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MARÍA TERESA FERNÁNDEZ DE LA VEGA | Miembro del Consejo de Estado

"Si las mujeres hiciesen una huelga de brazos caídos, ¡el mundo se pararía!"

"Hay que ofrecer ayuda humanitaria extraordinaria a los refugiados, pero se debe solucionar el problema en origen porque si no seguirá creciendo"

La exvicepresidenta del Gobierno. ricardo solís

La exvicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega (Valencia, 1949), dejó de conceder entrevistas a la vez que abandonó el cargo. "Las concedo, pero sólo para hablar de temas muy concretos, como igualdad, derechos humanos...", argumenta apelando a la discreción que conlleva su puesto actual en el Consejo de Estado, el órgano consultivo del Gobierno. Jurista experta en temas relacionados con la igualdad y los derechos humanos, y feminista hasta la médula, la socialista acepta una entrevista con LA NUEVA ESPAÑA en la que marca los tiempos y los temas: diez minutos (que al final son 15) y nada de política. De la Vega volvió el viernes a su Asturias (su padre es de Vegadeo y dice estar muy unida a sus raíces) para impartir una conferencia en la Escuela internacional de verano de la UGT. Y ella es quien marca el comienzo de la conversación.

-Son las mujeres las que tienen que cambiar el mundo.

-Soy toda oídos.

-Ha llegado la hora de que las mujeres formen parte, en primera línea, de la acción para hacer frente a los grandes retos que tenemos en las sociedades. El mundo no ha funcionado no demasiado bien en estos XXI siglos. La gente vive con una situación enorme de incertidumbre, la riqueza se ha concentrado en un 1% de la población... Nunca ha habido una brecha de desigualdad tan grande, y no solo en los países subdesarrollados, sino en los que están en vías de desarrollo. No se puede concebir un mundo que deje a la mitad de la ciudadanía en el furgón de cola, como hemos estado las mujeres hasta ahora. El presente pasa necesariamente por la incorporación absoluta de ese 50% de la población a la gestión de los problemas de la ciudadanía.

-¿En España también estamos en el furgón de cola?

-En España también. En las empresas hay una participación en los órganos de administración del 18%, una cifra bajísima. Ya hace años instamos a las grandes empresas a que introdujesen en sus órganos de dirección y en sus consejos de administración un porcentaje que fuese equitativo, lo ha instado también la Unión Europea. Pero la verdad es que no lo hemos conseguido. En los países nórdicos se han propuesto un porcentaje, lo han triplicado, y han empezado a mejorar.

-Pero los países nórdicos tienen unas políticas de conciliación que ya quisiéramos en España.

-Eso es verdad, tienen una sociedad del bienestar que ha avanzado más, pero creo que tenemos que ir más allá. Las políticas de conciliación son necesarias, están muy bien, pero no son suficientes. Se tienen que corresponsabilizar los hombres y las mujeres en todo. Hay que establecer otro funcionamiento de la sociedad y ya no valen los parches. Vivimos en una era de la globalización, en una revolución tecnológica que no sabemos las consecuencias que va a producir, y ahí tiene que estar la mujer. Tenemos una capacidad enorme para proponer soluciones reales para la vida, y por tanto el mundo que se abre o es con las mujeres o no será para bien.

-¿Conclusión?

-Será para las mujeres.

-¿Qué se siente, máxime con sus ideales, al convertirse en la primera mujer en España en asumir las funciones de la presidencia del Gobierno?

-Por una parte una enorme emoción y gratitud a todas las mujeres que habían trabajado para que yo pudiera estar ahí. Y una tremenda responsabilidad. Tenía una deuda, y lo dije desde el primer día, con el resto de las mujeres: llegué a la vicepresidencia del Gobierno no por mis propios méritos, sino porque había un gran trabajo de las españolas y las europeas para hacer que las mujeres alcanzásemos puestos de responsabilidad.

-¿España es un país machista?

-Si hablamos del machismo como un modelo que viene del patriarcado no es un patrimonio español, sino que viene de un modelo social y político que ha hecho a lo largo de los siglos de lo masculino un valor preponderante y de lo femenino un valor subordinado. Ahí tenemos esa cultura patriarcal que se reinventa y se resiste. Pero creo que nuestra fuerza es mayor e imparable. Las mujeres estamos ahora interconectadas, tenemos que aprovechar los medios que nos ofrecen las nuevas tecnologías. Cuando violan a una niña, cuando secuestran a pequeñas en Nigeria (...) trasciende casi al instante. La reacción de la comunidad de todas las mujeres es muy fuerte y tiene que ser todavía mayor.

-¿Qué tiene África que la ha atrapado? (De la Vega preside la Asociación Mujeres por África, organización sin ánimo de lucro que trabaja en la cooperación española con África a través de sus mujeres).

-Es un continente extraordinariamente maravilloso. Es la cuna de la humanidad, tiene unos recursos naturales de una belleza extraordinaria que hay que explotar con justicia y equidad, es una de nuestras grandes reservas del planeta y tiene unas mujeres extraordinarias. Todo esto unido hace que desde que en el Gobierno tuve que asumir tareas relacionadas con la cooperación, África me atrapase desde el punto de vista de su gente. África es el continente que ahora mismo más crece desde el punto de vista del capital humano y económico, aunque no lo parezca. Tiene más de mil millones de ciudadanos y con unas edades jovencísimas. Eso es una riqueza extraordinaria. Por tanto es un continente de futuro y de presente.

