La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Concejo de Bildeo | Crónicas del municipio imposible

Pasando la ITV

De cómo Abel terminó en la inspección técnica de vehículos con su silla de ruedas por un invento de Isidro

Pasando la ITV

De nuestro corresponsal, Falcatrúas

La historia de hoy comienza con Abel, uno de en Cá los Plasmaos, bildeanos de toda la vida, metido en una fila de vehículos para pasar la ITV en Pruvia. Hasta aquí todo normal, de no ser porque nuestro hombre iba montado en su silla de ruedas, en cuyos bajos bramaba y tosía un motor, cuyo ruido insoportable emitía un altavoz con forma de tubo de escape, por donde también escapaban nubes sospechosas en un espacio "libre de humos".

¿Cómo hemos llegado a esta absurda situación de que una silla de ruedas tenga que pasar un control como si de un coche se tratara? A usted, experimentado lector de periódicos, le sonarán otras situaciones tan ridículas o más, que vemos a diario:

-El presunto que ven ustedes en la pantalla birlando la cartera a un turista, ha sido detenido setenta veces en el último año y ha quedado en libertad tras prestar declaración; salió de comisaría antes de que el policía terminara su informe.

-La consejería de Educación (y Cultura), ha asignado medio profesor a una escuela sin que nadie se partiera de risa.

-El ministro de Industria y Energía ha justificado otra subida de la luz, defendiendo la postura de las compañías eléctricas. Al finalizar la rueda de prensa, ningún periodista le preguntó para qué compañía eléctrica va a trabajar cuando deje de ser ministro.

-El Presidente del Gobierno realizó unas declaraciones en diferido a través de una pantalla de plasma. Ninguno de los periodistas presentes se marchó ante esa falta de respeto.

-Algunas autoridades nacionalistas utilizan su cargo para torpedear al Estado que ha creado sus puestos de responsabilidad. Nadie les abre una causa por malversación de fondos, deslealtad institucional, traición, sedición, etcétera.

Abel, el Plasmao, había avisado previamente a diversos medios de incomunicación, de modo que aquel día en la ITV, además de ser la atracción de las cuatro filas de conductores, protagonizó entrevistas, fotos y reportajes; tal fue el espectáculo que hasta los sufridos y obligados clientes se partieron de risa olvidando sus cabreos viendo cómo los técnicos de la planta sacudían sus vehículos con saña en aquellas malditas máquinas de torturar coches.

La culpa de todo la tuvo Isidro, el inventor de Bildeo, que a lo largo de su trayectoria profesional cometió tantas fechorías, que pasarán décadas y todavía seguiremos pagando las consecuencias de tanto desvarío. Empecemos por decir que hace muchos años a Isidro se le ocurrió acoplar el motor de una vieja Norton a una motosierra; total, ambas máquinas empezaban por "moto", lo demás sería parecido.

El motor original de la motosierra había quedado inservible después de que un roble de treinta toneladas le cayera encima; el maderista acabó aceptando la propuesta que sólo iba a suponerle unos pocos gastos, ya saben ustedes que los bildeanos tenemos muy sensible la faltriquera.

Isidro trabajó duramente; el resultado, estéticamente se salía un poco del concepto que todos tenemos de una motosierra, únicamente se distinguía la espada, lo demás era pura ingeniería de diseño, en la que sobresalía el montaje de los cuatro cilindros con sus refrigeradores y el depósito de la gasolina, obtenido de una lata de cinco litros de aceite La Giralda.

Cuando arrancaron el invento, fue tal el ruido que apareció un helicóptero del Principado para comprobar si Bildeo había optado también por la independencia, un fenómeno de moda en nuestro país; probaron la máquina infernal atacando a un indefenso castaño de más de quinientos años, del que quedó un solar con un montón de serrín. El peso del ingenio también quedó desajustado, si la motosierra original pesaba unos seis u ocho kilos, el engendro pasaba de los veinticinco, ningún inconveniente para Leocadio, el maderista, que pesaba ciento veinte.

Leocadio arrasó los montes de Bildeo con aquel artefacto durante quince años, hasta que se jubiló, reduciendo la densidad forestal de un ochenta por ciento del territorio a un escaso cincuenta. El monstruo mecánico de la madera quedó aparcado en el taller de Isidro y se olvidaron de él.

Se olvidaron hasta que Abel, el Plasmao, perdió las piernas por falta de circulación sanguínea y heredó una silla de ruedas de un pariente de Oviedo que dejó de fumar para siempre. Aprovecharon el antiguo motor de la Norton y Abel se dedicó a recorrer los caminos del pueblo espantando ganao y gente a partes iguales. Ya saben ustedes que en Bildeo para poco el agua, así que con tanta pendiente era frecuente que Abel y la silla no llegaran juntos a estrellarse contra las paredes ni a aterrizar en los huertos.

Un día, llegó a Bildeo una notificación oficial reclamando todas las revisiones pendientes de una moto Norton desde el inicio de la democracia.

Seguiremos informando.

Compartir el artículo

stats