El barítono David Menéndez (San Martín de Laspra, Castrillón, 1975) ofrece este sábado en dos pases (21.00 y 22.00) un recital lírico en el interior del museo de la Mina de Arnao. Se trata del acto central de los actos de conmemoración del primer centenario del cierre de la explotación de carbón en torno a la que creció la Real Compañía Asturiana de Minas, el antecedente inmediato de la empresa Asturiana de Zinc. Menéndez atiende a LA NUEVA ESPAÑA por teléfono.
-Esto de cantar en el fondo de una mina...
-Sí. Es poco usual. Iván Muñiz, el director cultural de la Mina de Arnao, me enseñó el espacio y, claro, concluimos que no era el más habitual. Me animó el hecho de que la primera parte de las galerías están cubiertas por ladrillos y eso, al final, más que de mina, dan aspecto de bodega o de anfiteatro subterráneo. Cuando conocí la ubicación y Muñiz me explicó dónde se iba a ubicar a los espectadores decidí aceptar la propuesta. Es que acústicamente no está mal.
-Se trata de un concierto del centenario.
-Eso es: el tiempo que hace que se cerró. Se trata de la más antigua de España. Además, estamos en un espacio privilegiado: al lado del mar. Uno no puede dejar de pensar que en la gente que trabajó antes allí, en los salarios obtenidos, en los accidentes que se produjeron en su interior...
-¿Y cómo se apañan a la hora de producir el espectáculo?
-No es la primera vez que organizan un concierto en el fondo de la mina. Hicieron uno de música electrónica y otro de música clásica. Lo que me preocupaba era la disposición del público, pero el personal del museo era una cosa que tenía claro. El otro problema era el del piano.
-¿Un piano?
-Sí. Uno vertical. El de cola no cabe. Me consta que la empresa que lo suministra ha hecho ya las gestiones para llevar el instrumento a la mina. Lo van a bajar por el ascensor. Ahora lo que tenemos que hacer es probar el espacio con público, porque con gente cambia todo. Únicamente caben 50 personas.
-Ha elegido a Strauss y también a los maestros clásicos asturianos.
-Las obras de Strauss me encantan. Voy a cantar cuatro temas: dos de ellos, por primera vez en Castrillón. Son canciones muy conocidas, pero nunca se han hecho en el municipio. Me parece una obligación llevar a los espectadores algo nuevo, que nunca se haya escuchado. La otra parte del concierto se basa en la música tradicional. Arnao es un sitio muy relacionado con la música. Había un casino donde sonaba una rondalla. El cancionero tradicional cuenta con obras perfectas para voz y piano. Entre la primera y la segunda partes, el piano interpretará dos piezas instrumentales también incluidas en el cancionero.
-Empezó a estudiar música sin antecedentes familiares. ¿No es eso?
-Bueno, el único antecedente es el de mi abuelo materno y sus hermanos. Tocaban en la Banda de Música de Avilés, pero yo no los conocí. Mi abuelo murió al poco de nacer yo. Nunca había tenido intención de dedicarme a la música. Tengo la suerte de que la música se haya convertido en mi forma de vida.
-¿Y es una buena forma de vida?
-Es como todo: me apasiona y me permite vivir de ello. Me mantengo un nivel que me permite trabajar con gente que nunca hubiera podido imaginar si no es porque me dedico a la música lírica. A veces salgo a un escenario y pienso: si yo habría pagado por estar aquí.
-Ha conseguido alabanzas de Plácido Domingo. Debe estar orgulloso, ¿no?
-Claro. Aquellas declaraciones las hizo después de que yo hubiera ganado un premio que él promovía. Me dirigió en un espectáculo y eso ya es un orgullo. Después fue cuando reconoció mi trabajo junto a él. Entiendo, sin embargo, que tiene que ser el espectador el que te reconozca tu trabajo.
-Y tras el concierto de la Mina de Arnao, ¿qué?
-Tengo la suerte de que inicio la temporada en Asturias y, además, en casa. Antes de Navidad tengo que pasar por el auditorio. Con motivo de la concesión de los premios "Princesa de Asturias" doy el concierto que presidirán los reyes. Después participo en "Las bodas de Fígaro", en el Campoamor. Acabaré la temporada en el Liceo.
