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Lucha constante contra la fuerza del mar

Los perceberos que faenan en Peñas afrontan su arriesgada labor entre los pedreros para conseguir el codiciado crustáceo, cuando acaba de arrancar la campaña de extracción

Lucha constante contra la fuerza del mar

La mar está en calma. Es viernes y segundo día de la campaña de extracción de percebes en el entorno del cabo Peñas. Los pescadores más avezados a los pedreros no dejan de estar alerta al embiste de las olas pese al buen estado de la mar. "Cuando hay mucha mar, estás siempre más atento. Sin embargo, en días como éstos en los que estás más relajado, es cuando vienen los sustos", relata Marcos Rodríguez, que salta de pedrero en pedrero con mucha agilidad pero, eso sí, sin dejar de mirar de reojo los rompientes de las olas.

Los perceberos de Peñas son los únicos de todo el litoral asturiano que pueden extraer sus piezas durante todo el año. No obstante, tienen vedas parciales. Hasta el próximo 1 de diciembre, la zona habilitada para percebes abarca desde Las Rubias hasta Luanco, es decir, que principalmente afecta al entorno de Peñas. La campaña de Navidad la realizarán en aguas de Verdicio.

Rodríguez y sus compañeros de tarea, Abraham Mazuelas y Javier García, arribaron al entorno de Peñas a las once de la mañana. En un primer momento, decidieron esperar a que bajara aún más la marea para comenzar el asalto a los pedreros. Otros pescadores sin embargo, como Belén García y Fran Juncal, decidieron hacerse fuertes en las rocas de la Barberona y la Barberina, respectivamente, donde permanecieron durante toda la jornada.

"Está muy alta la mar, conviene esperar", dice Javier García mientras Carlos Alberto Meana y Lorenzo García Lopera amarran su embarcación al pedrero de Los Garcillos, donde pasarían buena parte de la jornada. Finalmente, García, Rodríguez y Abraham Mazuelas se deciden y acuden con la lancha pilotada por Abel Mazuelas hasta el pedrero Alto Nordeste, uno de los más transitados de Peñas. Estos perceberos conocen cada uno de los rincones de la zona de extracción. Sin embargo, no dudan en reconocer que, en ocasiones, a más de uno le tiemblan las piernas en los minutos previos a saltar a los pedreros. "Es pura adrenalina", comenta Marcos Rodríguez, mientras limpia las primeras extracciones y piensa en cavar en otra piedra. Ahora toca La Romera. "Ven a buscarme en treinta minutos", indica Fran Juncal al conductor de una de las embarcaciones con el objeto de cambiar de pedrero para obtener piezas de mayor tamaño.

Álvaro Artime se dirige con su lancha en dirección a La Cerviz con un buen puñado de percebes guardados en una especie de marsupio. No duda en recordar que los perceberos gozoniegos echan de menos a uno de los suyos en el agua, Santiago Álvarez, más conocido como Santi Budores, que aún se recupera de las lesiones provocadas la pasada primavera al precipitarse por un acantilado en Podes momentos antes de una jornada de percebes. "Tus compañeros te esperan", destaca Artime.

"Cuidado", alerta Abel Mazuelas. Una ola más alta de lo común -el parte dio ondas de poco más de un metro- se asoma tras el pedrero de Los Sugos, donde Javier García, Marcos Rodríguez y Abraham Mazuelas cavan sin descanso. "Aquí están las mejores piezas, se cava mucho mejor", explican. Mientras tanto, Mauricio Martín se coloca en la proa de la lancha y pide al conductor que le acerque hasta el pedrero de La Cerviz. Y Abel Mazuelas responde. Martín pega un salto y se coloca sobre la piedra bistoncia en mano -utensilio para extraer percebes- cuando, de repente, otra ola hace desaparecer por momentos La Cerviz.

Las mejores piezas, dice Marcos Rodríguez, suelen estar aisladas aunque hay capturas que forman una piña o manojo de percebes que también tienen un tamaño considerable. "Los mejores son cuanto más cortos, anchos y duros", apostilla Javier García, que pide a sus compañeros que le acerquen un "arma", es decir, la bistoncia, para probar suerte en otro pedrero. "¿Vamos hasta Los Comellanos?", pregunta Abraham Mazuelas a sus compañeros de tarea. Marcos Rodríguez salta desde la lancha hasta esta piedra y responde: "Aquí hay poco, vamos a otra".

Tras vueltas y más vueltas y cavar en más de cuatro pedreros, el grupo de perceberos decide abandonar el entorno de Peñas poco antes de las dos y media de la tarde y volver de nuevo a Luanco, de donde partieron a las once de la mañana. Comienza a subir de nuevo la marea y los pescadores se vuelven a sus casas con el cupo lleno, es decir, ocho kilos cada uno.

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