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Los arqueólogos localizan el aljibe que surtía de agua la fortaleza de Gauzón

El depósito, que se nutría de lluvia y de manantiales cercanos al castillo, pudo funcionar hasta los últimos años del alcázar, según los expertos

Alejandro García e Iván Muñiz, en el centro de la imagen, ayer, junto a visitantes del castillo de Gauzón. RICARDO SOLÍS

La novena campaña arqueológica en el castillo de Gauzón, proyecto impulsado por el Ayuntamiento de Castrillón y dirigido por Alejandro García e Iván Muñiz, ha concluido con la localización y recuperación de un aljibe o depósito que nutría de agua a la guarnición de la fortaleza, la más afamada de los reyes de Asturias por haberse forjado en ella la simbólica Cruz de la Victoria.

El aljibe tiene una notable factura, según indica el equipo arqueológico, con la apariencia de un pozo de forma casi circular, de algo más de dos metros de profundidad y un metro de anchura. Las paredes están perfectamente forradas de piedra y mortero de cal y en la parte inferior se conservan retazos de lo que fue un tipo de revestimiento de mortero que garantizaba el carácter impermeable del depósito y con ello evitaba cualquier pérdida de agua.

Los arqueólogos relatan que en el fondo de este aljibe, sus constructores se enfrentaron al problema que suscitaba el tipo de arcillas del peñón de Raíces, "unas arcillas rojizas y muy plásticas que podían provocar el enfangado del agua. Por ello, en un alarde de técnica constructiva, sellaron estas arcillas mediante una capa de losetas cerámicas recubiertas de mortero muy resistente que se ha conservador a la perfección". Este depósito, comentan, estaba destinado, a tenor de los primeros datos recabados, a acopiar agua de lluvia y aquella que la propia guarnición pudiese transportar desde los manantiales más cercanos o desde el río Raíces, conocido en la Edad Media como el "río de agua dulce".

La existencia de espacios de almacenamiento de agua es habitual en las fortificaciones, explican Alejandro García e Iván Muñiz, "pues la guarnición debía disponer en todo momento de los recursos necesarios, no sólo para el suministro diario sino para contingencias como los asedios que podían cortar toda posibilidad de comunicación con el exterior". En el caso de Gauzón, dicen, la existencia de un solo punto de acceso a la plataforma superior en la que se concentran las grandes estructuras militares del castillo hacía bastante fácil el aislamiento de los soldados en caso de ataque.

Este primer testimonio acuífero hallado en el castillo de Gauzón es relevante ya que, como apuntan los especialistas, en otros muchos casos esos aljibes se limitan a aprovechar oquedades practicadas en la roca o en la arcilla natural si éstas resultan suficientemente impermeables y permiten retener el agua. "En Gauzón, añaden, en consonancia con el nivel de las construcciones militares y residenciales que han ido apareciendo, se trata de una obra más cuidada y refinada. Y se une a otras evidencias de la fortaleza, como el baño de las habitaciones reales o diversos materiales cerámicos en estudio, que hablan de la importancia que el uso y gestión planificada del agua tuvo en esta gran fortaleza real".

Actualmente, el equipo arqueológico se encuentra sumergido en pleno estudio de los materiales localizados en el interior del aljibe, que incluyen fragmentos de madera perfectamente conservador, cerámica y otras piezas. "A través de estos testimonios y de otras formas de análisis tratará de dictaminarse una cronología lo más atinada posible sobre su instante de construcción o su evolución en el tiempo", manifiestan para añadir que "lo que a la luz de las primeras evidencias puede instruirse es que este depósito, del que acaso se nutrieron los reyes y condes que residieron en distintos momentos en la fortaleza y el resto de ocupantes, pudo funcionar hasta los últimos instantes del castillo, pues en el fondo han aparecido cerámicas asignadas en una primera valoración a la Baja Edad Media".

Por otra parte, es muy posible, concluyen ambos expertos, que "fuese abandonado y cegado de manera intencionada, arrojándose a su interior las piedras que integrarían el brocal, es decir, el muro perimetral característico de los pozos que sobresale con respecto al nivel de suelo y aloja las estructuras que permiten subir y bajar el cubo".

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