"Esta vez no lo conseguí, pero para la próxima lo mato". El avilesino al que supuestamente su esposa intentó quemar, rociándolo con gasoil y prendiendo fuego a la cama un día después de sorprenderlo con otra mujer, declaró ayer en la Audiencia Provincial que la acusada había pronunciado esas palabras ante un agente de la Policía Local. "Lo dijo mirando para mí", señaló. Algunos testigos corroboraron esta declaración, aunque los dos agentes que intervinieron negaron haber oído esas palabras, que no figuran en el atestado.

La mujer mantuvo en el juicio que ella sólo pretendía "prender fuego a la cama, no a él". En la casa estaban en ese momento sus tres hijas, de entre 8 y 5 años. La mayor, según una testigo, dijo momentos después del suceso: "Mamá quiso quemar a papá".

El fiscal pide una condena de ocho años de cárcel para Luciene B. A., mientras que la acusación particular, ejercida por Juan Pablo Martín, elevó la solicitud a doce. La defensa, que lleva María Teresa Rodríguez Magdaleno, mantuvo la libre absolución, aplicando la eximente de embriaguez, porque "no hubo intención de atentar contra su marido". Alternativamente propuso una pena tres meses de prisión por el fuego causado, que fue "en el transcurso de un forcejeo".

El suceso se remonta al 5 de abril del año pasado. Según coincidieron ayer la acusada y la víctima, esa noche ella llegó a casa y se encontró con su marido y otra mujer en la cama. A preguntas del fiscal, Manuel G. S. explicó que en ese momento no discutieron. "Ella sólo me dijo: ¿estás a gusto?, y se fue sin más".

Luciene B. A. se marchó entonces a un bar en el que trabajó de camarera y donde, según declararon los dueños del establecimiento y otro cliente, estuvo bebiendo "cervezas y chupitos de whisky" hasta por la mañana, cuando ya estaba ebria. Uno de los testigos señaló además que "en lo de beber marcha bastante bien" y que era "habitual".

Llegó a su casa hacia las dos del mediodía. El hombre estaba en la cama y ella entró en la habitación con una botella pequeña de agua que contenía gasoil y que, según la mujer, tenía en casa desde hacía tiempo. Un amigo declaró que se la había dado él porque "era un remedio casero para quitarle los piojos a las niñas". El marido aseguró que él nunca había visto aquella botella en casa.

La agresora declaró que Manuel G. S. estaba sentado y que cuando ella le amenazó con prender fuego a la cama, se inició una discusión y que él se levantó para quitarle la botella. Se produjo un forcejeo y ambos cayeron rociándose con el gasoil. Entonces él se levantó y se marchó. El fuego se inició entonces. "No sé por qué. El fuma mucho y también en la cama. A veces ya la ha quemado. Quizás fue así", afirmó la mujer.

La versión de Manuel G. S. fue bien distinta. Aseguró que su mujer entró en la habitación, le roció con el gasoil y sacó un mechero con el que prendió fuego. "Salí huyendo de mi casa por miedo y apagándome el fuego de los brazos mientras bajaba por la escalera".

Los médicos forenses no pudieron certificar si las quemaduras que presentaba cuando lo vieron podían ser consecuencia de la agresión, salvo una de ellas que sí podría estar en el margen de tiempo en el que se produjo. El hombre no fue a curarse y tampoco ha solicitado condena ni indemnización por las heridas.

Ambos se dirigieron por separado al bar. Él huyendo, según declaró, y ella en su busca "para que le diera las llaves de casa", porque había salido sin ellas tras apagar el fuego con mantas y agua, y porque no podía respirar. Fue una vecina la que avisó a los bomberos.

Las niñas también llegaron al bar "negras del hollín", según los testigos, y la mayor "contó que mamá había querido quemar a papá". También señalaron que Manuel G. S. estaba muy alterado, y que ella "no sabía lo que decía". "Le preguntabas por las niñas y decía que le daban igual, y después preguntaba que dónde estaban", indicaron. Los dos agentes de la Policía Local declararon que la mujer estaba "bien, no parecía ebria".