La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Arriba el telón de la discapacidad

Un grupo de actores de la asociación "Rey Pelayo" defiende su derecho a ser diferentes con la representación en Avilés de "Locura en el quirófano"

El grupo de teatro y sus monitoras, ayer, en el Carreño Miranda. A la derecha, Toñi García, en el ensayo. RICARDO SOLÍS

"Somos capaces de hacer esto y mucho más". Estas palabras las pronunció Marta Santervás, de 26 años, poco antes de transformarse en una doctora muy especial. La joven sufre discapacidad intelectual y ayer, con once personas más, puso en escena una adaptación de la obra teatral "Locura en el quirófano". Al igual que sus compañeros, Santervás bordó la actuación. El equipo teatral de la asociación "Rey Pelayo" de Avilés consiguió el reto más difícil: hacer reír al respetable durante casi una hora en el salón de actos del instituto Carreño Miranda.

El grupo preparó la actuación con esmero durante los dos últimos dos años. Pero ayer estaban excitados, era un día importante y observar al público entre bambalinas les emocionó. "Sé que lo voy a hacer bien, pero estoy un poco nervioso", reconocía Rubén Sobares Gutiérrez en el ensayo general. ¿Su misión? Cantar y cantar. A su lado estuvieron Pilar Muñiz, Beatriz Vázquez y Sara Santiago Díaz, todos uniformados de traje negro y peluca de plata. Los cuatro tenían sus voces a punto para el gran espectáculo. Y dieron el do de pecho.

"A mi me gustaría repetir muchas veces esta representación porque me gusta el teatro", confesó Pilar Muñiz. "Los ensayos son muy divertidos", manifestó Vázquez, de 32 años. La coreografía estaba en manos de otros dos usuarios de la Asociación Rey Pelayo, Toñi García Menes y José Manuel Díaz. "A mi me encanta actuar, pero lo que me gusta es oír los aplausos del público", dijo el actor, de 49 años.

La obra "Locura en el quirófano" empezó en el Carreño Miranda con una llamada de teléfono al 112 protagonizada por María de la Consolación Menéndez, de 48 años y, como el resto, discapacitada intelectual. "Hago el papel de enferma. Aunque estoy cansada de aprender de memoria los textos merece la pena estar aquí porque nos reímos mucho", dijo esta mujer que en la obra de teatro dijo vivir en la calle "Sálvese quien pueda, número 13, primero".

De recepcionista hizo las veces José Manuel Ávila y de celador, José María Ferreiro Abello. La "enfermera cachonda" era "Furby", como llamaban cariñosamente a José Antonio González. Todos iban ayer caracterizados para la ocasión: maquillaje, pelucas... Los chavales querían cumplir un sueño, y pusieron toda la carne en el asador.

"Queremos contar a la gente que la discapacidad intelectual no es un problema", recalcó Irene Flórez, otra doctora un "pelín" nerviosa antes de la representación. Con los integrantes de Rey Pelayo estaban ayer Marta Fernández Granda y Jessica Álvarez, ambas educadoras y Noelia Folgueiras, voluntaria. Las tres hicieron posible que la quimera de unos chavales discapacitados se transformara en realidad. "El nivel de estas personas es el mismo que el de cualquiera no profesional", recalcó una de las monitoras.

El reloj marcó la siete. Excitación. Se apagaron las luces del Carreño Miranda. Silencio: empieza el espectáculo. Sonó la música, aparecieron los actores sobre las tablas, representaron y se metieron al público en el bolsillo. Los de Rey Pelayo alentados por el proyecto Aunando Esfuerzos interpretaron teatro puro, con sentimiento. Ayer hicieron reír y defendieron el derecho a ser diferentes. Su espectáculo fue una muestra de lucidez.

Compartir el artículo

stats