Glencore, los dueños de la empresa Asturiana de Zinc (Azsa), está temblando. La compañía perdió el lunes un 30 por ciento de su valor en la Bolsa de Londres y, aunque ayer recuperó dos tercios de lo perdido, la situación actual en los despachos de la multinacional ha sembrado inquietud en medios sindicales de San Juan de Nieva.

Asturiana de Zinc es una de las joyas de la corona del grupo que dirige el industrial sudafricano Ivan Glasenberg (es la tercera fundidora de cinc del mundo y la más productiva). Y es que la situación es tremendamente grave: Glencore se hizo con el gigante Xstrata -anterior propietario de Azsa- a través de una operación financiera que se hizo "por encima de sus capacidades", es decir, generando una deuda gigantesca de, al menos, 28.000 millones de euros, una deuda a la que Glencore tiene dificultades para salvar dada la situación en que se encuentra el mercado de las materias primas. Los analistas internacionales advierten, de hecho, sobre la posibilidad de que estalle una "burbuja" de "commodities" (productos básicos) como consecuencia de la situación económica china (el gigante asiático ha optado por autoabastecerse e, incluso, por exportar su mercancía provocando, en consecuencia, una caída de los precios).Glencore explota el cinc, el níquel, el carbón, el aluminio, las aleaciones de ferrocromo y el petróleo. Salvo el cinc, todas las demás están en posiciones débiles.

Si hace solamente un año el industrial Ivan Glasenberg estaba amenazando con comprar a su competidor más cercano (Rio Tinto), ahora se refugia del huracán provocado en el sistema financiero internacional. Cuando Glencore salió a bolsa salió a 5 libras esterlinas la acción, el lunes no llegaba a 70 peniques. Desde comienzos de año, las acciones de la compañía propietaria de Azsa valen un 80 por ciento menos. Y la caída no ha cesado.