la secretaria general del PP de Avilés, Carmen Rodríguez Maniega.

En la misma línea, el portavoz de Izquierda Unida en la Junta General del Principado, Gaspar Llamazares, ha mostrado hoy su preocupación y también criticó que "el apoyo que tuvo la empresa en la última subasta no ha sido correspondido".

Por su parte, el consejero de Empleo, Industria y Turismo del Gobierno del Principado, Francisco Blanco, ha anunciado que mantendrá una reunión con los responsables de la empresa para abordar la situación de la compañía una vez se produzca la subasta. "En esa reunión evaluaremos los resultados, pero también abordaremos otras cuestiones, vinculadas con la tecnología y las inversiones, que constituyen la parte en la que el Gobierno de Asturias tiene más capacidad de actuación", ha asegurado Blanco.

El anuncio de Bartolomé ha hecho que las alarmas entre los trabajadores de la fábrica vuelvan a saltar, por lo que una delegación del comité de empresa de Alcoa mantendrá mañana un encuentro con la alcaldesa de Avilés para trasladarle la situación que atraviesa la fábrica y el sector del aluminio en estos momentos.

El nuevo presidente de Alcoa en España, Rubén Bartolomé, convocó al comité de fábrica de Avilés ayer a las siete y media de la mañana y lanzó un jarro de agua fría: "Nos dijo que la situación es crítica, que las fábricas tienen fuertes pérdidas, muchas más de las previstas a comienzos de año. Añadió que incluso con una buena subasta esto no parece que vaya a levantar cabeza", aseguró José Manuel Gómez de la Uz, el presidente del comité de empresa de la planta de San Balandrán. "Cuando nos convocaron a la reunión pensábamos que venía a presentarse, pero no", añadió De la Uz. Bartolomé dirige de manera efectiva la multinacional desde comienzos de mes. La de ayer fue su primera visita oficial a la fábrica de Avilés. Tras sembrar la alarma en la orilla derecha de la ría, Bartolomé marchó para San Ciprián, en la provincia de Lugo, y también para La Coruña.

La visita de Bartolomé se celebró unos pocos días antes de las subastas de interrrumpibilidad eléctrica (el dinero que cobran los grandes consumidores industriales por desengancharse de la red), que están previstas para la semana que viene. Una portavoz de la compañía reiteró que la intención de la multinacional no es otra que presentarse a la puja -que se celebrará en el IFEMA de Madrid, como el pasado año- con el objetivo de obtener los paquetes de energía precisos para poder mantener sus operaciones fabriles a lo largo del próximo año 2016. No especificó más porque, a fecha de ayer, se desconocía cuántos bloques son los que finalmente van a salir a puja, ni a qué precio ni cuántos centros de trabajo van a optar a ellos.

Por su parte, el comité de empresa de Alcoa en Avilés trasladó al presidente de la multinacional en España la urgente necesidad de acometer un plan estratégico y de inversiones que posibilite la operatividad de la fábrica avilesina y su sostenimiento a largo plazo. CC OO de Industria sostiene que el programa de ahorro y contención del gasto que durante los últimos años ha aplicado la dirección de la empresa está repercutiendo de manera negativa en su desarrollo. "Faltan inversiones, se reducen presupuestos...", se lamentó Gómez de la Uz. Los trabajadores insisten en que la compañía debe apostar por la fábrica de Avilés.

De la Uz adviertió de que la plantilla sabe que la multinacional lleva meses desprendiéndose de sus fábricas de aluminio primario. Insisten en que no quieren una fábrica en ruinas que "nadie pueda comprar" en el futuro. Desde 2012, la planta de Avilés está produciendo al 66 por ciento de su capacidad y esta situación, que parecía eventual, parece que ha venido para quedarse. La estrategia de reducción de producción marcada por el presidente de Alcoa, Klaus Kleinfeld, "hace tiempo que se ha demostrado que es fallida", aseguraron en medios sindicales. En enero de 2012 ofreció una rueda de prensa en la que anunciaba que la empresa iba a reducir su producción mundial un 12 por ciento y que eso suponía que en Avilés quedaría al 50 por ciento. Quedó al 66 por ciento para poder beneficiarse de los bonus de energía.

Kleinfeld ordenó bajar la producción con el fin de lograr que el mercado internacional de aluminio levantara cabeza: a menos aluminio a la venta, mayor precio. Sin embargo, la cotización del mineral en la Bolsa de Metales de Londres (LME, en sus siglas inglesas) apenas ha modificado su perspectiva de caída libre. La tonelada de aluminio primario se vendía en agosto de 2012 a 1.843,33 dólares y ayer el precio de referencia quedó a 1.485 dólares.

Todos los analistas internacionales observan la situación que están viviendo los productos básicos ("commodities" en la jerga económica inglesa) con extrema preocupación. Y todos apuntan a la nueva política económica de la República Popular de China como su causante principal. Hasta el año pasado, el mayor mercado del mundo había sido eminentemente importador. Todas las corporaciones de materias primas vendían a expuertas a un gigante que parecía de oro. Las cosas cambiaron con la apertura de los puertos: China empieza entonces a exportar y lo hace a lo grande. Alcoa calcula que el gigante asiático va a colocar en el mercado 4,4 millones de toneladas de aluminio primario, diez veces más de lo que fábrican sus tres plantas en España (Avilés, San Ciprián y La Coruña). Además, el Gobierno chino incentiva la fabricación de materias primas hasta el punto de que ha ahogado su propio mercado nacional, que no da abasto. O sea, con incentivos fiscales y energéticos las fábricas chinas de aluminio, cobre y también cinc (aunque, en este caso, menos) producen sin atender la demanda real. La conclusión de todo esto es clara: China abre sus puertas y los precios de los metales caen. La tonelada de aluminio es un 25 por ciento más barata ahora que a comienzos de este mismo año. La estrategia de Alcoa puesta en práctica en 2012 ha quedado en agua de borrajas. Así que Alcoa empieza a soltar el lastre del aluminio primario y a invertir en otros metales, principalmente, en titanio.

Alcoa no es la única gran empresa del sector del aluminio afectada por la crisis que viene de China. Algo similar está sufriendo la compañía rusa Rusal, que anuncia recortes en su producción. Por otro lado, los ejecutivos de la corporación anglo-suiza Glencore, los dueños de Asturiana de Zinc, también achacan su caída en la bolsa al zarpazo del mercado que parecía dormido. Sin embargo, la situación de ambas compañías es distinta. Glencore también está sumida en una deuda gigante a causa de la compra del gigante minero Xstrata.