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Los escenarios de un periodo convulso de la historia avilesina

Un viaje en el tiempo al 34 revolucionario

El colectivo "La Trókola" organiza esta tarde un paseo a pie por diferentes enclaves de la ciudad que tuvieron protagonismo en la revuelta obrera que fue preludio de la Guerra Civil

Un viaje en el tiempo al 34 revolucionario

Avilés contaba con algo menos de 20.000 habitantes en 1934, un cuarto de la población actual. Los vecinos de aquella villa marinera jamás hubieran soñado que tan solo veinte años después, la localidad acogería una de las principales fábricas siderúrgicas del país, Ensidesa, que cambiaría por completo el paisaje urbano y el tejido social. La pesca y la ganadería copaban las actividades económicas, aunque también tenían importancia los trabajos industriales en la comarca avilesina, sobre todo en Castrillón, y la fábrica de ácido avilesina. La clase trabajadora demandaba mejoras sociales y, a su vez, era crítica con el nuevo gobierno del Estado encabezado por José María Gil Robles, por su "corte neofascista", como señalan algunos historiadores.

La manifestación del Primero de Mayo de 1934 en Avilés fue multitudinaria; cientos de trabajadores salieron a la calle en esa jornada de reivindicación. Días más tarde, la villa sufrió las consecuencias de unas fuertes lluvias que inundaron gran parte del casco urbano, con especial gravedad en la calle la Cámara y el entorno del parque del Muelle. Ambos lugares serían claves durante el mes de octubre, cuando estalló la revolución obrera, que será narrada esta tarde por la asociación "La Trókola", que plantea hacer una ruta a pie por los escenarios de Avilés más destacados. La cita, hoy, a las seis y media de la tarde en la antigua Casa del Pueblo. La entidad cultural ha denominado esta ruta "Los pimientos rojos", en recuerdo de aquellos revolucionarios que, a falta de granadas como dios manda, fabricaron bombas de mano introduciendo dinamita en botes de pimientos.

Tras el verano, en el mes de septiembre, comenzaron las algaradas. El líder de la CEDA (Confederación de Derechas Autónomas) y presidente del Gobierno Gil Robles acudió a un acto de "exaltación patriótica" en Covadonga. En Avilés, como en el resto de Asturias, Juventudes Comunistas y Socialistas convocaron manifestaciones contra la visita del que consideraban un "enemigo de la República". Durante esos días convulsos, los exaltados intentaron quemar sin éxito la iglesia nueva de Sabugo, que había sido construida 21 años antes. El ambiente revolucionario era palpable en Asturias y también en Avilés. Varias organizaciones de izquierdas como el PSOE, el sindicato UGT y la CNT decidieron unir sus fuerzas en lo que se denominó la Alianza Obrera. Posteriormente, se sumaría el PC. Mantenían reuniones en la Casa del Pueblo situada en la entonces calle Pinar del Río, hoy La Ferrería, para organizar la Revolución de Octubre de 1934. Uno de los más activos en los días previos al levantamiento popular fue Ángel de Ávila, dirigente del PSOE, impulsor de la unión de las izquierdas. La Casa del Pueblo es hoy un centro dependiente de la Consejería de Bienestar Social.

La noche del 4 al 5 de octubre la revolución cambió de escenario. Los bajos del café Colón, entonces uno de los locales referentes de la Avilés burguesa, fueron testigo del reparto de pistolas "César" hacia las 3 de la madrugada. La cafetería estaba ubicada en el entronque de la calle la Muralla con el parque del muelle. "Las armas fueron traídas desde los talleres del periódico 'Avance' y, hasta el día del reparto, fueron escondidas en una finca de El Quirinal", explica el historiador Pablo Martínez Corral, que relata además que los bajos del Colón, cerrado desde hace décadas, aún mantienen ese espíritu "revolucionario" ya que ese lugar es utilizado para la pegada de carteles de actos reivindicativos y manifestaciones.

A pocos metros del Colón, el Gran Hotel, que hoy alberga un entidad bancaria, entre las calles Emile Robin y Carreño Miranda, fue otro escenario importante en la revolución. El hacendado Eduardo Hidalgo era el propietario de este edificio hasta que los revolucionarios lo ocuparon. "Era un sitio estratégico, veían la entrada del Ejército y de la Guardia Civil desde los balcones", indica el investigador Carlos García Rubio. Por aquel entonces, no existía el edificio Egocheaga, ubicado frente al Gran Hotel, y las vistas permitían observar la entrada de la avenida de Los Telares y del entorno de la ría. Este último lugar fue utilizado por los revolucionarios para hacer barricadas e intentar frenar el avance de las tropas del Ejército que procedían de Lugo y estaban dirigidas por el general José López Ochoa. A un lado, se hallan las naves de Balsera, unos almacenes del puerto que guardaban víveres. Tras décadas en desuso, estos emblemáticos edificios de la avenida Conde Guadalhorce albergará próximamente un proyecto de ocio aún sin concretar. "Esta operación estaba dirigida por Francisco Franco desde Madrid", detalla Martínez Corral.

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