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Técnico en educación infantil

La educación infantil, un derecho

En defensa de un servicio público frente a los recortes

Nueve y media de la mañana: trece pequeñas criaturas rodean tu bata y la agarran fervientemente en busca de tu atención y aprobación visual. Bajas la mirada y haces recuento. Una, dos, tres, cuatro... trece, están todas. Nos sentamos en la asamblea, hoy es lunes y a todas nos cuesta un poco más, el fin de semana se nos ha hecho largo y, además, venimos un poco malitas a la escuela. Tras unos minutos de lidiar con la -lógica- pereza, conseguimos sentarnos en semicírculo, cada una encima de su foto, y hablamos sobre qué día es hoy y qué tiempo hace. Quince minutos más tarde cantamos nuestra canción favorita y nos disponemos a levantarnos para ir al tentempié, pero dos de nosotras tenemos que ir a cambiar el pañal. El sudor empieza a arrollar nuestra frente, ante la soledad en la que la clase política nos sume dentro de la Escuela Infantil. Si estuvieran aquí dentro -pienso-, seguro que entenderían que están poniendo en peligro la seguridad de nuestras pequeñas y la labor educativa que nosotras las profesionales queremos hacer.

Esto que leéis aquí podría ser el inicio de mañana de cualquier día de la semana en una Escuela Infantil. Tras madrugar un montón, decenas de pequeñas criaturas acuden a la escuela para separarse de sus familias por un periodo de tiempo que día tras día olvidan por cuánto se va a extender, dada su pequeña edad, y en lugar de poder facilitarles la adaptación, el aprendizaje y la atención individualizada que cada una de ellas merece, se nos ponen trampas a lo largo del día. Que no os engañen: lo que intentan es desprestigiar nuestra labor educativa y deslegitimar el servicio que día tras día revalorizamos con nuestro esfuerzo y la colaboración de algunas familias muy altruistas, conciliadoras, conscientes y respetuosas. Intentan dejarnos en la calle y obligarnos a llevar a nuestras pequeñas a guarderías privadas donde, con todos los respetos, se da un excelente servicio asistencial -excelente en algunos casos contados, claro-, pero asistencial a fin de cuentas.

Basta teclear en cualquier buscador de internet las palabras educativo -de la educación o relativo a ella- y asistencial -de la asistencia o ayuda social o relativo a ella- para darnos cuenta de la gran diferencia que hay entre una y otra palabras; pero en los balnearios, despachos y restaurantes donde la clase política merodea buscando favores con los que justificar los recortes, estas palabras resuenan ya muy lejos.

Para todas las que llevamos el cambio en la sangre, que defendemos la justicia social, el servicio público, los derechos humanos, el feminismo, la educación pública, la Educación Infantil (0-3 años) y su carácter educativo o el Estado del bienestar, resulta indignante que, un agosto tras otro, nuestras cargas públicas veraneen bien tranquilas a costa de jugar con nuestros puestos de trabajo y con la educación de nuestras pequeñas, ésa que luego regalan a Merkel. En Corvera, Asturies y cualquier rincón de España, la Educación Infantil (0-3 años) es un derecho de nuestras pequeñas y lo vamos a defender, aunque el pacto -por la Educación Infantil- de investidura de IU con la FSA-PSOE tenga la misma consistencia que un chupete en la boca de un bebé.

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