-¿A qué se refiere?

-Va a necesitar ayuda de todo tipo para una clase media incipiente, millones de personas. Por tanto es un punto de interés para la inversión de las empresas y para nuestro país. No hay que olvidar que nuestra frontera sur es África. Y ya no solo por cuestiones éticas, sino también por razones prácticas, si a África le va bien nos irá bien, si a ellos les va mal a nosotros también. Todo esto y haber conocido a mujeres con esa fuerza, con esa energía, con esa capacidad de transformarlo todo en las peores circunstancias me llevó a esta maravillosa aventura que es la Fundación Mujeres por África.

-Fronteras. El éxodo de refugiados estremece a Europa.

-En estos momentos hay 51 millones de refugiados, casi 52 según los datos de Acnur, la cifra más alta desde la II Guerra Mundial. Es un tema gravísimo y no podemos cerrar los ojos. Pone de manifiesto la carencia de una política global, europea y mundial, para hacer frente a un problema tan serio. La gente de esos países huyen del conflicto, de la guerra, de la violencia, de la pobreza. Hay que invertir, había una política pero la crisis se la llevó por delante. Es uno de los grandes retos que tenemos que afrontar.

-¿Y qué opina de esas propuestas de preparar espacios para la acogida de refugiados en nuestro país?

-Hay que dar salidas concretas pero eso no soluciona el problema. Hay que aportar una ayuda humanitaria extraordinaria y ayudar a toda esa gente, pero hay que solucionar el problema en origen porque si no va a seguir creciendo.

-Violencia de género. Este está siendo un año...

-Terrible, terrible.

-¿Y qué está fallando?

-El modelo falla. Es inconcebible, algo está fallando que hace que se hayan bajado las alertas, no se introducen los medios necesarios en esta etapa que estamos viviendo de neoliberalismo brutal y radical. Además no se tienen unas políticas claras a nivel mundial en este tema. Se están produciendo constantemente hechos deleznables, es una situación de una enorme gravedad que creo que hay que afrontar. Es intolerable. Creo que estamos en una situación de retroceso.

-¿A qué se debe?

-Con la crisis todo se está viniendo abajo. ¿Y quien sufre más? El sector más vulnerable. ¿Quien está en esa franja de sector más vulnerable? Las mujeres. El informe que ha hecho el Lobby Europeo de Mujeres analiza las consecuencias de la crisis económica sobre las mujeres. En España ganan el 24% menos del salario. Áún hay una ocupación inferior, porque todavía existe una gran ocupación en sectores no retribuidos, por muchísimos trabajos que hacen las mujeres que sostienen esta sociedad que no están retribuidos. Si las mujeres hiciesen una huelga de brazos caídos, ¡el mundo se pararía! ¡se para! Pertenezco a una generación que ha pasado por todo. Estoy muy preocupada y haré todo lo que está en mis manos, no solo por concienciar y denunciar, sino por apoyar todo lo que suponga tratar de avanzar en la igualdad. Hay que tener razones para una cierta esperanza, pero hay que actuar rápidamente porque hay muchísima gente sufriendo horrores.

-¿De qué se siente más orgullosa de su etapa en el Gobierno?

-Precisamente de eso, de haber participado en el Gobierno y de haber sido vicepresidenta. Para mí fue una experiencia extraordinariamente positiva. Tuve la posibilidad de servir en un puesto de muchísima responsabilidad a mi país. Soy una servidora pública, he trabajado desde joven por lo público y lo haré hasta que me muera. Me siento orgullosa de muchas cosas, pero fundamentalmente de todo lo que hicimos para impulsar una mejora social de la gente. Desde el punto de vista de las mujeres le dimos un impulso enorme a las políticas de igualdad, hicimos las leyes más modernas que hoy se están copiando por todo el mundo, hicimos política e inversión, impulsamos la ley del sector de la dependencia, creamos muchísima cohesión social... De las políticas sociales es de lo que me siento más orgullosa.

-¿Y cree que todo eso se ha ido al garete en los últimos años?

-Creo que la crisis, desde luego, está poniendo en cuestión muchas cosas, aquí y en Europa.

-¿Alguna espina clavada, lo que más lamenta que quedase en el tintero?

-Siempre se te quedan muchas cosas por hacer. Dejé sobre la mesa la ley de transparencia, no dio tiempo a sacarla, pero fue una iniciativa nuestra.

-Su trayectoria profesional da vértigo, pero sus cambios de look son tan comentados y tienen tanto eco o más que sus logros profesionales, algo que no ocurre con sus colegas varones, ¿otro ejemplo de desigualdad?

-Pues sí, es la expresión de una sociedad que hace de lo accidental lo importante cuando lo importante es lo que hago, a qué me estoy dedicando, lo que estoy haciendo. Poco se habla de la actividad que yo llevo a cabo. Es algo absolutamente sexista, frívolo.

-Puede que sea frívolo, pero está estupenda.

-Jajaja. Muchísimas gracias.

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