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Así conquistó el mar la mina de Arnao

Se cumplen cien años de la última filtración que anegó la explotación

Visitantes en el interior de una de las galerías de la mina de Arnao. RICARDO SOLÍS

En la mina de Arnao nunca se encontró gas grisú. El enemigo era el Cantábrico, que una vez fue minero. Hace ahora cien años que un mar enrabietado consiguió abrirse paso entre las galerías arrasando como un "tsunami" con todo lo que encontraba en el camino. Pero, ¿cómo se apoderó el agua de la mina? Fue un proceso que se prolongó durante doce años, según los ingenieros de minas consultados.

En 1903 los mineros -que trabajaban con la doble angustia de encontrarse bajo tierra y bajo el mar- detectaron por primera vez agua salada mojando sus pies. Las rocas eran como grifos por los que goteaba el mar. Y eran los propios trabajadores quienes debían afanarse en mantener las paredes sin fisuras. Su vida dependía de esta labor. Como consecuencia de una huelga que se prolongó durante seis meses en 1903 la mina de Arnao se deterioró. Dos años después, en 1905, una nueva filtración de entre 2.000 y 3.000 metros cúbicos de agua al día hicieron de la mina un auténtico mar.

"Los trabajadores convivieron con esta entrada de agua hasta 1912 luchando más o menos con éxito al instalar desagües potentes a base de bombas de vapor. Pero una nueva huelga que se prolonga durante aproximadamente catorce meses complica la situación", explica Guillermo Laine San Román, ingeniero de la empresa Sadim, del Grupo Hunosa, y director del Museo de la Mina de Arnao.

Cuando los trabajadores entraron posteriormente en la explotación descubriero que el Cantábrico ya se había adueñado del pozo. Era 1912 y no había nada que hacer más que tabicar las galerías "mordidas" por la mar. Entonces se redujo la explotación a las capas de carbón que se encontraban por encima del nivel del mar. En 1915, cuando los trabajos se encontraban a 500 metros de la costa, otra gran inundación obligó a cerrar la mina. Era, como ahora, un mes de septiembre.

"La retirada fue organizada desde el punto de vista técnico aunque la voz popular habla de una entrada de agua masiva que les obliga a dejar las cosas y huir del mar que se había adueñado de la mina", precisa Laine. Lo que está claro es que la empresa abandona entonces la explotación en Arnao y funda una fábrica en San Juan de Nieva para la tostación de blenda y de ácido sulfúrico concentrado, iniciándose así un nuevo proceso industrial para la obtención de zinc a partir de blendas, en lugar de calamina. El carbón pasa a ser suministrado desde los valles mineros asturianos. Arnao queda así en el olvido a merced de las olas, que bailan por las galerías derribando tabiques y sepultando valey, la primera vía de trabajo abierta en la mina de Arnao en 1833 por Armand Nagel.

El desagüe de la mina se realizaba mediante bombas de aire comprimido, pero fueron insuficientes para frenar las continuas filtraciones de agua salada, que además afectar a los trabajadores aumentaron de manera desorbitada los costes de mantenimiento de la explotación, según el ingeniero de minas Luis Manuel López Muñiz, quien tiene una página web: "luisín.es".

"El agua existía, existe en todas las minas, y los desagües son instalaciones importantes en cualquier explotación", precisa Laine. Añade además que: "para los mineros era muy duro trabajar en una mina submarina. Esto ha podido influir en que en la memoria hablada se recuerden aquellas filtraciones de agua con mayor drama porque no hay documentos que lo avalen". De lo que sí se tiene constancia es de que la Mina de Arnao clausuró su actividad cuando el agua alcanzó el nivel del mar. El Cantábrico había recuperado lo que era suyo.

Ahora, cien años después de la última gran inundación, las galerías que dan al agua son un museo. Por los estrechos pasillos queda el eco de una mina excepcional: es la más antigua de las documentadas en España, la única submarina y la primera que utilizó el ferrocarril. Viejos raíles localizados recientemente han sido datados entre 1820 y 1830, con lo que son anteriores a los del trazado Barcelona-Mataró. La de Arnao también es la primera explotación con pozo vertical en Asturias, y sobre todo una mina que buceaba en un Cantábrico minero.

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