La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un ejemplo de la Asturias que funciona

El centro avilesino de CSC ya es el que genera más carga de trabajo de toda Europa

La sede local de la multinacional tecnológica estadounidense ha multiplicado por 28 su plantilla y en plena crisis logró competir con éxito frente a sus homólogos asiáticos

No es difícil, como dice uno de los carteles que adorna las paredes de la sede avilesina de CSC (Computer Science Corporation) -"Hacemos cosas sorprendentes"-, asombrarse con los buenos resultados del proyecto asturiano puesto en marcha hace 24 años por la multinacional tecnológica estadounidense. Llegada al Principado de la mano de Du Pont, CSC inició su actividad -la prestación de servicios informáticos y telemáticos a otras empresas- en el valle de Tamón con treinta personas que hoy se han convertido en 835 empleados (incluidos becarios) de 32 nacionalidades y preparados para atender a los clientes en nueve idiomas (es el único del mundo con tal capacidad). Tanto ha crecido CSC en Asturias que tuvo que hacer dos mudanzas; de Tamón pasó al centro de empresas La Curtidora, en Avilés, y ahora ocupa un edificio entero de cuatro plantas en el parque empresarial de la ría, trabaja para empresas de 54 países y es el centro de su tipo más importante por volumen de empleo y carga de trabajo de los cuatro que tiene la compañía en Europa.

"Pues sí, nuestro crecimiento constante y la reputación de eficacia que nos hemos ganado a ojos de la dirección mundial de CSC nos han convertido en el mayor centro integral de prestación de servicios tecnológicos del continente, por delante de los de Bulgaria, Lituania y la República Checa", explica con evidente satisfacción el avilesino Jesús Daniel Salas, director del enclave y testigo privilegiado del imparable crecimiento de la empresa, pues no en vano él fue uno de los pioneros en Tamón.

CSC es un ejemplo de la Asturias que funciona según reconocen de forma unánime todos los agentes socioeconómicos. Constituye uno de los pocos ejemplos de éxito de aquello que se llamo "efecto llamada de Du Pont" y que consistía, al menos teóricamente, en que el asentamiento en Asturias de la multinacional química arrastraría a otras firmas a instalarse en la región. Ese fue el caso de CSC, que tuvo un comienzo modesto a partir del cual nunca dejó de crecer y confiar en sus posibilidades.

"El nuestro creo que ha sido un crecimiento ordenado y realista; nunca quisimos alentar expectativas más allá de las factibles para evitar que se truncasen. Eso de puertas afuera, porque en el ámbito interno el asentamiento asturiano de CSC se ha caracterizado por la ambición de sus integrantes, a los que nos impulsa el deseo de crecer y demostrar que aquí, en este remoto punto del Globo, podemos sacar adelante los proyectos que nos propongamos". Salas apunta ya con esta primera declaración una de las claves que explican el "milagro" de CSC: a fuerza de dar la talla en proyectos cada vez más complejos y exigentes se ganaron una reputación en el seno de la compañía y esa confianza trajo más encargos, más clientes, más responsabilidades... y más inversiones.

Compartir el artículo

stats