La entrega de trofeos a los aficionados que expusieron sus colecciones en la Casa de Cultura puso fin, ayer por la tarde, a Exfiavilés 2015, certamen filatélico inaugurado el viernes 18 con una conferencia de la cronista de la villa, María Josefa Sanz Fuentes. Durante diez días, el encuentro organizado por el Grupo Filatélico Avilesino desarrolló un amplio programa de actividades que se llevaron a cabo en torno a la exposición que agrupó a trece colecciones de productos postales -sellos, matasellos, tarjetas postales o enteros postales...- y a cuatro relacionadas con otros objetos: miniaturas de perfumes e imanes, calendarios, campanas de mesa y chupitos.

Una edición más, la finalidad de Exfiavilés, este año dedicado a la Autoridad Portuaria por celebrar su centenario, se ha visto cumplida, señalaba José Ramón Rumoroso, presidente del Grupo Avilesino. "Esta exposición tiene como objetivo promocionar las colecciones noveles, aquellas que nunca participaron en otras muestras. Su nivel es bastante aceptable aunque aún pueden mejorar", apuntó.

A las colecciones de aficionados como Alfredo Arias Acha -sobre la historia de la navegación-, Luis Anselmo Álvarez -de enteros postales de India- o Ramón Díaz Martínez se sumaron otras ajenas al mundo de la filatelia "para dar cabida a las personas que van coleccionando pero no pueden acceder a un lugar expositivo", añadió Rumoroso para indicar que alguno de estos coleccionistas también es aficionado a los sellos. Es el caso de Manuel Palomino Durán, que además de sobres con sellos de España e Israel exhibió parte de la amplia gama de calendarios que ha ido acumulando a lo largo de los años.

Exfiavilés se presenta como un escaparate filatélico y un punto de encuentro de los aficionados, algunos de los cuales deciden incorporarse a las filas del Grupo Avilesino tras visitar la muestra reunida en la Casa de Cultura, como así confirmó su presidente. "En estos días hemos incrementado el número de socios. Se dieron cuatro personas de alta", manifestó José Ramón Rumoroso antes de entregar una pequeña escultura de un tamborilero y un libro de José Prada a cada coleccionista y dar por clausurado el encuentro.