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la figura de la semana | MANUELA GARCÍA SEIJO | Expresidenta de la Liga Reumatológica Asturiana

La sonrisa contra el dolor

Criada en La Felguera, conoció al amor de su vida en Avilés, donde luchó a brazo partido por defender que mejorase la atención a los enfermos

Manuela García Seijo, en la calle Bances Candamo. RICARDO SOLÍS

Nació un 18 de julio cuando en España todavía había tímidos ecos del llamado Alzamiento Nacional, y solo unos días después de que se presentara oficialmente el bikini como traje de baño. Es de la quinta de 1946, como George W. Bush y Sylvester Stallone. Manuela García Seijo vio la luz en Salamanca, pero se crió en La Felguera. Llegó a Asturias con una maleta emigrante. "Me siento de la Cuenca", reconoce esta mujer a la que le diagnosticaron fiebres reumáticas con apenas once años. "Crecí escuchando que tenía reuma como mis tías", apostilla. Lo que no sabía era que su enfermedad la llevaría a presidir, durante 15 años y hasta hace solo unos días, la Liga Reumatológica Asturiana, un dinámico colectivo con casi 3.000 socios que, si bien tiene la sede en Avilés, trabaja en toda la región.

Con 15 años, Manuela García se trasladó a Oviedo. Estudió Bachillerato, Secretariado y Francés en la Alianza Francesa. "Nunca me negaron la posibilidad de estudiar, y eso que soy la mayor de cinco hermanos", apunta. Pero a esta asturiana de adopción le dolía el cuerpo. "Recuerdo que me tenían que ir a buscar a la cama para ir al cole y que no me podía mover. Entonces nadie entendía las enfermedades reumáticas, y esto sigue pasando hoy en día", señala. No tiene pelos en la lengua. Lleva años reclamando mejores condiciones de vida para los enfermos que, como ella, sufren penitencia en huesos, músculos y articulaciones.

Seijo llegó a Avilés de casualidad. Solo conocía la ciudad de pasar en el tren camino de Santa María del Mar, donde su familia tenía una casa de veraneo. La llamaron para trabajar en una tienda de la firma Singer, en la calle de La Fruta. "Pedían conocimientos de corte y confección y yo no tenía ni idea. Pero sabía de administración, así que, sin enchufes de ningún tipo, conseguí el puesto", confiesa. Luego tuvo otros ocupaciones, siempre de mando intermedio. La ciudad, que tan poco le gustaba, le dio, sin embargo, sorpresas positivas. En ella, conoció a su marido, el burgalés José Manuel Colina. Fue, más aún que una pareja, un amigo. Con él, compartió 43 años de su vida, los más felices. Él murió hace dos años y le dejó dos hijos, Jaime, de 42 años y residente en Murcia, y Manuela, de 38 y madrileña adoptiva. Ahora, Manuela está sola en Avilés.

El cansancio, la lejanía con su familia y el dolor perenne que envuelve su cuerpo llevaron a esta mujer a despedirse de la Liga Reumatológica Asturiana, un colectivo con el que contactó con cincuenta años cumplidos, en el mismo momento que dejó de trabajar. García Seijo tiene un 75 por ciento de discapacidad: reuma, fibromialgia, diabetes... "Un día encontré en el hospital a un grupo de personas manifestándose. Eran de la Liga y pedían reumatólogos. Así fue como entré de vocal en la Junta", explica. Aquel fuerte movimiento social reunió más de cien mil firmas y logró la apertura de unidades de Reumatología en toda la región. "Quiero agradecer el trabajo que hicieron los pilares de esta asociación", manifiesta. Luego, Manuela García asumió la presidencia de la Liga. "Puse mi currículo en este proyecto", precisa. Y agrega: "Aprendí muchísimo sobre patologías reumáticas y conocía a personas que no voy a olvidar en mi vida". También recibió lecciones: "Quienes más enfermos están, son quienes más animan a seguir adelante".

Manuela García Seijo, que también presidió la Confederación Nacional, se deshace en elogios para todos aquellos que de una manera u otra colaboraron altruistamente con la Liga. Pero también se va con pena. La tristeza de no haber conseguido que en los servicios de Urgencias y en Pediatría existan reumatólogos. "Somos los últimos del sistema sanitario, probablemente porque la mayoría somos mujeres y no importamos todavía un carajo y porque somos los que más bajas laborales necesitamos", dice. En los últimos años a Manuela le han pedido asesoramiento hombres, mujeres, adolescentes y también padres desesperados con bebés rabiados por el dolor. "Las enfermedades reumáticas afectan a todos y alguien se tiene que mentalizar de esto de una vez por todas", recalca.

El trabajo de la Liga, señala, pasa sobre todo por asesorar al enfermo. Y en este sentido lanza un mensaje a su sucesora, Isabel Martín Hidalgo: "Está muy bien conseguir convenios para que los balnearios o los fisioterapeutas nos salgan más baratos, todo viene bien. Pero, lo fundamental, es prestar asesoramiento e informar a los socios, que la mayoría de las veces llegan a la Liga sin saber qué les ocurre". García Seijo asegura que deja la Liga Reumatológica Asturiana "con las cuentas transparentes y tres trabajadores". Ahora se marcha a Madrid cuarenta días para estar con su hija y luego pasará una larga temporada "de retiro espiritual" en Murcia, con su hijo.

"Tenía perros, gatos, un marido y dos hijos... Ahora, no tengo nada. Hasta hace cuatro años lo pasé pipa en la Asociación a pesar de los dolores y achaques. Pero, tras la muerte de mi marido, nada es igual. Además, no me gusta el mundo que veo ahora", dice. "La gente no tiene ganas de luchar, ya no hay la solidaridad de antes...", añade. Y es que Manuela García Seijo es una luchadora infatigable y, hasta ahora, peleó por sus derechos y los de otros enfermos reumáticos asturianos. "Nadie sabe lo que es vivir con dolor a diario". Ahora, Manuela García se retira. "Sé que he trabajado mucho, sé que la gente me quiere y sé que hemos hecho cosas bien. Así que me cuelgo 24 medallas y a correr, pero no puedo más", concluye esta mujer que logra lo que se propone, hasta dejar de fumar tres paquetes de tabaco al día. Igual que Rocky Balboa, el personaje de Stallone, el humilde boxeador de Filadelfia que venció todos los pronósticos y, ante la adversidad, se convirtió en campeón.

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